miércoles, 18 de agosto de 2010

Un buen hombre


¿Cómo comenzar a narra la historia de tu vida? Sinceramente, es un quebradero de cabeza para mi persona comentar en unas líneas quien soy. Pero prometo querido lector hacerlo lo mas claramente posible.
He de recalcar que mi infancia fue esplendida. Mi padre, taxista de profesion e iluso de vocación siempre conseguía que no nos faltase nada ahogando poco a poco sus sueño de ser un poeta moderno con una guitarra. Mi madre era una de esas mujeres que nacieron, crecieron y murieron siendo siempre una señora. Una dama con los pies en la tierra y capaz de hacer una comida para 6 con una lechuga y dos zapatos.
Nací en uno de esos pueblos absorvidos hace decadas por la ciudad pero que nunca perdieron ese extraño ambiente familiar por el cual todos se conocen por el nombre y al andar por la calle los caballeros se tocan el sombrero para saludar a todo el mundo.
Si, una infancia esplendida. Tuve buenos amigos, risas infantiles, sueños de jovenzuelo y amores adolescentes. He de destacar tambien que socialmente siempre he sido muy popular y que los amores eran para mi solo un juego más.
Pero todo cambio un día a la atrevida edad de los 17 años. Sinceramente, nada había ocurrido en las fechas cercanas. Mi vida era igual de placida que siempre. Pero, estando sentado junto mis camaradas de aventuras juveniles se nos acerco un dulce niño de pelo sucio despeinado y sonrisa inocente de feliz para pedirnos un par de duros para chucherías. Oh que bella estampa pensaron mis amigas, que desvergonzado y simpatico truhán pensaron mis amigos, pero por una extraña razon mis puños se apretaron, mis venas se incharon y un súbito deseo de borrar esa sonrisa para siempre de los labios de niños para convertirlo en una mueca de horror y muerte se colo en mi mente. Oh tragedia entre tragedias, fatídica fatalidad. Era un ser malvado, y se me había mostrado así de improviso. Había descubierto que era un monstruoso lobo entre tiernos corderos.
Por supuesto ofrecí la mayor de mis sonrisas, e hice aparecer 100 pesestas de detras de la oreja del chiquillo para deleite de todos. Pero ya era tarde, había descubierto quien era realmente.
Sería mentira si dijera que no luche contra el monstruo. Luche contra mi mismo de forma incansable esa es la verdad. Pero al pasear por las calles de mi barrio descubría que odiaba a todo ser humano que veía, odiaba sus sonrisas hipocritas, odiaba sus amores efimeros y mentirosos, odiaba todo lo que representaba.
Cuando veía a una pareja de acaramelados amantes solo podía pensar en que pasaría si me acercara a ellos con un cuchillo y les diera a elegir entre su vida o la de su amor sabiendo de antemano que la respuesta sería salvar su pellejo.
Cuando veía a un artista me imaginaba atandolo a un palo haciendolo arder con toda sus obras para mi deleite.
Cuando veía a un padre con sus hijos sentía la necesidad de llevarmelos de su lado para siempre.
La tentación era grande, y aunque nunca he sido un verdadero creyente no hay nadie que sepa mas de la tentación que nuestro Señor. Lamentablemente no gozo de linea directa con nuestro creador así que creí conveniente acercarme a uno de sus representantes en este plano de la realidad.
Lo cierto es que nunca entendí los confesionarios. Se supone que el gran Jefe conoce todos tus pecados, conoce todos tus fallos y todas tus tentaciones no creo que sea justo pasar la humillacion de ir por ahi contandolo en público, pero yo necesitaba hablar y nada mejor que una caja de madera para hacerlo.
- Padre, no he pecado.
- Hijo, he estado muchos años sentados en esta silla y creeme que jamas había oido una entrada así de presuntuosa. Todos pecamos.
- No es cierto padre, aun no he pecado, en mi corta vida no he tenido aun ocasion de hacer algo que le concierna a nuestro señor.
- Entonces ¿Por qué estás aquí?
- Porque lo deseo padre, deseo el pecado, deseo la destruccion, deseo el mal con todas mis fuerzas. ¿Soy acaso un monstruo padre?
- No, estás confuso, te tienta el diablo, pero eres una creacion de dios, y dios no crea monstruos, todas sus obras son maravillosas.
- Pero odio a todos los seres humanos, incluso a usted, sin animo de ofender claro.
- Pues entonces mentiste hijo mio al entrar por estas puertas pues si has pecado, porque odiar a las creaciones de dios, es odiar a dios, y si te crees con el derecho de juzgarlo a él y a sus creaciones cometes el pecado soberbia, uno de los 7 pecados capitales. Nosotros solo debemos odiar al pecado y al ser que los creo que es el diablo.
- Pero Padre...
- ¿Si hijo mío?
- Si está mal odiar a las creaciones de Dios...
- Es pecado.
- Si, es pecado... Entonces.. ¿Quién creó a Satán?
No esperé a que respondiera, tampoco creo que fuera capaz. Me levanté rapidamente de mi asiento de madera y salí a la calle. Llovía suavemente mientras mis brazos se alzaban y mi risa volaba con el viento. El parroco me había enseñado mucho mas de lo que el quería, tenía razón, no era un monstruo, solo era una herramienta, era la maravillosa obra de dios.

miércoles, 4 de agosto de 2010

historia sin titulo


Se estremece como la última hoja de un arbol moribundo con la brisa de otoño. Me acerco a ella lentamente mientras sus labios se posan suavemente sobre un afortunado cigarro. Antes de que acabe el movimiento la llama de mi mechero baila sinuosamente ante sus ojos.
Le da una calada lenta y profunda y me lo pasa mientras se enciende otro para ella. Aun permanece en el pitillo el curioso sabor de mis labios, lo disfruto mientras me pregunto si esto es el cielo.
Estamos refugiados en un viejo portal mientras la lluvia cae sobre la ciudad en una orgia de ira y rayos. Su cuerpo tantea el mio por unos instantes buscando el calor de otro ser humano. Mis brazos rodean su cuerpo y mi cabeza se apoya en su cuello mientras ambos miramos la danza de las gotas con el viento.
Tiembla como un niño atemorizado, pero lucha durante breves instantes al notar el roce de la tela al ponerle mi chaqueta sobre sus hombros. Siempre ha sido una chica orgullosa, supongo que por eso la quiero.
Se gira, poco a poco, y sus ojos se clavan en los míos como solo ella sabe hacerlo. El cigarrillo vuela por los aires antes de aterrizar en un charco. Nos miramos unos segundos y mi cigarro acompaña al suyo en su destino.
Sus labios se abren un poco, solo un poco, anhelantes de un nuevo sabor. Sus ojos se entrecierran y sus manos comienzan a rodear mi espalda. Dos segundos que me parecen décadas. Cierro los ojos esperando el momento por el que mi vida va a cobrar sentido.
No llega.
Noto su cabeza en mi hombro y noto como vuelve a temblar.
No es por el frío ahora.
La abrazo mientras las lágrimas recorren sus mejillas. Mi mano acaricia su pelo suavemente para tranquilizarla. Mi boca hace preguntas a las cuales ya tengo respuesta.
- ¿Es por quien creo que es?
- Si..
- Le amas. ¿No es cierto?
- Si…
- Es un cerdo
- Lo sé
- Un cabron
- Lo sé
- Acabareis destruyéndoos mutuamente.
- Lo sé.
Y su cuerpo estalla otra vez entre llantos. Silencio solo interrumpido por sus sollozos y el repetitivo sonido de la lluvia al chocar contra la acera creando su monotona música.
- Es el encanto del demonio. Amas a quien te daña, porque asi tienes una excusa para hacerle daño. Os laméis mutuamente las heridas y pensais que ya nunca volverá a pasar. Pero vuelve a pasar. Nunca podras ser feliz buscando la felicidad a su lado. Pero supongo que así es el amor, estúpido. O quizás solo yo soy el estúpido por buscar felicidad en quien puede darmela pero no quiere. O quizás en quien quiere darmela pero no cree que pueda. Quizás solo busque una excusa para algún día poder entrar en un bar de mala muerte a emborracharme y contarle al camarero una triste historia entre whiskys que empiecen con algo así como “Yo la quería..”. Será que yo estoy loco por soñar con tu beso, o será que el mundo está loco y sus locas reglas no permiten amar a un hombre cuerdo. Es posible que no sepa amar, nadie me ha enseñado, es posible que nunca lo haya hecho. ¿Cómo enseñas a amar? ¿Leyendo sobre él en estúpidos poemas o en viejos libros escritos por viejos soñadores que vendieron sus ilusiones al mejor postor? ¿Hablando sobre ello con las princesas de las esquinas, las profesionales del amor? Solo encontraras basura, medias sonrisas, un estúpido juego del que nadie se ha molestado en explicarte las reglas, ni siquiera el objetivo del juego o lo que puedes ganar. ¿Qué se le va a hacer? Solo soy un loco, un lobo que aulla a una luna indiferente. Se feliz con tu demonio querida.
Eso era todo lo que quería decir.
- Lo entiendo cariño… lo entiendo…
Fue todo lo que dije.
Esperamos abrazados a que salga el sol entre las nubes. Por un momento temo que eso no pase jamas.

