miércoles, 4 de agosto de 2010

historia sin titulo


Se estremece como la última hoja de un arbol moribundo con la brisa de otoño. Me acerco a ella lentamente mientras sus labios se posan suavemente sobre un afortunado cigarro. Antes de que acabe el movimiento la llama de mi mechero baila sinuosamente ante sus ojos.
Le da una calada lenta y profunda y me lo pasa mientras se enciende otro para ella. Aun permanece en el pitillo el curioso sabor de mis labios, lo disfruto mientras me pregunto si esto es el cielo.
Estamos refugiados en un viejo portal mientras la lluvia cae sobre la ciudad en una orgia de ira y rayos. Su cuerpo tantea el mio por unos instantes buscando el calor de otro ser humano. Mis brazos rodean su cuerpo y mi cabeza se apoya en su cuello mientras ambos miramos la danza de las gotas con el viento.
Tiembla como un niño atemorizado, pero lucha durante breves instantes al notar el roce de la tela al ponerle mi chaqueta sobre sus hombros. Siempre ha sido una chica orgullosa, supongo que por eso la quiero.
Se gira, poco a poco, y sus ojos se clavan en los míos como solo ella sabe hacerlo. El cigarrillo vuela por los aires antes de aterrizar en un charco. Nos miramos unos segundos y mi cigarro acompaña al suyo en su destino.
Sus labios se abren un poco, solo un poco, anhelantes de un nuevo sabor. Sus ojos se entrecierran y sus manos comienzan a rodear mi espalda. Dos segundos que me parecen décadas. Cierro los ojos esperando el momento por el que mi vida va a cobrar sentido.
No llega.
Noto su cabeza en mi hombro y noto como vuelve a temblar.
No es por el frío ahora.
La abrazo mientras las lágrimas recorren sus mejillas. Mi mano acaricia su pelo suavemente para tranquilizarla. Mi boca hace preguntas a las cuales ya tengo respuesta.
- ¿Es por quien creo que es?
- Si..
- Le amas. ¿No es cierto?
- Si…
- Es un cerdo
- Lo sé
- Un cabron
- Lo sé
- Acabareis destruyéndoos mutuamente.
- Lo sé.
Y su cuerpo estalla otra vez entre llantos. Silencio solo interrumpido por sus sollozos y el repetitivo sonido de la lluvia al chocar contra la acera creando su monotona música.
- Es el encanto del demonio. Amas a quien te daña, porque asi tienes una excusa para hacerle daño. Os laméis mutuamente las heridas y pensais que ya nunca volverá a pasar. Pero vuelve a pasar. Nunca podras ser feliz buscando la felicidad a su lado. Pero supongo que así es el amor, estúpido. O quizás solo yo soy el estúpido por buscar felicidad en quien puede darmela pero no quiere. O quizás en quien quiere darmela pero no cree que pueda. Quizás solo busque una excusa para algún día poder entrar en un bar de mala muerte a emborracharme y contarle al camarero una triste historia entre whiskys que empiecen con algo así como “Yo la quería..”. Será que yo estoy loco por soñar con tu beso, o será que el mundo está loco y sus locas reglas no permiten amar a un hombre cuerdo. Es posible que no sepa amar, nadie me ha enseñado, es posible que nunca lo haya hecho. ¿Cómo enseñas a amar? ¿Leyendo sobre él en estúpidos poemas o en viejos libros escritos por viejos soñadores que vendieron sus ilusiones al mejor postor? ¿Hablando sobre ello con las princesas de las esquinas, las profesionales del amor? Solo encontraras basura, medias sonrisas, un estúpido juego del que nadie se ha molestado en explicarte las reglas, ni siquiera el objetivo del juego o lo que puedes ganar. ¿Qué se le va a hacer? Solo soy un loco, un lobo que aulla a una luna indiferente. Se feliz con tu demonio querida.
Eso era todo lo que quería decir.
- Lo entiendo cariño… lo entiendo…
Fue todo lo que dije.
Esperamos abrazados a que salga el sol entre las nubes. Por un momento temo que eso no pase jamas.

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