
Intento mirar disimuladamente a mi alrededor, nadie se ha dado cuenta del brillo metálico que durante unos segundo asomó por mi gabardina. Estoy metido en una buena y no tengo ni idea de porque. El sudor empieza a asomar entre mi pelo resbalando por el cuello mientras un escalofrío recorre mi columna vertebral. El muchacho llega con mi copa, le agarro la mano y lo acerco a mi mientras le susurro al oído
- Oye colega. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
- ¡Joder tío sueltame! ¡Apestas! Llevas aquí tres días, llegas en cuanto abren y no te vas hasta que te avisamos por quinta vez. ¡si hasta duermes al lado de la puerta!
- N.. no es posible.
- Creo que necesitas un medico, has bebido demasiado.
- Si… ¿Pero por qué?
Me mira unos segundos, con unos ojos de pena parecidos a los que le pones a un perro callejero, y se aleja de mi dejando la copa llena. Mis ojos vuelven a detenerse en el espejo y veo que el tipo tiene razón, joder, estoy asqueroso.
Piensa Luís piensa… Tengo que hacer algo, ¿pero qué?
¡Sara! Tengo que llamarla, ¿Cómo me he podido olvidar de mi chica?
Mis dedos luchan en vano por localizar el móvil en mis bolsillos. Una blasfemia sale de mi boca al descubrir que mi teléfono ha huido. Enciendo otro cigarro y lo gasto tan rápido que empiezo a toser, miro con temor la mano con la que me tape la boca por si acaso encuentro sangre. Siempre lo hago, quizás por miedo, poco después de que mi padre me diera mi primer paquete el encontró sangre entre sus dedos después de un fuerte ataque de tos. Murió dos meses mas tarde de cancer. Finalmente los cigarros le dieron el consuelo que necesitaba. Dejandome a mí con tres bocas que alimentar, tres hermanitos persiguebragas y mojacamas y mi única opción trabajar en la fabrica de cajas de mi tío, aunque la verdad es que no me quejo, otros acabaron peor.
Levanto la mano, el camarero vuelvo con cara de impaciencia, le pido usar su teléfono y el me responde con una mirada de desprecio. Me indica el final de la barra y allí me dirijo.
Intento recordar el número de Sara pero soy incapaz. Tengo su tarjeta de visita en la cartera así que la saco, sin querer mi mano roza la pistola y se me pone la piel de gallina. Intento ignorar esa molesta sensacion y mientras saco mi ansiado premio de la cartera una foto cae de ella. Maldigo entre dientes y la recojo. Es una foto mía y de mis hermanos, tío, parecemos hasta felices.
Mi cuerpo se contrae, mi corazón late a mil por hora, como si quisiera salirme del pecho y decirme algo. Me agarro a la cabina para no caer al suelo. Dios, sea lo que sea que este pasando tiene que ver con mis hermanos.
Aguanto hasta que se me pasa, me cuesta un par de minutos y la gente empieza a mirarme a raro. Agarro el teléfono y marco los números que me indican la tarjeta. Suena un par de veces hasta que ella lo coje, solo con sentir su voz todo parece un poco mejor.
- ¿Si?
- Cariño.. soy yo.- Una sonrisa se forma en mis labios, todo se va a arreglar.
- ¿Luís?
- Si. necesito tu ay..
- ¡Te dije que no volvieras a hablarme!- sus gritos se podían oír en todo el bar- ¡¿Cómo te atreves a llamarme?! ¡No quiero saber mas de ti! Dios… después de lo que le hiciste a ese tío vas y me llamas. Si vuelvo a verte llamo a la policía. ¡Adiós!
- Pe…
Mis palabras quedan en el aire atrapadas por el pitido del teléfono, ha colgado. La gente de las mesas de alrededor me interroga con la mirada y puedo ver el miedo en sus ojos, lo han escuchado todo. Me siento en el suelo con las manos en la cabeza. Necesito pensar, cojo la cajetilla buscando mi fuente de inspiración cuando un grito de furia sale de mi boca.
- ¡Joder! Ya me los he fumado todo.
La gente comienza a alejarse un poco de mi y murmuran entre ellos. Mi mano se eleva unos centímetros y señalo a un tipo con pinta de estar cagandose en los pantalones
- ¡Eh tú!
- ¿Qu- qu- que quiere?
- Dame un cigarro
- ¿Qué?
- ¡Que me des un jodido cigarro!
- Cl- claro.
Su voz tiembla, dios, ¿Qué estoy haciendo? Estoy demasiado borracho.
- Tome.
- Gracias.
El tipo se aleja y vuelve a sentarse. Enciendo el cigarro y aspiro todo el humo que puedo antes de echarlo. ¿Qué le hice a el tipo que dice la que parece ser que ahora es mi ex? Obviamente está relacionado con que me haya dejado así. ¿Qué le ha pasado a mi móvil? ¿Cómo me he hecho esta herida en la cara? ¿Por qué llevo tres días aquí sentado bebiendo sin parar? Debía de estar esperando a algo… ¿pero a que? Y sobre todo. ¿Por qué?. AGH, necesito una copa.
- ¡Tú! ¡Camarero! Dame otro whisky.
- Creo que ya has bebido demasiado colega.
Me levanto sin pensarlo, mi cuerpo tiembla de ira al acercarme a la barra. Y lanzo lo que queda del cigarrillo a la cara del memo que me está llevando la contraria.
- ¡Mira gilipollas, tengo sed, necesito alcohol, y tu puto deber es darme otra copa a su debido precio, así que saca la cabeza de tu culo y dame un jodido vaso lleno hasta arriba o te juro que convierto tu cara en comida para perros!
- Tranqui colega. Ahora te lo traigo.