miércoles, 28 de julio de 2010

La azotea


La ciudad está viva. Te dicen que no, pero te engañan. Dicen que cuando las personas comienzan a juntarse en un lugar por sus ventajas económicas, estratégicas, vitales o simplemente porque ahí huele mejor que alli nace una ciudad. Mentira. Las ciudades nacen como los arboles, el viento lleva la semilla de la civilización a algún lugar donde poder germinar. Cuando la polis nace comienza a alimentarse de almas humanas que atrae con colores bonitos, sueños y esperazas. Después escupe las cascaras vacías al suelo quitandole todo lo que era, convirtiendolos en monstruos, en martires, o en simples máquinas grises. Su corazon late, y con cada latido evoluciona, cambia, se convierte en un abominable arbol que lanza sus raíces al centro del mundo absorviendo su fuerza vital y pudriendolo lentamente. Pero como buen árbol, las ciudades dan sus frutos.
Historias.
****
Corro, como no he corrido en mi vida. La lluvia golpea mi cuerpo y el viento baila violentamente con mi pelo. La ropa me molesta y me atrasa. Arrojo mi chaqueta a la tormenta como un tributo de sangre al dios del trueno por un poco de tregua o quizás para que me impulse a mi destino.
Mi nombre es Sara y el hombre que amo está a punto de morir.
Me arrojo contra el primer taxi que veo, el taxista tenía intencion de quejarse, pero enmudeció al ver mi cara, o quizás al ver mi camiseta mojada y probablemente transparentada. Le doi la dirección y le prometo el doble de lo que marque el taximetro si llegamos en menos de 15 minutos. Llegamos en 10.
Los billetes aun no habían terminado su vuelo hacia el asiento y mi cuerpo ya estaba corriendo de nuevo hacia un enorme edificio de pisos.
Timbro al portal y espero un par de segundos antes de darme cuenta que va abrir. Son las 3 de la madrugada así que no creo que ningún alma caricativa me abra la puerta. Golpeo con todas mis fuerzasel cristal. Puedo escuchar el sonido de mi carne al rasgarse. Ya me vendaré. Cojo la manilla del otro lado de la puerta y abró. Vuelvo a correr.
El ascensor parece moverse a camara lenta mientras mis dedos se pelean una y otra vez con el boton con la esperanza de que baje más rápido. Son 28 pisos y el muy gilipoyas vive en el ático. Por cada segundo que pasa mi esperanza va disminuyendo.
Al llegar el ascensor abro sus puertas con las manos para apresurar y presiona la ultima tecla del mando. Subo.
Estoy en su puerta
Está abierta. Mala señal.
Avanzo lentamente por el pasillo con miedo a lo que pueda encontrarme. Las paredes estan llenas de viejas fotos, carceles de recuerdos que nos dicen quienes fuimos en tiempos pasados y sobre todo nos susurran al oido quienes ya no están con nosotros. Nos veo, que felices eramos. Por impulso cojo mi foto favorita, no se porque pero la beso.
Un rayo cae y el viento arroja al suelo un cuadro. La ventana está abierta. Busco por todo su piso y no encuentro nada, solo fotos, sus viejas guitarras y lo imprecindible para vivir.
No está. Lo ha hecho. Me siento en el suelo abrazando nuestra foto y lloro. No es un sollozo histérico, ni siquiera se puede considerar llorar. Una única lagrima cae lentamente por mi mejilla mientras todo dentro de mi comienza a morir lentamente.
Mi cuerpo, sin yo controlarlo, se va tumbando lentamente hacia un lado y cierro los ojos. Quiero dormir, dormir para siempre.
No. Escucho atentamente. Ahí arriba. Música.
Me levanto, y subo los escalones lentamente hasta llegar a la azotea. El viento me golpea y casi me hace caer. Pero ahí esta. Él, sentado al borde del abismo, apoyado en un conducto de refrigeración mientras la lluvia cae sobre su cuerpo completamente desnudo tocando su guitarra.
Me acerco, lenta, cautelosa. Admiro desde la distancia su cuerpo, sus músculos, su pelo.
- Hola cariño. –Su cabeza se gira lentamente con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, no se como ha podido oírme.
- Hola Asel…
- Estás preciosa esta noche.
- Gracias. ¿Asel?
- Dime cariño.
- ¿Puedes dejar de estar sentado en la azotea a 28 pisos de altura y venir aquí?
- No. No puedo.
Se hace el silencio. De su guitarra salen sonidos lentos, suaves y hermosos. Toca como deben de tocar los dioses.
- ¿Sabías que mi verdadero nombre no es Asel?
- Si, lo sabía.- Comienzo a andar cautelosamente hacia él.
- Supongo que Antonio no es nombre para un rockero ¿no? Pero Asel no sé… Tiene estilo. Lo saqué de un libro.
- ¿Y quién era?
- Uno de los buenos, o eso creo. Muere al final
- Ah.
Estoy a su lado. A tan pocos centimetros que casí podría tocarlo, pero no lo hago.
- ¿Qué llevas ahí?
- Nuestra foto.
Cierra los ojos como si le acabase de decir lo mas bonito del mundo.
- La de cuando nos conocimos ¿no?
- Si
- Dios… ¿Recuerdas? Era uno de nuestros primeros conciertos, pero vosotros os sabíais todas nuestras canciones y estabais en primera fila, tu y tus amigas. En mitade mi parte favorita te agarré y te subí conmigo al escenario. Temblabas de miedo. ¡Y eso que solo seríamos unas 200 o 250 personas! Pero pronto te animaste y comenzaste a cantar conmigo en el microfono. Y yo vi tus ojos verdes. Pero no eran tus ojos ¿entiendes? Era como mirabas, era tu mirada, lo que veía en tu mirada. Miedo, libertad, sueños, esperanzas, inseguridad, pasion, fuerza, debilidad. Dios… aun lo veo ahora… Tenías que ser mía. Y te besé, dios creo que fue el beso mas romantico de mi vida. ¿Recuerdas lo que hiciste no?
- Claro
- Me empujaste y me gritaste ¿De que vas? La muy japuta de tu amiga hizo la foto justo en el momento que me comenzabas a empujar. Estaba tan avergonzado, todos tus amigos y todos los de mi grupo se estaban descojonando, joder incluso el público. Que vergüenza pasé. Terminamos a los 20 minutos de la risa.
- Pero me buscaste.
- Si para disculparme. Y en cuanto me viste te reiste y me dijiste “Para que aprendas capullo. No eres el rey del mambo”.
- Sí pero acabamos follando a lo perro en un parque a las dos horas.
Nos comenzamos como locos. Nos apoyamos el uno en el otro intentando no ahogarnos de las carcajadas. Me abrazo a él y el se abraza a mí con fuerza. Nos besamos, un beso lento y suave, como los acordes de su guitarra. Se separa y me mira a los ojos.
- También puedo tocar el violín.
- No lo sabía
- Supongo que me avergonzaba un poco. No sé, aprendí de niño. Un Antonio no puede tocar la guitarra eléctrica pero si el violín. Supongo que no lo toco el público para no recordar a Antonio.
- ¿Por qué odias a Antonio?
- No lo odio. Lo desprecio. Antonio representa todo lo aburrido de la sociedad, todo lo que hace que quiera huir de este mundo. Antonio es el hombre que mis padres quisieron que fuera. Trabajo fijo, mujer, aburrido, etc etc... Nunca pude serlo, por eso soy Asel.
- Me gustaría que tocaras el violín para mi.
Me mira y lentamente se da la vuelta, a sus pies hay una pequeña maleta y dentro de ella un viejo instrumento de madera. Asel coje el arco y comienza a rasgar las cuerdas del violín siguiendo el ritmo que le marca las gotas de lluvia al caer al suelo creando una melodía hermosa, salvaje, que remueve cada atomo de mi ser mientras sus ojos estan cerrados. En sus notas puedo ver la historia de un amor desgarrado y de una sonrisa perdida.
Para. Me mira. Y se acerca
Yo susurro
- Mi violinista en el tejado.
El violin acaba en el suelo mientras nuestros brazos se abalazan el uno contra el otro. Sus dedos desgarran mis ropas y yo con los míos busco su calor entre los pliegues de su cuerpo.
En sus ojos veo un poco de miedo
- Cariño.. tu brazo.. está sangrando.
- Lo sé.
Le callo con otro beso. Acaricio su piel mojada por la lluvia y pequeñas gotas traviesas de sudor. El agua golpea nuestras espaldas mientras me hace suya una última vez. Nuestros cuerpos se vuelven salvajes, ajenos a nuestra mente, bailamos con el viento y nuestra piel lucha por volverse una sola mientras nuestras lenguas sellan nuestro silencio.
Caemos al suelo, agotados, abrazados, mientras nuestros pulmones buscan aliento entre jadeos de extenuación.
Y llega el silencio.
No sé cuanto tiempo nos quedamos mirando al cielo tormentoso mientras nuestros cuerpos acudían a por calor el uno con el otro. Mi cabeza apoyada en mi pecho y mis brazos rodeando su torso.
Los segundos pasaban lentamente mientras su mano acariciaba mi pelo húmedo y los rayos atronaban a nuestro alrededor.
- Sara.
- ¿Sí?
- Me muero.
Durante unos segundos pudo escucharse mi corazón latiendo con fuerza.
- Lo sé.
- Cancer.
- Lo sé.
- Por eso me fui, por eso me marche de tu lado, no quería que me vieras convertido en un monton de polvo negro, una sombra de lo que fui, una cascara vacía y drogada por los medicamentos.
- Claro, no llegaste a pensar que quizás quisiera estar contigo, que sufriría mas al no saber que ha pasado de ti, porque te marchaste, que mal había hecho para dejarme sola.
- No…
- Y ahora huyes del hospital, y yo era el único número que tenían. Me lo cuentan todo. Has estado 6 jodidos meses muriendote en la cama de un hospital yde repente estas de puta madre y huyes de allí. ¿A ti que coño te pasa?
- Sara...
- ¡¿Qué?!
- Voy a morir esta noche.
- ¿Qué?
- En mi vida, todo ha sido decidido por alguien o por que no podía hacer otra cosa. Fui al conservatorio porque mis padres así lo querían. Fui a la universidad a estudiar su carrera. Forme el grupo porque no encontraba trabajo y a mis amigos les parecía divertido. Me cambie el nombre porque me lo pidió el managuer. Durante años me he sentido completamente vacio salvo cuando tocaba música. Vacio… o quizas lleno de nada. No lo sé. Lo único que realmente elegí yo fue besarte aquel día. Y esto..
- ¿y esto?
- Puedo morir mañana puedo morir pasado, dentro de un mes, o dentro de un año. Pero se que voy a morir. No hay esperanza. Al menos quiero decidir cuando morir.
- ¿Y yo que?
- ¿Y tu que?
- ¿¡No tengo nada que ver en esa decisión tuya!?
- No
- ¿Cómo?
- No, no tienes nada que ver. Es la única decisión que realmente solo me atañe a mí. Dentro de unos meses solo seré una triste caricatura de ser humano babeante incapaz de tomar decisiones, en mas tiempo moriré en una habitación. Y tu estarás sufriendo todo ese tiempo.
- Pero estarán ahí todos tus amigos. No morirás solo.
- Cariño, no te engañes, todos morimos solos.
- Pero..
- Calla
Me abraza y me besa. Lucho, pero mis lagrimas me quitan las fuerzas. Me dejo caer entre sus brazos y me dejo querer por sus manos unos momentos.
- ¿Cuándo lo haras?...
- Cariño… ya lo he hecho, hace unos tres cuartos de hora. Cuando escuché el timbre de la puerta. Sino, sabría que me arrepentiría nada mas verte y no podría hacerlo. Veneno. Muy shakesperiano ¿No crees?
- ¿Estas arrepentido?
- No.
- Te odio
- Mientes.
- ¿Qué haré yo sin ti?
- Ve a mi habitación, en el primer cajón encontrarás una caja pequeña con un lazo rojo. Subela.
- Pero ¿Por qué?
- Hazlo… Por favor.
Me levanto lentamente y cruzo la azotea como un alma en pena. Me acerco a esa habitación en la que habíamos compartido tantas cosas y abro la mesilla. Ahí está. La caja.
Vuelvo junto a él.
No hay nadie.
En el suelo, envuelto en mi ropa y encima de nuestra foto, una cinta de cassete.
Abro la caja sabiendo lo que hay dentro, una pequeña grabadora. Mete dentro la cinta y la hago sonar.
Solo escucho los primeros acordes y ya reconozco la canción.
La canción con la que empezó todo
La canción con la que tomo su primera decisión
Y tambien la última.
Miro hacia abajo y veo una mancha que era antes su cuerpo perfecto, a su lado, un hombre con portatil esta llamando a la policía, o eso creo. Está mirando fijamente hacia mí buscando el lugar desde donde cayó.
La música me envuelve. La lluvia y el viento bailan con mi pelo. Sonrio y una única lagrima cae entre las gotas hacia el vacio. Buenas noches.

sábado, 24 de julio de 2010

Lástima


Lástima, pudo haber sido emocionante, pudo haber sido bonito, pudo haber sido fascinante, pudimos haber matado de envidia las mejores historias de amor. Pudimos romper las reglas. Pudimos romper los esquemas. Pudimos escuchar los silencios y no las palabras vacias. Pudimos ser uno. Pudimos ser todoy no ser nada. Pudimos gritar al aire. Pudimos vivir nuestra pelicula. Pudimos encontrar la luz. Pudimos haber hecho que el mundo nos odiase por ser mas felices. Pudimos luchar contra el destino. Pudimos vencer a la tristeza. Pudimos ser libres.El mundo pudo haber sido nuestro.
Lástima

