lunes, 19 de abril de 2010

El humo del cigarro 1 parte


- Mi padre.- estas palabras salen de mi boca mientras mis labios juegan con el humo de un desgastado cigarrillo. - Mi padre no era un mal tipo, no era un héroe como los que aparecen en la tele, pero no era un mal hombre. A veces bebía hasta perder el conocimiento y cuando lo hacía teníamos que escondernos para no recibir alguna caricia en la cara con suficiente fuerza como para tener que dar montón de explicaciones a los de asuntos sociales. No sería la primera vez que traía una mujer a casa delante de nosotros, y tampoco la ultima en la que le viéramos consumiendo una buena dosis de estupefacientes, y ni hablemos si necesitabas que hiciera algo en la hora del partido de su equipo favorito porque en ese momento no tenía ni hijos. Si, era un ejemplo horrible, pero repito, no era un mal hombre. Nos crió él solo después de que muriera mi madre, y a su manera intento inculcarnos su retorcida visión del honor y el deber, honor y deber de ratas callejeras, pero honor al fin y al cabo. Pero nunca olvidare el día de navidad en el que mi padre me cogió del brazo, y mirándome a los ojos, con una cara de tristeza que solo se puede ver en perros que han sido apaleados durante toda su vida y me dijo con voz grave mientras extendía mi primer cigarrillo entre mis dedos “Hijo… Te dirán que esto es malo para tu salud, que gastas mucho dinero y un montón de mierda más, pero creeme chico, creeme. El mundo es jodido, el mundo es un jodido saco de mierda, y los cigarros son el consuelo de los cabrones, de los abandonados, de la escoria. Cuando creas que no tienes ningun motivo para levantarte una mañana, cuando sientas que todo se va a la mierda, fumarte ese cigarro sera lo mas cercano al cielo que podrás estar, porque siento decirte que en el infierno ya estás. Buenas noches chaval.”

- ¡Tío! Solo he preguntado si querías otra copa ¿Qué me estás contando? ¿Me has visto cara de psicoterapeuta?

- Bua… no sé que me ha pasado, lo siento.

- ¿Quiere algo?

- S.. si, dame una whisky sin hielo.

Le pego otra calada al cigarro que se queda posa plácidamente en mil pulmones unos segundos mientras dejo que el veneno actué, lentamente lo expulso. Este ritual me ayuda a pensar, no se donde estoy, ni porque estoy aquí, miro mi figura en un espejo detrás de la barra. Un viejo sombrero raído, una gabardina oscura, una herida en la cara que no recuerdo como pude habérmela hecho y una sensación en el estomago que parece decirme que he tomado demasiado alcohol últimamente.

Mis manos buscan por mi abrigo nuevo, o quizás viejo, no lo recuerdo, buscan avidamente entre los bolsillos buscando alguna pista para mi extraño estado de amnesia selectiva. Encuentro mi cartera y de ahí sale mi carnet, “Luís Rojo” bueno, esto confirma que al menos recuerdo quien soy y no me equivoco de personalidad. Luís Rojo, procedente de Santiago de Compostela, nacido el 12 de agosto de 1982. tres hermanos, todos mas jóvenes y aunque rondo la treintena, es mas, la supero, aun me llaman luisito. Trabajo de oficinista en una fabrica de cajas y fumo demasiado. Genial, se quien soy, premio para el caballero, mas me vale seguir la búsqueda. Mis dedos rozan lo que me parece que es una petaca llena de alcohol, mi barriga me avisa que mas me vale no comprobarlo. Mientras el camarero ha dejado la copa a mi lado y me mira como si me faltara un tornillo… probablemente este en lo cierto.

Prefiero no arriesgarme con la copa y seguir consiguiendo pistas, toco algo metálico, siento curiosidad y lo agarro. Antes de sacarlo del todo lo suelto rápidamente, me bajo el sombrero y me bebo mi copa de golpe y mientras el vaso se tambalea en la mesa ya le estoy gritando al camarero por otro.

Joder

¿Qué coño hago con una pistola?

continuara

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