Espero en la barra y en unos segundos hay un whisky doble con hielo delante de mí. Mientras acaricio la copa una mano se posa en mi espalda. Mi cabeza se gira lentamente. Veo ante mí a un tío muy cabreado, su cara estaba cogiendo un tono rojaceo y las venas se marcaban en su cuello pero quizás hubiera sido mucho mejor idea fijarme en el puño que veía hacia mi a toda velocidad antes que en sus venas.
Sus nudillos golpean mi cara y de mi boca sale la sangre acompañada por un diente, lo veo volar lentamente como si se estuviese despidiendo. Apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre la barra. Eso ha dolido.
- Va a ser mejor que te vayas, no queremos a gente como tú por aquí.
- Oh tío, ese era mi diente favorito. ¿Cómo se lo diré a su madre? Se lo va a tomar muy mal. Que insensibles.
- Amigo, si sigues por aquí no te quedaran dientes así que no tendrás problema.
- Tranqui tranqui, ya me iba. Por cierto, es una lastima, odio desperdiciar así una copa cuando la necesito tanto.
- ¿Qué?
Antes de que pudiera reaccionar mi mano agarra el vaso lleno de whysky, tomo impulso girando en el taburete y lo estrello contra su cara. Cae entre gritos de dolor, quizás algún cristal se le ha clavado en el ojo. Que se joda, era mi diente favorito.
Veo que dos amigos suyos se acercan, un resplandor metálico sale de la mano de uno de ellos, una navaja. Tengo que salir de aquí. Los dos intentan acorralarme, miro a mi alrededor pero no veo ninguna arma cerca, hay que ir a la desesperada. Agarro el taburete y se lo lanzo con todas mis fuerzas. La idea era derribarlos y tener espacio para escapar, pero lamentablemente parece que hoy en día todos los taburetes están atornillados al suelo. Este permanece estático y gracias a la ley de acción y reacción mi cuerpo no, de la resistencia inesperada pierdo el equilibrio y caigo al lado de mi viejo amigo, que aun grita como un condenado y esta sangrando una barbaridad. Me clavo unos cristales en la espalda, justicia poética supongo, pero lamentablemente mis nuevos colegas no tienen pensado filosofar sobre el tema, el que no lleva navaja me pega una patada con todas sus fuerzas. Noto como algo cruje dentro de mi y veo como su compañero se prepara para darme un navajazo en todo mi estomago. Mis manos rozan el suelo disimuladamente y agarro un cacho del vaso roto y antes de que la hoja afilada caiga sobre mí me abalanzo sobre su pie y corto lo que encuentro. Grita, sangra, creo que me he pasado, joder, le he cortado el puto tendón. Su amigo entra en pánico al verlo a él caer y a mi levantarme.
- Chist chist, esta muy feo acuchillar a alguien en el suelo.
Salgo corriendo, estoy seguro de que han llamado a la policía. Me meto en un callejón y rezo para que nadie haya visto donde. Abro un contenedor de basura y me meto dentro. Tendré que esperar un buen rato a que se tranquilice todo, así que mas me vale ponerme cómodo. ¿Qué coño he hecho? ¿Qué coño me ha pasado? ¿Por qué estoy tan jodidamente furioso?. Joder… solo soy un maldito oficinista, trabajo en una empresa de cajas, se supone que soy un tipo pacifico. Hace años que no me peleo, y cuando lo hacía era para defender a mi hermanos pero parece que he pillado practica. Necesito pensar.
¡Mierda! ¡No tengo pitillos!
Mi puño golpea la pared del contenedor y de repente todo se desvanece, creo que me estoy desmayando.
…
…
…
Despierto con el grito de alguien.
- ¡Un muerto!
Mis ojos se abren lentamente, una mujer de unos 70 años acaba de recibir un buen susto al ir a tirar la basura.
- Tranquila señora, aún no, o eso espero.
Me levanto y me quito el sombrero para saludar. Salto fuera del contenedor y me dirijo a la calle. Me alejo del callejón sin prisa pero sin pausa para no llamar la atención. Parece que mi vida se ha complicado terriblemente en poco tiempo y he bebido lo suficiente para no saber por que. Parece ser que beber para olvidar funciona. Me paro en un estanco y pido una cajetilla de tabaco. El dependiente me mira raro, no quiero ni imaginarme lo mal que debo oler ni el aspecto que tengo. Me dice que están cerrando, me pregunta como vengo a estas horas. Miro a la ventana y es cierto, es noche cerrada y nisiquiera me había dado cuenta. Debo haberme pasado horas insconciente. Le digo que solo es un paquete, le doy un billete de 5 y le digo que se quede el cambio.
Salgo de la tienda y respiro el aire de la noche, poso el cigarro en mis labios y lo enciendo disfrutando de su sabor. Estoy yo solo en la calle y me apetece disfrutar del momento. Me apoyo en una farola y miro los coches pasar, a lo lejos veo un hombre andando con prisa, manos los bolsillo y bufanda puesta. En mi cara se forma una sonrisa, colega, solo te falta un cartel que ponga “Soy sospechoso. Fijense en mi.”. Llega hasta un portal, mira a su alrededor y abre la puerta, lentamente se quita la bufanda y cierra el portón lentamente, pero antes hace un ultimo vistazo a la calle. Le veo a la cara y el cigarro se resbala de mi boca
Joder, ya recuerdo.
Agarro la pistola.

1 comentario:
está interesante.Me gusta.Continúa por dios.
aii lo del tendón y el vaso en la cara me dio un mal rollo...:) Eso es bueno, eso quiere decir que es realista y te lo puedes llegar a imaginar como si estuvieras en el bar.
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