domingo, 2 de mayo de 2010

el humo del cigarro Final


El sol brilla con fuerza mientras atravieso las señales de no pasar puestas por los policías. Es curioso, te esperarías que en un momento así llueva, o haga niebla o incluso que haya la tormenta del siglo ¡Algo! Pero no que haga una suave brisa de verano mientras el astro rey calienta tu espalda. También esperarías cierta respuesta emocional exagerada como gritos de dolor o al menos un par de lagrimas saliendo de tus ojos al ver a unos de tus hermanos dentro de una bolsa con dos disparos en la cabeza y a otro ahogado en sus propios vómitos, probablemente muerto por sobredosis. Esperarías muchas cosas, no la extrema frialdad que atenazaba mi cuerpo y amenazaba con no irse nunca.
Me acerco al plastico negro que cubre a mi Gabriel el cual alguien parece haberse olvidado de cerrar del todo. Mis dedos apartan el pelo ensangrentado de su cara y de forma casi ociosa me pregunto donde estara la parte de craneo que le falta. Seguro que si Miguel no hubiera muerto habría dicho algo como “Colega puedo leerte la mente” y yo incluso me habría reído.
¿Por qué Gabri? ¿Qué ha pasado? ¿Has querido salvar a tu hermanito y te ha salido mal?
Cierro la bolsa y decido que es mejor no acercarme al otro cadaver. Busco al policía que maneja el cotarro. No me han hecho mucho caso al atravesar las barrera, no creo que le preocupen mucho el asesinato de dos yonkis asi que le da igual si alguien roba pruebas. Dos yonkis muertos en una cuneta, el mundo no se va a parar por eso.
Un poli de unos 50 años con un bigote que sería la envidia de una morsa parece dar mas ordenes de las que recibe así que me acerco a él. En cuanto estoy dos pasos mas cerca de él ya se había girado y me estaba ofreciendo un cigarro.
- Gracias.- Enciendo el pitillo y dejo que el alquitran entre en mis pulmones.
- ¿Luis Rojo?
- Correcto. ¿Qué ha pasado?
- ¿Son sus hermanos?
- Si.
- Mis condolencias
- Gracias
- ¿No es un hombre muy pasional verdad?
- ¿Y usted no es hombre al que le guste responder a la pregunta que ha pasado no es cierto?
- Y con sentido del humor, lo tiene todo.
- Sentido del humor, dos hermanos muertos, y piso propio. La envidia de todo hombre.
- Lo siento. Soy un insensible. Creemos que alguien disparo a Gabriel en un coche dos veces seguidas en la cabeza y después lanzo en esta cuneta a ambos. Tiempo después Miguel murió de sobredosis.
Asiento. Esto es todo lo que voy a sacar de por aquí. No hay muchas pruebas, un caso complicado, no creo que la cosa vaya para adelante. El policía me examina, soy lo mas parecido a un testigo que tiene.
- Señor Rojo. ¿Sabe donde estaban su hermanos anoche?
- No
- ¿Sabe de alguien que quisiera hacerles daño? ¿Algun enemigo?
- No
- ¿No voy a sacar mucho de usted?
- No
- Va a intentar usted encontrar el asesino comenzando una vendetta por los barrios bajos de la ciudad ¿No?
- ¿Si digo que si me detendrá?
- No. No se equivoque, no lo apruebo, pero es lo que yo haría si pensase que los policías le importa una mierda la muerte de mis dos hermanos. A mi no me da igual, e intentare detener al asesino. ¿pero sabes? Creo que tendra usted mas suerte.
- Gracias. Hasta luego. Que vaya bien la investigación.
Me marcho. Voy caminando entre las calles de Santiago. Estoy bien, tranquilo. No tiene nada que ver que en una hora haya consumido tres cajetillas en menos de una hora.
Miro mi portal, oscuro y sucio, como siempre. Lo único que noto al cruzar la puerta es una pequeña brisa que provoca un escalofrío que atraviesa toda mi columna vertebral. Subo los escalones en direccion a mi casa lentamente, uno a uno, recordando cada vez que había jugado con mis hermanos lanzandonos por el pasamanos. Abro la puerta cuidadosamente, mientras mi cuerpo cruza el marco espero oír a mi novia llamandome pero solo me responde silencio.
Me acerco a la cocina, supongo que estará sentada en la mesa y que vamos a continar la discusion de por la mañana pero lo único que encuentro en la mesa es una hoja de papel. Mis manos se acercan lentamente a la hoja, leerla es un error. Ya sabía lo que ponía. Que me dejaba, que no podía mas, que quería estar con una persona no con tres, que no intentara hablar con ella. Mis ojos confirman esa información en cuanto se posaron en el folio. Me siento en la silla y miro por la ventana.
- Bien… ¿y ahora que?
Respiro un par de veces. Mientras me levanto y agarro la mesa de madera y comienzo a dar vueltas para acabar lanzandola por el patio de luces todo parece completamente racional. Mientras la ropa de mis hermanos arde y el olor de la gasolina invade mi cuerpo sé que es lo correcto, que es lo que debo de hacer. Con un martillo destrozo muebles y con cada respiracion me siento un poco mejor, con cada golpe todo cobra sentido y con cada grito histerico de locura noto que los sentimients que me invaden se hacen mas fuertes.
Escucho golpes en la puerta y gritos de mis vecinos alertados por el humo. Lanzo un cuchillo a la puerta y despues de un grito de terror los golpes se terminan. Antes de que el incendio se extienda lanzo la ropa por la ventana y decido que va siendo hora de desmayarme. Mi cuerpo cae entre los escombros de mi vida y espero cerrar los ojos para siempre.
Lamentablemente en mi vida para siempre no debe ser mas de un par de horas.
Alguien me esta dando pataditas, probablemente para comprobar si estoy muerto. Abro los ojos. No me jodas, él no, ahora no.
- Hola Luís.
- Oh dios. El hijo pródigo ha vuelto a casa. ¿A que debemos este honor Javier?
- Me llamó la policía, sé lo de Miguel y Gabriel. Pensé que me necesitarías.
- No. Yo te necesitaba antes. Te necesitaba cuando el viejo reventó y me dejo con todos vosotros. Eras el único que podía ayudarme pero nooo. Tu nooo. Tenías que irte, vivir la vida y dejarnos al resto la mierda.
Veo en sus ojos la culpa, el arrepentimiento. Que se joda.
- Lo siento Luís… No podía aguantarlo
- ¿Y yo sí no? Espero que tengas un buen motivo para volver.
- No quería que hicieses ninguna locura…
- ¿Locura? ¿Qué locura? Suicidarme por ejemplo, sería una buena locura. Pero no, no puedo suicidarme, no tengo tiempo, tengo mucho que hacer. Han vuelto los viejos tiempos.
- ¿Viejos tiempos?
- Si, los viejos tiempos. Los buenos tiempos. Los tiempos del todo o nada, del vivir al filo de la navaja. Tiempos mas sencillos en los que el fin justifica cualquier medio. Voy a averiguar que coño ha pasado. ¿Quieres venir para que no cometa ninguna locura? ¡He estado loco todos estos años! Esto es lo único que tiene jodidamente sentido en mi vida desde hace mucho tiempo. Ahora todo es mucho más fácil. Ven, puede que aprendas algo.
Sin dejarle hablar le cojo del brazo y me dirijo a la habitación de mi padre. Está tal y como la dejo él, llena de mierda. Abro su armario y entre el polvo encuentro su vieja gabardina y su sombrero. Javier me mira extrañado, no comprende, antes de que de sus labios salga un ¿Por qué? Le respondo
- Porque esta es la ropa de hacer cosas malas.
Me pongo el sombrero. Al cerrar de un portazo el armario escucho un sonido metallico en una caja de zapatos. Vuelvo a abrirlo y cojo la caja. Oh si. Aquí está Laura. La pequeña Laura de mi padre, su única hija. Me encanta… Soy un tipo duro con pistola.
Caminamos en silencio por las viejas callejuelas. No se atreve a preguntarme a donde voy, está acojonado. No se esperaba esto para nada, pero es un Rojo, y sabe lo que tiene que hacer, la familia es la familia.
¿Le odio? No lo sé. Estoy cabreadisimo con él. Quizás si se hubiera quedado todo habría sido mas sencillo, nuestra vida mas agradable. O quizás solo hubiera sido un infierno diferente pero algo es algo joder. No puedes abandonar así a tus hermanos. Pero lo he echado de menos. Y si él nos a hechado de menos a nosotros en este tiempo durante las proximas horas se va a arrepentir de ello.
¿Qué coño estoy haciendo? ¿Quién me creo que soy? ¿Jhon wayne? Sí, soy Jhon wayne. Soy harry el sucio buscando venganza, soy terminator cambiando el pasado, soy Billy el niño, soy Rocky. Soy dios, y sabras que mi nombre es yavhé cuando mi furia caiga sobre ti. No soy nadie, no soy nada, soy un hombre hueco, vacio, un hombre vacio, o quizás, solo lleno de nada. Soy el hijo de la viuda.
Soy un hombre con un objetivo. Y mi objetivo se llama Anxo el colega de Miguel. Iban siempre juntos, empezaron en todo juntos: en las drogas, en las mujeres, en los atracos. Colegas de jeringuilla los llamaba yo y ellos se reían, yo no, hablaba muy en serio. Si alguien sabía donde había estado mi hermano aquella noche era él.
Llegamos a un viejo edificio casi en ruinas. De esos edificion que algun día fueron de colores pero ahora eran de un gris cementoso y lleno de humedades. Anxo vive en el tercer piso. Tengo dos formas de acercarme a él, la diplomatica que me llevará tiempo pero nadie saldrá herido, o sino a la antigua, mucho mas ruidoso y doloroso, pero sobre todo rápido. Bueno, lo decidiré cuando entre.
Al llegar a la puerta golpeo suavemente con los nudillos la puerta. Una voz lastimosa me pregunta por quién soy. Me paro unos segundos en hacerme la misma pregunta, después con voz queda respondo casi en un susuro.
- Luís..
Escucho el sonido de una silla arrastrarse con fuerza, como si alguien se hubiera levantado a toda velocidad y el rasgar de los dedos contra madera. ¡El hijo de puta está intentando huir por la ventana!
Antes de darme cuenta mi pie ya se dirigía a toda velocidad hacia la puerta. Las astillas volaron por los aires y algunas se clavaron en mi carne pero mi cuerpo no reacciona al dolor. Anxo sigue intentando pateticamente abrir la ventana mientras atrevieso a toda velocidad su asqueroso piso y cojo la silla de la que probablemente salió disparo. Creo que ya he decidido que no habra mucha diplomacia hoy. Él se da la vuelta justo cuando la silla se dirigía hacia su cuerpo. Javier me agarra para que no le golpee más, idiota, esto solo acaba de empezar.
Lo levanto como si fuera un muñeco y lo siento en una mesa. Espero a que sus gritos de dolor disminuyan. Mientras mi hermano les dice a los vecinos que no se alarmen que se ha caido. Nadie va a llamar a la policía, les da igual, algo habrá hecho piensa la mayoría.
- Mira Anxo, no eres un mal tipo. Eres demasiado imbecil como para ser malo, no sabrías hacerlo bien. Solo eres idiota. Pero si eres lo suficientemente listo como para saber que sino me dices lo que paso ayer quizás me piense no mandarte al hospital lo harás.
- No sé de que me estás hablando tío. No tengo ni idea de que va esto en serio.
- Respuesta equivocada.
Agarré su cuerpo y lo lanzé contra la pared, dios que poco pesan estos yonkis. Algo crujió en sus costillas, probablemente se haya roto alguna. Bien.
Gritos de dolor llenan la habitación, el pobre Javi está a punto de llorar.
- Ve al portal y vigila que no venga la poli, si oyes las sirenas pegame un grito.
- S-S-si Luís.
Sabía que no iban a venir, pero no le hace nada bien a mi hermano ver esto. Vuelvo a agarrar a Anxo mientras intenta luchar pateticamente contra mis garras. Sus zarpas pasan por mi cara y me hace una herida con sus uñas que me atraviesa toda la cara. Sin querer le suelto mientras la sangre sale rapidamente y amenaza con entrar en mis ojos. El chico aprovecha ese segundo de debilidad para intentar escapar, pero antes de que alcanze la puerta mi cuerpo se abalanza sobre el y le tiro al suelo y yo con él. Comienza a gritar. Joder esto se me está yendo de las manos. Cojo su cabeza y la golpeo contra el suelo con fuerza. Se calla, esta inconsciente de momento.
Lo levanto como un saco de patatas y lo dejo en la mesa. Voy al baño y me lavo la herida. Me va a quedar cicatriz, una cicatriz de guerra. Miro a Anxo. Busco en mi interior si me duele hacerle esto a un chico con el que me he reido tantas veces y me doy cuenta de que no. ¿En que me estoy convirtiendo?
Necesito respuestas así que lo agarro. Respira, eso es importante, dentro de poco estará consciente. Subo cada uno de los pisos de este horrible edifcio con el a cuestras hasta llegar a la azotea. 6 pisos no parece mucho, esperemos que nuestro amigo tenga miedo a las alturas. Le agarro por la ropa y coloco la mitad de su cuerpo sobre la lejana acera. Suavemente le susurro al oído.
- Despierta cariño…
Lentamente abre los ojos. Oh dios, su grito hace que valga la pena subirle aquí a cuestas.
- JODER TIO, estas como una cabra
- ¿Quién fue Anxo?
- No lo sé tío, no sé de que me hablas.
Alejo sus pies un poco mas de la segura azotea.
- Habla.
- No me hagas esto colega
- ¡Habla!
- ¡Fue Rakso!
Le devuelvo a la seguridad del suelo y con un signo le insto a continuar.
“Ayer por la tarde fuimos yo y tu hermano al local de Rakso, tiene la mierda mas barata de la ciudad y normalmente no es mala. No es de primera calidad pero sirve. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Allí queríamos comprar un par de dosis a Rakso, un tipo duro de verdad ¿Sabes? Y como no queríamos comprar el material sin comprobar que era bueno le dio una prueba gratuita pero en cuanto tu hermano se había pinchado lo suyo el muy gilipollas de Gabriel llegó para tocarnos los huevos. Estaba todo loco, dijo que nos había seguido desde que salímos de su casa. ¿Qué que coño nos creíamos que estabamos haciendo? Como si pudiera meterse él en nuestra vida ¿Sabes lo que te quiero decir tío? Entonces empezo con Rakso, que como se atrevía vendernos esa mierda y todo eso. Entonces Migui se levantó y le empujó y Gabri le respondió con otro empujon el muy cerdo. Entonces Migui se cayó, pero no se levantó ¿Sabes? Empezó a temblar, es como si la emoción le hiciera una reacción en el cuerpo y le estuviese dando un chungo. Empezo a vomitar blanco, tío blanco, fue asqueroso. Gabri se puso supernervioso y quiso llamar a la ambulancia. Rakso le paró, dijo que así sería peor para todos, que ya los llevaba a ambos al hospital en el coche. Gabriel gritaba como un idiota pero acabó aceptando, el muy gilipollas le dijo a Rakso que le iba a denunciar, no entiendo como coño aceptó entrar en el coche. Yo estaba flipando en el suelo, te juro que fue alucinante toda la escena. Después vi como el coche se alejaba en dirección contraria al hospital y decidí quedarme allí a esperar. No se cuanto tiempo despues aparecieron unos colegas de Rakso por el piso y al preguntarles que había pasado me agarraron como hiciste tu antes y me dijeron que si decía que había estado allí me matarían. ¿Entiendes lo que quiero decir? ¡Me matarían!”
En mi cabeza las cosas empezaron a conectarse. Rakso mató a mis dos hermanos porque si llevaban a Migui al hospital por la sobredosis le preguntarían de donde había sacado las drogas y entonces Gabriel lo confesaría. Su negocio se iría a la mierda y él a la carcel, así que les convenció para llevarles al hospital en coche. Les dijo que por el otro camino se iba mas rápido, y en cuanto llegaron a una cuneta solitaria disparó dos veces a quemarropa en la cabeza de Gabriel y lo lanzo a la carretera junto a Miguel esperando su muerte por la mierda que se había inyectado, el otro yonki no hablaría por miedo y todo volvería a la normalidad. Dos idiotas menos en el mundo.
- ¿Dónde vive Rakso?
Me dice la dirección con la seguridad del que piensa que ya está a salvo.
- ¿Por qué no me llamaste cuando viste que se iba en dirección contraria al hospital para decirme lo de la sobredosis?
- No tenía movil.
Una risita de inocencia sale de su boca.
Una sonrisa paternal aparece en mi cara.
- ¿No tenías movil? Muy mal, eso tiene que arreglarse.
- ¿C-cómo?
Cojo mi movil de dentro de la gabardina, y se lo enseño.
- ¿Te gusta?
- Si, es bonito y tal. ¿Sabes lo que te digo no?
Con todas mis fuerzas golpeo su cabeza con el movil, piezas de este salen volando por todas partes.
- ¡IMBECIL!
Los golpes le llovían uno detrás de otros, yo ya no estaba allí, yo era un testigo ajeno de aquella brutal paliza.
- ¿Cómo se te ocurre? ¡Era tu amigo joder! Podría haberles salvado. Pero no, eras demasiado estúpido como para llamar a la poli o a mí cobarde de los cojones.
Mis puños ardían y la sangre resbalaba entre mis dedos, su cara no era mas que una caricatura de un ser humano. Me alejo de él, yo tampoco soy ya un ser humano. Ni siquiera paro a comprobar si respira. Bajo las escaleras tranquilamente y al llegar a la puerta mi hermano me para.
- ¿Qué ha pasado Luís? ¿Qué te ha dicho?
- ¡¿Qué coño te importa? ¿En que jodido momento te ha importado a ti una mierda tu familia?!
- ¿Qué estás diciendo?
Un puñetazo aterriza en su cara haciendole caer al suelo.
- Vete a la mieda. Renunciaste a tu familia en cuanto te fuiste de casa y pasaste de nosotros. No eres nada para mí, nada. Si vuelvo a verte te mato. ¿Entiendes?
- P-pero.
- ¿ENTIENDES?
Se levanta y sale corriendo. Lo siento Javi, no podrías aguantar en tu conciencia lo que voy a hacer. Olvidate de nosotros, será lo mejor.
Me voy a casa. A lo lejos escucho los cohes de policía y pronto descubro que mi casa está rodeada de pitufos. Alguien debió de llamarlos. Me miro a un cristal y me alegro al notar que estoy irreconocible, mi cara, mis ojos, mi cuerpo es el de otra persona que se cuida mucho menos de lo que yo hacía antes. De repente me acuerdo que hace mucho que no fumo, así que me enciendo otro cigarro. Me voy a un parque, me tumbo en un banco y decido dormirme un rato.
Me despierto con el sonido de unos niños jugando. Miro mi reloj y descubro que he dormido todo un día. He tenido suerte de que no me detuvieran. Me levanto, es hora de ponerse a trabajar. Me dirijo a la dirección que el pobre Anxo me dijo. Tardo un par de horas andando en llegar, es un barrio de mala muerte me siento como en casa. Timbro un par de veces en el portal de su casa, nadie responde. No está en casa, normal. Debe estar celebrando que no le hayan pillado.
Hay un bar a pocos metros de ahí. Decido meterme dentro, desde la ventana puedo vigilar si entra o no y estoy sediento. Me siento en la barra y se acerca un camarero joven y con cara de insolente.
- ¿Qué va a querer cabalero?
- Un whisky sin hielo. Rápido.
Y en cuanto el veneno alcoholico atravesó mi garganta todo se volvió oscuro en mi cabeza.

Ahora
Recuerdo, joder si recuerdo. El jodido asesino de mis hermanos acaba de entrar por la puerta de su casa y yo he estado demasiado borracho como para recordar porque estaba ahí. No puedo entrar por la puerta principal, probablemente esté armado y así se irá todo el factor sorpresa a la mierda, voy hacia el callejón al lado del edificio y ahí encuentro una escalera de incendios. Salto hacia ella y en pocos segundos ya estoy encaramado a la ventana de su piso. Escucho la llave luchando por entrar en la cerradura, el muy imbecil está borracho. Abro la ventana silenciosamente y me pongo al lado del marco de la puerta del salón. Finalmente consigue abrir la puerta y avanza hacia mí. Sin atreverme a respirar saco la pistola. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. Ha pasado. No he disparado. Me escucha respirar y se gira. Le veo los ojos, mierda está colocado, sus manos se acercan su bolsillo donde veo un reflejo metálico, tiene un arma. No sé porque no he disparado, y ahora el muy cabrón va a rematar la familia Rojo.
Le da tiempo a sacarla antes de que yo le dispere. Dos veces. Cae al suelo como una marioneta al que se le acaban de cortar todos los hilos. Respira, está vivo. No puedo, no puedo hacerlo. No puedo matarlo a sangre fría Cojo su telefono mientras noto como su cuerpo va perdiendo color. Aprieto los números y escucho una voz robótica que me dice.
- Urgencias ¿Cuál es el problema?
Miro por la ventana y veo como unas gotas empiezan a caer del cielo. Gotas que pronto se convierten en tormenta. Me acerco hacia el cristal mientras el asesino de mi familia agoniza y desde el telefono escucho a la operadora decir ¿Hola? Al otro lado de la calle veo a un hombre sentado en la acera, parece que no le molesta la lluvia mientras escribe en un viejo portatil. Levanta la cara y me mira fijamente mientras una sonrisa se forma en su cara. Me alejo de la ventana y un miedo irracional atraviesa mi cuerpo. Me apoyo contra la pared y cierro los ojos. Vuelvo a mirar por la ventana y allí no hay nadie, fuera quien fuera me ha despertado.
Cuelgo el telefono
Me acerco al hombre
Debería decir algo.
No lo hago.
4 disparos atraviesan su cabeza.
Escucho sirenas, alguien debe haber oído los dos primeros disparos y ha llamado a la policía. Vuelvo a la ventana. ¿Qué hago? Nada, ahora estoy vacio… o quizás lleno de nada. Abro la ventana y la lluvia choca contra mi cuerpo. Escucho golpes en la puerta y mientras subo a la vieja Laura hacia mi cabeza veo a lo lejos entre las nubes una naranja caer. Lo último que pienso antes de apretar el gatillo es “Que extraño”.
Buenas noches hermanitos.

lunes, 26 de abril de 2010

el humo del cigarro 3 parte


Tengo 15 años
- A ver Luísito, explicame que ha pasado.
- Señor director, Luísito lo sera su madre, puedes llamarme Raven.
Una sonrisa asoma por sus labios, le hago gracia. Miro a mi alrededor y me devuelve la mirada un cuarto que intentaba ser serio y se quedaba en patético. Es lo que tiene el sistema educativo público dirigido a lo peor de Santiago. En el techo podían verse humedades y era incapaz de ver la madera de la mesa entre tanto papel tirado encima, demasiado trabajo para un solo tipo, es un hijo de puta pero habría que nombrarlo santo.
- Esta bien… Raven. ¿Qué ha pasado?
- Nada.
- Respuesta incorrecta. Quizás si te enseño esto recuerdas algo.
Lanza de forma muy dramática una bolsa de maría a la mesa, su gesto es serio y veo que estoy en un buen problema
- Ah, eso. ¿Cómo sabe que es mía?
- No soy idiota, solo tuve que amenazar a un par de personas con acusarlas a ellas y me dijeron que hablara con los Rojo, es decir, tu o alguno de tus hermanos. Eres el mayor así que aposté por ti. ¿Es tuya?
- Lo es
- A ver Lu..
- ¡Raven!
- Raven.. ¿Por qué?
- ¿Si le doy un buen motivo no me expulsara ni me denunciará?
- Te expulsare, pero no te voy a denunciar aun estas a tiempo de rectificar y no tirar tu vida a la basura.
- Bueno, entonces no vale la pena seguir hablando, ¿tres días como siempre o ya es para siempre?
- Dime quien te la dio, como lo conseguiste y a quien pensabas vendérsela y serán tres días.
- Hasta luego diré, ha sido un placer.
Me doy la vuelta y abro la puerta, él se queda sentado inmutable. Cuando cierro escucho como un cajón se abre y el sonido de una botella descorcharse, no sé si beberá para celebrar que hay una alimaña menos de la que preocuparse o porque realmente le duele que me haya ido. Avanzo unos metros y veo a Miguel, mi hermano pequeño. Sus manos tiemblan de nerviosismo y de sus labios parecen salir susurros pidiéndole a cualquiera que escuche un poco de suerte. Su cuerpo es delgado, muy delgado, sus ojos intranquilos y con mala conciencia, el típico chico que sabes que va a acabar mal. Me ve y se abalanza sobre mí como un león a su presa, necesita saber.
- ¿Qué ha pasado?
- Estoy expulsado.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque alguien es lo suficientemente gilipollas para vender mierda a desconocidos y por creerse que puede ser el dueño del mundo de la droga con 13 años.
- L.. Lo siento. ¡Te juro que encontrare al que me delato y lo mataré!
Me doy la vuelta y le golpeo en el estomago con mis puños, no se lo espera y su cuerpo se contrae como una tortuga con miedo. Mis manos lo agarran y lo levantan en el aire como una muñeca de trapo, dios, no debe pesar mas de 50 quilos.
- ¡Lo que vas a hacer es callarte! ¡Lo que vas a hacer es dejar toda esta mierda! ¡lo que vas a hacer es estudiar y dejar de joder con tus niñadas! ¡Madura imbécil!
- ¡Pero necesitamos la pasta!
- ¡Que te calles! ¡lo que necesitas es una buena ostia! Como vuelva a verte haciendo el gilipollas te juro que te destrozo. Mierda, joder. Además ahora me voy a poner a currar porque gracias a ti ya no tengo que estudiar y puedo ayudar a papá.
Le suelto, se queda en el suelo quieto.
- Lo siento raven…
- Me llamo Luís joder. Madura.

Tengo 17 años
- Hijo levantate.
Mis ojos se abren lentamente mientras me despierto. Me cuesta unos segundos darme cuenta de donde estoy. El hospital. Mi padre golpea mi brazo mientras con la otra mano hace un signo para que no hable. Se levanta, intento retenerlo pero aparta mi mano con violencia y entiendo que no es muy buena idea llevarle la contraria. Miro su cuerpo y puedo ver los efectos que el cancer está teniendo sobre él, pálido, delgado, ojos vidriosa, la sombra del hombre que fue. Me agarra y me lleva sigilosamente hasta la puerta del pasillo. Abre lentamente y mira por un resquicio si hay alguien y hasta que supo que era seguro no la abrió del todo.
- ¿Qué coño haces papa?
- Calla joder.
Avanzamos unos metros por el pasillo hasta llegar en una esquina, allí mi padre se asoma para vigilar y al descubrir dos enfermeras pone la mano en mi pecho para que no me mueva. Se vuelve hacia mi y me susurra lentamente al oído.
- Luís, vas a salir corriendo de aquí gritando cualquier tontería. Eres bastante mas rápido de lo que yo era a tu edad así que no te pillaran y seras una distracción perfecta para mí. Quedamos dentro de 5 minutos en mi coche. ¡Ahora!
Sin tiempo a reacción me empuja hacia fuera. Las dos enfermeras me miran extrañadas.
- Esto… disculpen. ¿Podrían decirme que hora es?
Una de ellas frunce el ceño y me responde
- Las 12 y media.
- Oh comprendo, que tarde se me ha hecho. Esto… bueno… ¿Qué iba a decir yo? Ah si. ¡MONOS VOLADORES! ¡MONOS NAZIS VOLADORES! ¡SOCORRO!
Y corro y grito y no paro. Todo el hospital se despierta y con muy mala ostia. Celadores y enfermeros me persiguen y salen de la nada para deterneme y hacerme callar. No lo conseguirán. Cojo una camilla y cogiendo impulso me lanzo sobre ella, todos se apartan a mi paso hasta que una enfermera gordísima me placa. La camilla cae y yo con ella. Me rodean dos médicos para detenerme pero antes de que me tuvieran en sus garras mis manos vuelan hacia el pantalón del que está mas cerca y los hago caer hasta suelo quedando se mis perseguidores paralizados ante lo inesperado de la situación,uno al ver que un chiqullo le ha humillado y el otro al comprobar que su colega no lleva habitualmente calzoncillos.. Aprovecho ese segundo para escurrirme entre los dos y lanzarme a las escaleras que estaban justo enfrente. Bajo los escalones de 4 en 4 y en cuanto tengo espacio salto de escalera en escalera por el hueco. Pierdo la cuenta de los pisos y al rato escucho cada vez mas lejos los gritos de mis perseguidores hasta que llego al sótano 2, donde esta mi coche.
Avanzo entre los automoviles escondiéndonos y escucho cerca de mí la tos de mi padre. Puedo notar como sus pulmones luchan por no salir volando de su boca. Me asomo entre los coches y veo a mi padre tumbado en el suelo temblando y unas gotas de sangre al lado de su cabeza.
Corro hacia él temiendo lo peor, y le agarro la cabeza mientras una nueva oleada de dolor y toses recorre su cuerpo. Lo aprieto contra mí unos segundos hasta que su cuerpo se relaja. Quedamos así unos segundos hasta que lentamente separa su cabeza de mis brazos y susurra con voz ronca
- ¿Monos voladores nazis?
- Fue lo primero que se me ocurrió
- Dios… ya no sé lo que os enseñan en el colegio.
Se levanta con dificultad y se acerca el coche, mira la puerta del piloto y se acerca pero a medio camino parece cambiar de idea.
- Luís ¿Sabes conducir?
- Papá, tengo 17 años
- No me jodas Luís que nos conocemos, coge mis llaves
- Tranquilo, ya tengo yo las mías.
Nos reímos como hace tiempo que no lo hacíamos. Nos subimos al coche y arranco el motor.
- ¿Dónde le llevo caballero?
- Tú conduce, yo te guio. Sigue recto y gira a la derecha en la rotonda.
- Necesito una explicacion papá. ¿Qué coño ha pasado ahí dentro?
- Ayer escuche a los medicos. Pensanban que dormía pero a mi no me pilla ningún matasanos, esos cabrones se creen mejor de lo que son, siempre tocandome los...
- ¡Papá! Al grano
- Sí, sí. Lo siento. Les escuche hablando de mí, dijeron que si pasaba de esta noche habría ocurrido un milagro.
- ¿Q-Que?- Las lagrimas surgían de mis ojos.
- Que si joder, no dramatices.
De su pijama de hospital, de alguna parte que espero no averiguar jamás saca una cajetilla de tabaco. Me pasa un cigarro y el enciende otro. Le miro con los ojos muy abiertos, sorprendido y con cierta ira.
- ¿Qué te pasa?
- Papá, tus pulmones…
- Un poco tarde para dejarlo ¿no? Anda fuma, te sentirás mejor.
- ¿Pero por qué quieres que te saque del hospital? ¡Así no tendras ninguna oportunidad!
- No quiero morir en un hospital..
Callamos. Lo entiendo. Dios, ¿Por qué todo se va a la mierda a tanta velocidad? Conducimos en completo silencio solo interrumpido por breves indicaciones de mi padre. El reloj pasa de las dos de la madrugada cuando me pide que detenga el coche. Hemos pasado hora y media conduciendo y no tengo ni idea de donde estoy. Delante de mí un viejo bar restaurante, no muy lujoso pero con buena pinta y que lleva horas cerrado. Cerca, una vieja valle de madera de un color que probablemente antes fuera blanco y ahora es desconchado protege a los transeuntes de caerse en un río que atraviesa una pradera de hierba como una caricia colandose entre las piernas.
Mi padre se apoya apoya en la cerca y enciende otro pitillo.
- Cuida de tus hermanos ¿entendido? Te necesitan, eres el único con cabeza en esa jodida casa.
- Sí papá.
- No te metas en lios. Se que no os he enseñado bien, pero siempre hay otro modo ¿entiendes? No debes golpear y destrozar a cada uno con el que se hayan metido en problemas nuestros chicos, así nunca aprenderán. La violencia, ser un tipo duro me ha llevado a acabar así. No acabes como yo.
- Sí papá.
- Luís, eres un buen chico.
El río suena como un susurro en la noche, unos segundos de silencio sirven para asimilar todo lo que está pasando.
- Papá. ¿Por qué aquí?
- Aquí conocí a tu madre.
Volvemos a callarnos. Él ya no dira nada, es un tipo duro. Me pongo a su lado y mi mano se apoya en su brazo, le respeto, es un desgraciado, un perdedor, una mala influencia, un padre horrible, pero joder, es mi padre.
Permanecemos así horas. De repente un nuevo ataque de tos hace que mi padre caiga al suelo en cuestion de segundos. Sangre sale de su boca y esputos negros manchan el suelo. Grita de dolor y agarra la hierba del suelo en un vano intento de retener la vida con sus manos. Al poco deja de temblar. Llamo a la policía. Mientras espero su llegada me permito llorar, ya no podré volver hacerlo.

Tengo 18 años
- Bien. Aquí esta tu mesa. A partir de ahora trabajaras aquí. Tu cometido será asegurarte que las cajas estan donde deben estar. Las cajas dependen de ti, la empresa depende de ti, a partir de hoy eres el dios de las cajas recuerdalo. Y para que te des cuenta de tú poder te entrego “el sello”.
Mis compañeros sonríen, alguien con un curro peor que el suyo, eso es poco habitual. ¿Le harán esto a todos los nuevos?
- Así que mi cometido será sellar papeles.
- Oh chico, tomatelo con humor, no es tan grave, es un buen trabajo. Mejor que cualquiera que podrías conseguir sin el titulo escolar. ¿Cómo se te ocurrió dejarlo?
- Lo siento tío José.
- Enterate, ahora eres un adulto. Comportate como tal.
Mis compañeros seguían sonriendo. Odio este sitio. Una fabrica de cajas, en todos mis años de adolescencia jamás pensé que acabaría sellando papeles en una fabrica de cajas. Mi tío es un hijo de puta, le encanta tenerme aquí para demostrarse a si mismo que es mejor que mi padre, que su hermano, solo por eso me contrato. Pero tiene razón, tengo que portarme como un adulto. Ahora me toca hablar a mí,
- Bueno ¿Dónde están todos esos papeles y esas cajas de las cual soy dios?
Una sonrisa se estampa en mi cara. Risas por parte de mis compañeros. ¿Así que esto es odiar la vida?

Hace seis meses
Mil cuatrocientos sesenta y cinco sellos. Mil cuatrocientos sesenta y seis sellos. Mil cuatrocientos sesenta y siete sellos. Mil cuatrocientos…
La voz de mi tío interrumpe mis pensamientos. La nave industrial donde trabajo tiembla con el ruido de las sillas al arrastrarse por el suelo.
- Las seis.
Solo esas palabras salen de su boca, no necesito mas. Me levanto, se acabo mi apasionante jornada laboral. ¿Qué haran todos esos impresos sin mí? Me dirijo a la puerta junto mis compañeros y la brisa de la ciudad golpea mi cara. Me apoyo contra la pared de la fábrica de cajas para respirar un poco cuando los veo. Miguel y Gabri. Mis hermanos, los que me quedan. Javi, el mayor después de mí, no pudo con la presión y huyó de casa poco después de empezar aquí. Solo quedabamos tres de la familia Rojo
Bueno, dos y medio.
Gabri era el tercero, el mas listo de los tres. El que puede sacarnos de toda esta mierda. Joder, esta en la puta universidad. Le ayudo lo que puedo pero gracias a todas las becas que ha conseguido por ser jodidamente listo al final el que nos ayuda esél.
Pero Miguel… está peor que nunca. De la inofensiva e incluso positiva maría se paso a la coca, y como veía que se excitaba demasiado empezo con el caballo para relajar la maquinaria. És estúpido, pero para él tenía sentido. Estaba aun mas delgado que en el instituto y con muchísima menos cabeza. Había tirado su vida porel retrete y Gabri estaba empeñado en lanzarle un salvavidas.
Gabri se adelanto hacia y me agarró del brazo.
- Lo siento, no he podido retenerlo.
- Necesito 80 pavos tío. Hoy has cobrado tío, lo necesito.
- No he cobrado una mierda, te los doy mañana.
- ¡Luís! No le dés nada. ¿No ves que solo haces que se vaya a por caballo?
- Mira Gabriel. Al menos me lo ha pedido y no me ha robado nada, eso es un logro. Tú no vives con él, no sabes lo que és. Prefiero darselo antes de que se chute con caballo de segunda y se nos quede en el sitio.
Miguel se abalanzosobre mí mientras lloraba de alegría.
- Tú si que me entiendes. Tú sí que me quieres, eres mi hermano tío.
Pude ver en la cara de Gabriel el dolor que causaban esas palabras. Él le quería muchísimo, por eso le jodía Era el que nos va a salvar, yo solo los mantenía hasta que eso ocurriera, pero no entiende la mierda en la que esta metido Miguel, no entiende lo que es una adicción.
Enciendo mi cigarro y dejo que mi hermano llore. Gabri se acerca a nosotros y nos intenta abrazar, pero antes de que lo haga Miguel me suelta y le empuja al suelo. Se rasca las muñecas contra la gravilla y en el suelo murmura. “Te salvare… algún día”

Hace 5 días.
Hoy he vuelto a discutir con mi novia. Dice que no me importa,que vivo por mis hermanos. Es cierto a medias, sin ella me habría tirado de un puente, es lo único que tengo que no es para ellos, lo único que hace que mi vida sea propia, pero no me entiende. Amo y odio a mis hermanos al mismo tiempo, los quiero porque son mis hermanos, porque lo han vivido todo conmigo, pero los odio porque mi vida es una mierda porque mi padre me dejo a cargo de ellos, odio a Gabriel por ser mas listo que yo, odio a Miguel por haber encontrado una forma de evadirse de esta mierda.
Me han ascendido, ahora tengo una mesa mas grande y unos 50 euros mas de sueldo. Mi responsabilidad tambien ha aumentado, ahora tengo dos sellos,uno para aceptar y otro para rechazar, soy un dios de el papeleo.
El telefono suena. ¡Sí, hasta tengo telefono propio! Dejo que suene un par de veces antes de dignarme a contestar.
- ¿Sí?
- ¿Luís Rojo?-era una vozfría y distante, obviamente era la policía.
- Correcto.
- Somos de policia nacional.
- Digame algo que no sepa. ¿Qué ha hecho Miguel? ¿A dónde tengo que ir a recojerlo y cuanto es la fianza?
- Señor, es por sus hermanos Gabriel y Miguel Rojo.
- Si ya ya. ¿Qué han hecho?
- Han muerto. Lo siento.
Mi mundo explota.

miércoles, 21 de abril de 2010

El humo del cigarro 2 parte


Intento mirar disimuladamente a mi alrededor, nadie se ha dado cuenta del brillo metálico que durante unos segundo asomó por mi gabardina. Estoy metido en una buena y no tengo ni idea de porque. El sudor empieza a asomar entre mi pelo resbalando por el cuello mientras un escalofrío recorre mi columna vertebral. El muchacho llega con mi copa, le agarro la mano y lo acerco a mi mientras le susurro al oído
- Oye colega. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
- ¡Joder tío sueltame! ¡Apestas! Llevas aquí tres días, llegas en cuanto abren y no te vas hasta que te avisamos por quinta vez. ¡si hasta duermes al lado de la puerta!
- N.. no es posible.
- Creo que necesitas un medico, has bebido demasiado.
- Si… ¿Pero por qué?
Me mira unos segundos, con unos ojos de pena parecidos a los que le pones a un perro callejero, y se aleja de mi dejando la copa llena. Mis ojos vuelven a detenerse en el espejo y veo que el tipo tiene razón, joder, estoy asqueroso.
Piensa Luís piensa… Tengo que hacer algo, ¿pero qué?
¡Sara! Tengo que llamarla, ¿Cómo me he podido olvidar de mi chica?
Mis dedos luchan en vano por localizar el móvil en mis bolsillos. Una blasfemia sale de mi boca al descubrir que mi teléfono ha huido. Enciendo otro cigarro y lo gasto tan rápido que empiezo a toser, miro con temor la mano con la que me tape la boca por si acaso encuentro sangre. Siempre lo hago, quizás por miedo, poco después de que mi padre me diera mi primer paquete el encontró sangre entre sus dedos después de un fuerte ataque de tos. Murió dos meses mas tarde de cancer. Finalmente los cigarros le dieron el consuelo que necesitaba. Dejandome a mí con tres bocas que alimentar, tres hermanitos persiguebragas y mojacamas y mi única opción trabajar en la fabrica de cajas de mi tío, aunque la verdad es que no me quejo, otros acabaron peor.
Levanto la mano, el camarero vuelvo con cara de impaciencia, le pido usar su teléfono y el me responde con una mirada de desprecio. Me indica el final de la barra y allí me dirijo.
Intento recordar el número de Sara pero soy incapaz. Tengo su tarjeta de visita en la cartera así que la saco, sin querer mi mano roza la pistola y se me pone la piel de gallina. Intento ignorar esa molesta sensacion y mientras saco mi ansiado premio de la cartera una foto cae de ella. Maldigo entre dientes y la recojo. Es una foto mía y de mis hermanos, tío, parecemos hasta felices.
Mi cuerpo se contrae, mi corazón late a mil por hora, como si quisiera salirme del pecho y decirme algo. Me agarro a la cabina para no caer al suelo. Dios, sea lo que sea que este pasando tiene que ver con mis hermanos.
Aguanto hasta que se me pasa, me cuesta un par de minutos y la gente empieza a mirarme a raro. Agarro el teléfono y marco los números que me indican la tarjeta. Suena un par de veces hasta que ella lo coje, solo con sentir su voz todo parece un poco mejor.
- ¿Si?
- Cariño.. soy yo.- Una sonrisa se forma en mis labios, todo se va a arreglar.
- ¿Luís?
- Si. necesito tu ay..
- ¡Te dije que no volvieras a hablarme!- sus gritos se podían oír en todo el bar- ¡¿Cómo te atreves a llamarme?! ¡No quiero saber mas de ti! Dios… después de lo que le hiciste a ese tío vas y me llamas. Si vuelvo a verte llamo a la policía. ¡Adiós!
- Pe…
Mis palabras quedan en el aire atrapadas por el pitido del teléfono, ha colgado. La gente de las mesas de alrededor me interroga con la mirada y puedo ver el miedo en sus ojos, lo han escuchado todo. Me siento en el suelo con las manos en la cabeza. Necesito pensar, cojo la cajetilla buscando mi fuente de inspiración cuando un grito de furia sale de mi boca.
- ¡Joder! Ya me los he fumado todo.
La gente comienza a alejarse un poco de mi y murmuran entre ellos. Mi mano se eleva unos centímetros y señalo a un tipo con pinta de estar cagandose en los pantalones
- ¡Eh tú!
- ¿Qu- qu- que quiere?
- Dame un cigarro
- ¿Qué?
- ¡Que me des un jodido cigarro!
- Cl- claro.
Su voz tiembla, dios, ¿Qué estoy haciendo? Estoy demasiado borracho.
- Tome.
- Gracias.
El tipo se aleja y vuelve a sentarse. Enciendo el cigarro y aspiro todo el humo que puedo antes de echarlo. ¿Qué le hice a el tipo que dice la que parece ser que ahora es mi ex? Obviamente está relacionado con que me haya dejado así. ¿Qué le ha pasado a mi móvil? ¿Cómo me he hecho esta herida en la cara? ¿Por qué llevo tres días aquí sentado bebiendo sin parar? Debía de estar esperando a algo… ¿pero a que? Y sobre todo. ¿Por qué?. AGH, necesito una copa.
- ¡Tú! ¡Camarero! Dame otro whisky.
- Creo que ya has bebido demasiado colega.
Me levanto sin pensarlo, mi cuerpo tiembla de ira al acercarme a la barra. Y lanzo lo que queda del cigarrillo a la cara del memo que me está llevando la contraria.
- ¡Mira gilipollas, tengo sed, necesito alcohol, y tu puto deber es darme otra copa a su debido precio, así que saca la cabeza de tu culo y dame un jodido vaso lleno hasta arriba o te juro que convierto tu cara en comida para perros!
- Tranqui colega. Ahora te lo traigo.
Espero en la barra y en unos segundos hay un whisky doble con hielo delante de mí. Mientras acaricio la copa una mano se posa en mi espalda. Mi cabeza se gira lentamente. Veo ante mí a un tío muy cabreado, su cara estaba cogiendo un tono rojaceo y las venas se marcaban en su cuello pero quizás hubiera sido mucho mejor idea fijarme en el puño que veía hacia mi a toda velocidad antes que en sus venas.
Sus nudillos golpean mi cara y de mi boca sale la sangre acompañada por un diente, lo veo volar lentamente como si se estuviese despidiendo. Apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre la barra. Eso ha dolido.
- Va a ser mejor que te vayas, no queremos a gente como tú por aquí.
- Oh tío, ese era mi diente favorito. ¿Cómo se lo diré a su madre? Se lo va a tomar muy mal. Que insensibles.
- Amigo, si sigues por aquí no te quedaran dientes así que no tendrás problema.
- Tranqui tranqui, ya me iba. Por cierto, es una lastima, odio desperdiciar así una copa cuando la necesito tanto.
- ¿Qué?
Antes de que pudiera reaccionar mi mano agarra el vaso lleno de whysky, tomo impulso girando en el taburete y lo estrello contra su cara. Cae entre gritos de dolor, quizás algún cristal se le ha clavado en el ojo. Que se joda, era mi diente favorito.
Veo que dos amigos suyos se acercan, un resplandor metálico sale de la mano de uno de ellos, una navaja. Tengo que salir de aquí. Los dos intentan acorralarme, miro a mi alrededor pero no veo ninguna arma cerca, hay que ir a la desesperada. Agarro el taburete y se lo lanzo con todas mis fuerzas. La idea era derribarlos y tener espacio para escapar, pero lamentablemente parece que hoy en día todos los taburetes están atornillados al suelo. Este permanece estático y gracias a la ley de acción y reacción mi cuerpo no, de la resistencia inesperada pierdo el equilibrio y caigo al lado de mi viejo amigo, que aun grita como un condenado y esta sangrando una barbaridad. Me clavo unos cristales en la espalda, justicia poética supongo, pero lamentablemente mis nuevos colegas no tienen pensado filosofar sobre el tema, el que no lleva navaja me pega una patada con todas sus fuerzas. Noto como algo cruje dentro de mi y veo como su compañero se prepara para darme un navajazo en todo mi estomago. Mis manos rozan el suelo disimuladamente y agarro un cacho del vaso roto y antes de que la hoja afilada caiga sobre mí me abalanzo sobre su pie y corto lo que encuentro. Grita, sangra, creo que me he pasado, joder, le he cortado el puto tendón. Su amigo entra en pánico al verlo a él caer y a mi levantarme.
- Chist chist, esta muy feo acuchillar a alguien en el suelo.
Salgo corriendo, estoy seguro de que han llamado a la policía. Me meto en un callejón y rezo para que nadie haya visto donde. Abro un contenedor de basura y me meto dentro. Tendré que esperar un buen rato a que se tranquilice todo, así que mas me vale ponerme cómodo. ¿Qué coño he hecho? ¿Qué coño me ha pasado? ¿Por qué estoy tan jodidamente furioso?. Joder… solo soy un maldito oficinista, trabajo en una empresa de cajas, se supone que soy un tipo pacifico. Hace años que no me peleo, y cuando lo hacía era para defender a mi hermanos pero parece que he pillado practica. Necesito pensar.
¡Mierda! ¡No tengo pitillos!
Mi puño golpea la pared del contenedor y de repente todo se desvanece, creo que me estoy desmayando.



Despierto con el grito de alguien.
- ¡Un muerto!
Mis ojos se abren lentamente, una mujer de unos 70 años acaba de recibir un buen susto al ir a tirar la basura.
- Tranquila señora, aún no, o eso espero.
Me levanto y me quito el sombrero para saludar. Salto fuera del contenedor y me dirijo a la calle. Me alejo del callejón sin prisa pero sin pausa para no llamar la atención. Parece que mi vida se ha complicado terriblemente en poco tiempo y he bebido lo suficiente para no saber por que. Parece ser que beber para olvidar funciona. Me paro en un estanco y pido una cajetilla de tabaco. El dependiente me mira raro, no quiero ni imaginarme lo mal que debo oler ni el aspecto que tengo. Me dice que están cerrando, me pregunta como vengo a estas horas. Miro a la ventana y es cierto, es noche cerrada y nisiquiera me había dado cuenta. Debo haberme pasado horas insconciente. Le digo que solo es un paquete, le doy un billete de 5 y le digo que se quede el cambio.
Salgo de la tienda y respiro el aire de la noche, poso el cigarro en mis labios y lo enciendo disfrutando de su sabor. Estoy yo solo en la calle y me apetece disfrutar del momento. Me apoyo en una farola y miro los coches pasar, a lo lejos veo un hombre andando con prisa, manos los bolsillo y bufanda puesta. En mi cara se forma una sonrisa, colega, solo te falta un cartel que ponga “Soy sospechoso. Fijense en mi.”. Llega hasta un portal, mira a su alrededor y abre la puerta, lentamente se quita la bufanda y cierra el portón lentamente, pero antes hace un ultimo vistazo a la calle. Le veo a la cara y el cigarro se resbala de mi boca
Joder, ya recuerdo.
Agarro la pistola.

lunes, 19 de abril de 2010

El humo del cigarro 1 parte


- Mi padre.- estas palabras salen de mi boca mientras mis labios juegan con el humo de un desgastado cigarrillo. - Mi padre no era un mal tipo, no era un héroe como los que aparecen en la tele, pero no era un mal hombre. A veces bebía hasta perder el conocimiento y cuando lo hacía teníamos que escondernos para no recibir alguna caricia en la cara con suficiente fuerza como para tener que dar montón de explicaciones a los de asuntos sociales. No sería la primera vez que traía una mujer a casa delante de nosotros, y tampoco la ultima en la que le viéramos consumiendo una buena dosis de estupefacientes, y ni hablemos si necesitabas que hiciera algo en la hora del partido de su equipo favorito porque en ese momento no tenía ni hijos. Si, era un ejemplo horrible, pero repito, no era un mal hombre. Nos crió él solo después de que muriera mi madre, y a su manera intento inculcarnos su retorcida visión del honor y el deber, honor y deber de ratas callejeras, pero honor al fin y al cabo. Pero nunca olvidare el día de navidad en el que mi padre me cogió del brazo, y mirándome a los ojos, con una cara de tristeza que solo se puede ver en perros que han sido apaleados durante toda su vida y me dijo con voz grave mientras extendía mi primer cigarrillo entre mis dedos “Hijo… Te dirán que esto es malo para tu salud, que gastas mucho dinero y un montón de mierda más, pero creeme chico, creeme. El mundo es jodido, el mundo es un jodido saco de mierda, y los cigarros son el consuelo de los cabrones, de los abandonados, de la escoria. Cuando creas que no tienes ningun motivo para levantarte una mañana, cuando sientas que todo se va a la mierda, fumarte ese cigarro sera lo mas cercano al cielo que podrás estar, porque siento decirte que en el infierno ya estás. Buenas noches chaval.”

- ¡Tío! Solo he preguntado si querías otra copa ¿Qué me estás contando? ¿Me has visto cara de psicoterapeuta?

- Bua… no sé que me ha pasado, lo siento.

- ¿Quiere algo?

- S.. si, dame una whisky sin hielo.

Le pego otra calada al cigarro que se queda posa plácidamente en mil pulmones unos segundos mientras dejo que el veneno actué, lentamente lo expulso. Este ritual me ayuda a pensar, no se donde estoy, ni porque estoy aquí, miro mi figura en un espejo detrás de la barra. Un viejo sombrero raído, una gabardina oscura, una herida en la cara que no recuerdo como pude habérmela hecho y una sensación en el estomago que parece decirme que he tomado demasiado alcohol últimamente.

Mis manos buscan por mi abrigo nuevo, o quizás viejo, no lo recuerdo, buscan avidamente entre los bolsillos buscando alguna pista para mi extraño estado de amnesia selectiva. Encuentro mi cartera y de ahí sale mi carnet, “Luís Rojo” bueno, esto confirma que al menos recuerdo quien soy y no me equivoco de personalidad. Luís Rojo, procedente de Santiago de Compostela, nacido el 12 de agosto de 1982. tres hermanos, todos mas jóvenes y aunque rondo la treintena, es mas, la supero, aun me llaman luisito. Trabajo de oficinista en una fabrica de cajas y fumo demasiado. Genial, se quien soy, premio para el caballero, mas me vale seguir la búsqueda. Mis dedos rozan lo que me parece que es una petaca llena de alcohol, mi barriga me avisa que mas me vale no comprobarlo. Mientras el camarero ha dejado la copa a mi lado y me mira como si me faltara un tornillo… probablemente este en lo cierto.

Prefiero no arriesgarme con la copa y seguir consiguiendo pistas, toco algo metálico, siento curiosidad y lo agarro. Antes de sacarlo del todo lo suelto rápidamente, me bajo el sombrero y me bebo mi copa de golpe y mientras el vaso se tambalea en la mesa ya le estoy gritando al camarero por otro.

Joder

¿Qué coño hago con una pistola?

continuara

sábado, 10 de abril de 2010

necesito una copa


En mi cara hay dibujada una sonrisa de seguridad en mi mismo que estoy muy lejos de sentir. Su cuerpo, casi pegado al mio, y de su boca surgen palabras como un río de plata, hermosas, lentas, suaves, con un sonido parecido al ronroneo de un gato mimoso, y todas ellas sin excepción son provocadas por el alcohol.
Su cabeza se apoya en mi pecho y puede oír la fuerza con la que late mi corazón, mi mano comienza a temblar y para disimular acaricio suavemente su pelo.
Sigue hablando, sigue volviéndome loco con cada una de las frases que deja caer sobre mi pecho. mientras mi cerebro arde con todas las posibilidades de un siguiente paso. Ella me mira los ojos, y puede ver en ellos lo que me esta sucediendo. Duda, se calla unos instantes y piensa en todas las posibles consecuencias de liberar sus labios y permitirme entrar en mi pequeño paraiso.
Cierra los ojos, y abre la boca. Ya no va a decir mas cosas hermosas.
Escucho disculpas, escucho problemas, escucho deseo y sentimiento de culpa. Asiento, lo entiendo, me toca levantarme, largarme de alli y no insistir, sonreir y demostrar que soy un buen amigo.
Su mano me retiene y sus brazos me aprietan en un abrazo eterno, puedo notar las lagrimas resbalando sobre su suave cara y cayendo sobre mi pecho, ahora soy yo el que le susurra al oído, diciéndole que todo se arreglara, que sea muy feliz, y que no se preocupe por mi.
Se levanta, tiene que marcharse, la acompaño afuera y se despide de mi con un suave beso en la mejilla. Veo como su coche desaparece en una curva.
Vuelvo a la fiesta y un amigo se me acerca habla como hablan los borrachos, gritando y con felicidad en la mirada.
- ! tío! tomate un porro, anda, que es tu cumpleaños. joder, no se cumplen 18 años todos los dias.
agarro el porro y le pego una profunda calada, lentamente sale el humo de mis pulmones.
- ¿que tío? ¿a que sabe la mayoría de edad?
escupo al suelo, solo puedo mirar y responderle.
- A ceniza.
me marcho, necesito una copa

jueves, 18 de marzo de 2010

El hombre del portatil 2 parte, diganme si merece la pena presentarse al concurso xD



Los días pasaron lentamente. Me había encerrado en mi habitación cubierto con una sabana sentado en la esquina de la cama mirando el vacío. Había pasado del turbulento mar del miedo a las tranquilas aguas del terror puro en un tiempo record. Mi cabeza volaba de un lugar a otro intentando entenderlo todo, entender que significaba cada cosa que me había dicho y mi papel en medio de todo.

Un hombre, ni siquiera estoy seguro de que sea un hombre, dice ser el que escribe todas las historias del mundo, es más, escribe la misma historia del mundo en la cual para él dios y el demonio solo son dos personajes más. Se hace llamar El narrador pero yo puedo llamarle Ángel. Y ese mismo hombre que dice escribir la historia del mundo también dice que está escribiendo el fin de este, y que la primera señal serán naranjas.

Ángel… se me hace raro que tenga nombre. Para mí siempre había sido el hombre

A veces mis padres entraban en mi habitación y se sentaban conmigo, me preguntaban que me pasaba, que si era por una chica. Una vez vi a mi madre llorando por la impotencia y yo me levanté y les dije palabras tranquilizadoras, pero quizás solo fuera para tranquilizarme a mí.

Pasaba horas mirando al vacío, y el vacío me devolvía la mirada diciéndome cosas al oído y que solo sonaban en mi cerebro. “Míralo por el lado positivo chico” me decía una y otra vez “poca gente sabe cuándo se ha vuelto loco, juegas con ventaja.” Pero a veces, solo a veces una voz más suave y profunda llegaba, un susurro que era amenaza y a la vez esperanza. “¿y si no lo estás?”

Y al tercer día decidí averiguarlo. Me levanté de la cama que había sido mi hogar durante todo ese tiempo y lancé la sabana al suelo y haciendo eso me quite un peso enorme de encima. Me duché y sentí como el agua al chocar contra mi piel revivía cada uno de los poros de mi ser y me sentí en paz. Pues sabía que hacía lo correcto. Salí de la casa tranquilo, mirando a un cielo limpio y a un sol que iluminaba todo con fuerza mientras una ligera brisa alegraba el mundo.

Caminaba lentamente y encontré un cristal donde me reflejaba y admiré mi aspecto. Mi piel estaba de una palidez tal que casi parecía marfil junto con unas ojeras que daban a mi cara un aspecto cadavérico, un efecto al que ayudaba que hubiera perdido unos 10 kilos en menos de 4 días por las emociones. Toqué mi cara y sentí como mi mano raspaba con una barba de varios días que parecía una lija de carpintería. Comencé a reírme como un niño pequeño y a la primera señora que vi la saludé y le dije gritando “¿A que estoy hecho un galán?”. Y me fui cantando y bailando, gritando y saltando por las calles porque a pesar de mi aspecto me sentía mejor que nunca. La gente se paraba y me miraba con la misma cara que miran a un loco cuando no se entiende lo que hace. Lo comprendía porque yo también tenía la misma sensación, no sabía porque me sentía así, pero así era y pensaba aprovecharlo.

Cuando me cansé de los saltos y los gritos me senté en un viejo banco en un parque Desde allí mire a una tienda de gominolas en la que yo solía comprar, estaba llena de chavales que como yo no tenían clase ese día y de repente escuche una risa que me era muy familiar.

Ella estaba ahí, la mujer por la que me había odiado a mí mismo y después había pasado a odiar el mundo estaba ahí con esa risa que me volvía loco. Era guapa, muy guapa, realmente preciosa y podía pasar horas mirándola que no me cansaría. De repente se giró y le cogió la cara a un chico, besándole suavemente en los labios. Así que ese era el chico que había odiado sin conocerle, ese odio puro y sin motivo real que tanto me satisfacía por dentro. Sonreí, ya no podía estar mal con ellos. Entendí las palabras que me había dicho Ángel el primer día, ella no era mi historia, era la de otro, y no merecía la pena estar mal por ello. Me levante y me acerqué a ellos, lentamente y con una sonrisa en los labios. Ella me vio y dejó de sonreír, pude ver una especie de sentimiento de culpa en sus ojos y a la vez de miedo, puede que por mis aspecto o quizás porque temiera que fuera a pelearme con su chico. Se apartó de él y le dijo que esperara mientras se acercaba hacia mí. Nos miramos unos segundos sin saber quien debía empezar a hablar. Al final ella se decidió

- Perdóname… - con un gesto de la mano hice que se callara

- ¿Lo sabías verdad?

- ¿Él qué?

- Lo sabías.

Ella me miró y comprendió al fin.

- Si... sabía lo que sentías, y tú a mí también me gustabas, por eso estaba tanto contigo. Pero…

- Apareció él.

- Sí...

- Sed muy felices, de corazón. No tengo nada que perdonarte

Me di la vuelta y me aleje aún sonriendo. Al final de la calle estaba él, el hombre que me dijo que le llamara Ángel, observándome fijamente con la cabeza ladeada apoyándose de la pared. Fui directo hacia él pero antes de llegar una voz hizo que me girara. Ella estaba detrás de mí y se la veía nerviosa.

- ¿puedo preguntarte algo?

- Claro, ya lo sabes.

- Ese aspecto tan horrible… ese aspecto de cadáver. ¿es por mi culpa? ¿por lo que pasó?

- Para renacer hay que morir ¿no?

La miré con mi mejor cara y me volví a dirigir hacia él. Podía ver todos sus dientes afilados en un amago de sonrisa.

- Es la frase más inteligente que he oído en mucho tiempo.

- ¿Me esperabas?

- No tienes ni idea desde hace cuanto tiempo.

- Como mínimo tres días

- Cierto es, no me esperaba que lo asimilaras tan rápido, pensaba que tardarías un par de días más.

- No, no lo he asimilado, lo he aceptado que es diferente. Pero supongo que tengo preguntas que hacerte.

- Recuerda que la última vez no te gustaron demasiado las respuestas. Haz las preguntas que quieras pero mientras demos un paseo.

Comenzamos a andar uno al lado del otro en completo silencio. Buscaba las palabras pero no llegaban o no eran exactamente como esperaba. Pero finalmente me decidí por la más sencilla y la que más me daba miedo.

- ¿Qué quieres de mí?

- ¿ahora mismo o en líneas generales?

- Ambas

- Ahora me gustaría que giraras a la derecha, y que sigamos por este callejón. Siempre me han gustado los callejones, ¿a ti no? Tienen como magia... son sitios llenos de misterio.

- Apasionante.

- También me gustaría que te ahorraras el sarcasmo, conmigo no muchacho. Al menos hasta las 12.

- Lo siento.

- Lo que quiero de ti es sencillo, me interesas. Eres libre, no he escrito nada sobre ti. Solo que naciste, y quizás algún día escribiré que morirás. Eres el hombre sin historia y lanzas olas en todo el estanque que son difíciles de calcular, por tu culpa he tenido que escribir la historia de las próximas 6 décadas una infinita cantidad de veces. Tú bendición es la libertad, y tu maldición al mismo tiempo porque nadie más es libre y sus historias están condenadas a no cruzarse durante demasiado tiempo con la tuya.

- ¿Pero por qué?

Me miró, y entendí que no era la pregunta correcta.

- ¿Naciste?- volví a preguntar

- ¿Cuando abres un libro te preguntas cuando nació la voz que te cuenta todo? Si es un narrador personaje tiene sentido pero si no es así, la voz ha existido siempre solo que ahora tiene algo que decirte a ti.

- Pero la voz la crea un escritor en algún momento, y los escritores han nacido algún día también.

- ¿Seguro? ¿Y si todas las voces y todos los narradores fueran el mismo? ¿Y si todos los grandes escritores fueran la misma persona? ¿O sí todos los escritores lo fueran aunque ellos no lo supieran? Vida propia, mente propia, pero que cuando escriben son otra persona.

- Pero eso es… imposible... ¿no?

Le miré y me di cuenta que para él la palabra imposible era un concepto bastante abstracto y que le pasaba a otras personas. Y entonces me di cuenta.

- Y cuando yo escribía tu historia... ¿era yo u otra persona quien escribía?

- Tú y solo tú. Yo nunca he influido en tu vida hasta ahora.

- ¿Y por q...?

Antes de que pudiera terminar la frase me mando una de esas miradas que decían claramente que no me lo iba a poner tan facil. Así que solo pude soltar una carcajada y cambiar la pregunta

- ¿Por qué has escrito la historia de un mundo que es tan horrible? ¿Por qué haces gente malvada, el hambre, las enfermedades y todo eso?

- Me sorprende que aun no lo entiendas, esto es una historia, y toda historia necesita héroes y villanos. Necesita problemas y drama. ¿A quién le interesa la historia de un niño que se encuentra un perro muy majo se lo queda y son felices para siempre? ¡A nadie! Pero si ese perro mordiera a la señora López en el trasero y el niño tuviera que luchar por salvar a su chucho de que lo sacrificaran sería mucho más interesante ¿no crees?

- Pero podrías hacernos tan felices a todos con un gesto, un mundo sin problemas ni guerras.

- Cada personaje tiene su personalidad, un escritor debe respetar la personalidad de sus personajes, sino no está escribiendo su historia sino la que a él le gustaría que tuviera. Además, la gente necesita drama, ya lo entenderás con el tiempo.

Anduvimos durante un buen rato otra vez en silencio. Miraba los oscuros y estrechos callejones por los que pasábamos y a veces me asustaba por el movimiento de alguna rata entre la basura. Esperé lo que me parecieron horas hasta conseguí reunir el valor a preguntarle

- ¿Por qué escribes el apocalipsis?

- Genial, has hecho la pregunta justo a tiempo.

- ¿justo a tiempo para qué?

- Para crear un buen efecto dramático.

Alzó el brazo y pude ver que acabábamos de salir de los callejones y habíamos llegado a un antiguo cementerio. Unas verjas puntiagudas de un metal oscuro custodiaban la ciudad de los muertos pero él las abrió casi sin tocarlas, al entrar yo e intentar cerrarlas mis brazos se vieron impotentes por el peso de esas moles de hierro.

Caminamos entre tumbas, estatuas lloros, rosas y flores secas hasta que llegamos a una especie de palacio de muerte custodiado por dos ángeles con espadas a cada lado y en la puerta un grabado del segador, la muerte. Un encapuchado con una guadaña, no se le podía ver los ojos, pero parecía mirarte fijamente.

Tenía la sensación de que estaba anocheciendo pero al mismo tiempo sabía que era imposible, que no eran más allá de las 4 de la tarde ¿o no? Ángel me agarro del hombro y me miro a los ojos.

- Muchacho, en toda historia solo hay dos cosas realmente importantes. El principio y el final. Con un mal principio el lector pierde interés y suelta el libro, con un mal final el lector tiene la sensación de haber perdido el tiempo, una sensación de decepción, de dejar la historia coja. Pero si consigues un buen final y un buen principio el resto viene por si solo. Y eso se puede aplicar también a la vida de las personas, mira el principio determina gran parte tu vida, donde has nacido, como fue el nacimiento, tus genes. El final determina tu éxito en la vida, en vuestra cultura si naces en una cuna hecha de mierda y mueres en un ataúd de oro significa que has triunfado en la vida. Y si es aplicable al ser humano, ¿por qué no al mundo? Si es la mayor historia de todas.

- ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué me lo cuentas sino puedo hacer nada?

El Narrador se dirigió a una de los ángeles y se sentó a su lado pasando uno de sus bazos por detrás como si fuera un viejo amigo.

- Porque estoy cansando… por eso. He vivido durante millones de años, algunos como persona, otros como seres que no podrías imaginar. He sido energía pura, he sido pensamientos de un universo infante. Un día por mero aburrimiento, o obedeciendo a reglas mayores que ni yo mismo puedo desobedecer cree la historia de un mundo que en el que había vida, y otro, y otro y luego otro más. No os creáis especiales, hay más mundos que vosotros. Pero un día decidí quedarme aquí, no por nada en especial. Cuando eres un ser cosmológico no tienes demasiados caprichos, pero creo que me gustó la idea de ver las historias que había creado. ¿Sabes algo? La humanidad es una infección, una enfermedad contagiosa que se te acaba pegando y no hay medicina que lo cure. Al principio me resistí pero al cabo de los siglos me hice un poco humano.

Miré al oscuro edificio y después mis ojos se dirigieron a él, oh dios, empezaba a entender y no sabía si me hacía mucha gracia o me daba mucha pena. Él me miro y soltó una carcajada.

- Veo que ya lo intuyes, sí, me volví un poco humano. Comí vuestra comida, bebí vuestra agua, respire vuestro aire, probé los placeres de la carne en todas sus posibilidades… y sus pasiones.

- ¿Me estás diciendo que…?

- ¿Me enamoré? Sí, hará un poco menos de un siglo. Una mujer hermosa como pocas, inteligente como muchas menos y con una risa que me volvía loco. Pero no debí hacerlo. Era como tú, se fijaba en la gente. Un día estaba sentado en un banco escribiendo todas las historias cuando ella se acercó a mí y supo que era especial. Yo la conocía claro, había escrito su historia, pero al igual que tú, al entrar yo en la humanidad creé olas que movieron todo el estanque. No tenía historia, y cometí el error de querer tener una. Estuvimos juntos un largo tiempo y fuimos felices pero la inevitabilidad narrativa, una fuerza que debo seguir hasta yo, que rige la mayoría de las historias hizo que una guerra civil estallara. Por culpa del amor había dejado de lado mis obligaciones y las historias habían seguido el rumbo que les había marcado aunque no sabía que acabaría así. Soy el escritor, pero créeme las historias mandan más que yo aunque las cree yo mismo. Su fuerza es la inevitabilidad narrativa y deberás aprender sobre ella si te gusta escribir. Intenté evitarlo, pero todas las líneas de acontecimiento llevaban a la misma conclusión, ella debía morir y así lo hice. Volví a ser quien era como siempre debí ser. Y como único agradecimiento hacia esa felicidad que me había brindado, este mausoleo y el recuerdo eterno.

- ¿La dejaste morir? ¿Aunque la querías?

- Es lo que debía hacerse, no te atrevas a juzgarme porque créeme chico no tienes ni idea de mis responsabilidades, cometí un error y ella pago por mí. Ya no puedo volver a ser el de antes, no puedo volver a vagar por el multiverso, soy demasiado humano ¿entiendes?

- ¿Y por eso debe ser el apocalipsis?

- ¿Recuerdas lo que le dijiste a aquella chica?

- Para renacer hay que morir…

- Este mundo debe desaparecer, aun no, pero desaparecerá. Estoy cansado, no quiero escribir más, he vivido demasiado.

- ¿Pero no decías que todo vuelve a empezar? Que el final de una historia solo es el principio de otra y todo eso.

Me miró y entendí

- oh no...

- Exacto.

- No, no puede ser, no puedo hacerlo.

- Sí que puedes, es tu destino.

- ¡Mientes! Dijiste que no tenía historia.

- Por eso es tu destino, porque el narrador es el único que no tiene historia, porque nadie se molesta en contarla.

El terror se adueñaba de mí, quería correr, pero el abismo de sus ojos me lo impedía.

- ¡No!

- ¡Sí! Es lo que siempre has querido, escribir, escribir la vida, escribirlo todo. Es quien eres. Tienes dos opciones, o aceptar mi regalo o no hacerlo. Si no lo haces borraré toda esta historia, volverás atrás y ese día no me verás ni ningún otro, o si prefieres aquel día que caíste por las escaleras no te cogeré la mano. El resultado será el mismo, en uno morirás físicamente en el otro te pasarás todas la vida preguntándote por que existes. Fingiendo tener una vida cuando nada te satisface.

Respiré y me relaje, al final lo comprendí todo.

- ¿No tengo opción verdad?

- Si la tienes, solo que no te gustará. He dejado todo atado, sucederá en unos años, muchos años, tendrás tu vida. Cuando sea tu turno lo sabrás. No volverás a verme, la magia se ha acabado, al menos durante un tiempo.

- ¿Qué será de ti?

- He escrito todas las historias, todas y cada una desde que tome conciencia y ahora ya he acabado.

- ¿y ahora qué?

- Creo que me toca escribir la mía.

Se alejó, lentamente como los que saben que la felicidad puede esconderse en un paseo. Una ligera brisa agitaba su pelo y la noche comenzaba comerse el día. Mientras atravesaba las rejas me atreví a hacerle la última pregunta.

- Oye… si tú eres El narrador, el que escribe todas las historias... y si quizás yo lo soy algún día... ¿Quién es El lector?

Se giró por y por última vez pude ver esa sonrisa de lobo y esos ojos como fosas abismales que absorbían toda la luz.

- No tengo ni idea, ¿pero a que es inquietante?

Y se perdió en la niebla, una niebla que acababa de surgir de la nada. Me reí, un final literario, de los que le gustan.

*******

Han pasado muchos años desde aquel día. Me he casado, varias veces, me he acostado con más mujeres de las que puedo recordar el nombre y sé que ninguna recuerda el mío pues yo no tengo un verdadero nombre desde aquella. He cumplido mi sueño de ser escritor, ninguno de mis libros ha sido un gran éxito pero me han dado de comer. No he tenido una historia, he tenido pequeños relatos, pequeños sainetes de entreacto pues no formo parte del cuento de nadie. Y escribo todo esto no porque sea mi historia, sino porque él se merece que alguien se la escriba.

He ido a todos los loqueros que he conocido para saber si soy un demente peligroso, aunque en fondo sé que no. Sigo mirando la ventana, sigo mirando la lluvia como aquel primer día que le vi y empezó todo. Una lagrima o dos surcan mi rostro echando de menos esos días de magia.

El único sonido que reina en la casa es el repiqueteo de las gotas de agua contra el cristal y el único moviendo es su baile con la música del viento. Cojo todas las hojas de su historia y las vuelvo a leer, sonrió al ver lo idiota que era.

Suena la puerta. Me levanto, supongo que será el pizzero, o la vecina. Al abrirla veo que no hay nadie, pero al bajar la cabeza veo un viejo portátil gastado con el tiempo. El miedo surge de pronto y mi cabeza se da la vuelta con rapidez.

Desde la ventana veo una pequeña naranja cayendo del cielo en mitad de la lluvia, una naranja deslizándose suavemente por el viento y lluvia, es bello a su modo. Sonrío, es mi turno