
Tengo 15 años
- A ver Luísito, explicame que ha pasado.
- Señor director, Luísito lo sera su madre, puedes llamarme Raven.
Una sonrisa asoma por sus labios, le hago gracia. Miro a mi alrededor y me devuelve la mirada un cuarto que intentaba ser serio y se quedaba en patético. Es lo que tiene el sistema educativo público dirigido a lo peor de Santiago. En el techo podían verse humedades y era incapaz de ver la madera de la mesa entre tanto papel tirado encima, demasiado trabajo para un solo tipo, es un hijo de puta pero habría que nombrarlo santo.
- Esta bien… Raven. ¿Qué ha pasado?
- Nada.
- Respuesta incorrecta. Quizás si te enseño esto recuerdas algo.
Lanza de forma muy dramática una bolsa de maría a la mesa, su gesto es serio y veo que estoy en un buen problema
- Ah, eso. ¿Cómo sabe que es mía?
- No soy idiota, solo tuve que amenazar a un par de personas con acusarlas a ellas y me dijeron que hablara con los Rojo, es decir, tu o alguno de tus hermanos. Eres el mayor así que aposté por ti. ¿Es tuya?
- Lo es
- A ver Lu..
- ¡Raven!
- Raven.. ¿Por qué?
- ¿Si le doy un buen motivo no me expulsara ni me denunciará?
- Te expulsare, pero no te voy a denunciar aun estas a tiempo de rectificar y no tirar tu vida a la basura.
- Bueno, entonces no vale la pena seguir hablando, ¿tres días como siempre o ya es para siempre?
- Dime quien te la dio, como lo conseguiste y a quien pensabas vendérsela y serán tres días.
- Hasta luego diré, ha sido un placer.
Me doy la vuelta y abro la puerta, él se queda sentado inmutable. Cuando cierro escucho como un cajón se abre y el sonido de una botella descorcharse, no sé si beberá para celebrar que hay una alimaña menos de la que preocuparse o porque realmente le duele que me haya ido. Avanzo unos metros y veo a Miguel, mi hermano pequeño. Sus manos tiemblan de nerviosismo y de sus labios parecen salir susurros pidiéndole a cualquiera que escuche un poco de suerte. Su cuerpo es delgado, muy delgado, sus ojos intranquilos y con mala conciencia, el típico chico que sabes que va a acabar mal. Me ve y se abalanza sobre mí como un león a su presa, necesita saber.
- ¿Qué ha pasado?
- Estoy expulsado.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque alguien es lo suficientemente gilipollas para vender mierda a desconocidos y por creerse que puede ser el dueño del mundo de la droga con 13 años.
- L.. Lo siento. ¡Te juro que encontrare al que me delato y lo mataré!
Me doy la vuelta y le golpeo en el estomago con mis puños, no se lo espera y su cuerpo se contrae como una tortuga con miedo. Mis manos lo agarran y lo levantan en el aire como una muñeca de trapo, dios, no debe pesar mas de 50 quilos.
- ¡Lo que vas a hacer es callarte! ¡Lo que vas a hacer es dejar toda esta mierda! ¡lo que vas a hacer es estudiar y dejar de joder con tus niñadas! ¡Madura imbécil!
- ¡Pero necesitamos la pasta!
- ¡Que te calles! ¡lo que necesitas es una buena ostia! Como vuelva a verte haciendo el gilipollas te juro que te destrozo. Mierda, joder. Además ahora me voy a poner a currar porque gracias a ti ya no tengo que estudiar y puedo ayudar a papá.
Le suelto, se queda en el suelo quieto.
- Lo siento raven…
- Me llamo Luís joder. Madura.
Tengo 17 años
- Hijo levantate.
Mis ojos se abren lentamente mientras me despierto. Me cuesta unos segundos darme cuenta de donde estoy. El hospital. Mi padre golpea mi brazo mientras con la otra mano hace un signo para que no hable. Se levanta, intento retenerlo pero aparta mi mano con violencia y entiendo que no es muy buena idea llevarle la contraria. Miro su cuerpo y puedo ver los efectos que el cancer está teniendo sobre él, pálido, delgado, ojos vidriosa, la sombra del hombre que fue. Me agarra y me lleva sigilosamente hasta la puerta del pasillo. Abre lentamente y mira por un resquicio si hay alguien y hasta que supo que era seguro no la abrió del todo.
- ¿Qué coño haces papa?
- Calla joder.
Avanzamos unos metros por el pasillo hasta llegar en una esquina, allí mi padre se asoma para vigilar y al descubrir dos enfermeras pone la mano en mi pecho para que no me mueva. Se vuelve hacia mi y me susurra lentamente al oído.
- Luís, vas a salir corriendo de aquí gritando cualquier tontería. Eres bastante mas rápido de lo que yo era a tu edad así que no te pillaran y seras una distracción perfecta para mí. Quedamos dentro de 5 minutos en mi coche. ¡Ahora!
Sin tiempo a reacción me empuja hacia fuera. Las dos enfermeras me miran extrañadas.
- Esto… disculpen. ¿Podrían decirme que hora es?
Una de ellas frunce el ceño y me responde
- Las 12 y media.
- Oh comprendo, que tarde se me ha hecho. Esto… bueno… ¿Qué iba a decir yo? Ah si. ¡MONOS VOLADORES! ¡MONOS NAZIS VOLADORES! ¡SOCORRO!
Y corro y grito y no paro. Todo el hospital se despierta y con muy mala ostia. Celadores y enfermeros me persiguen y salen de la nada para deterneme y hacerme callar. No lo conseguirán. Cojo una camilla y cogiendo impulso me lanzo sobre ella, todos se apartan a mi paso hasta que una enfermera gordísima me placa. La camilla cae y yo con ella. Me rodean dos médicos para detenerme pero antes de que me tuvieran en sus garras mis manos vuelan hacia el pantalón del que está mas cerca y los hago caer hasta suelo quedando se mis perseguidores paralizados ante lo inesperado de la situación,uno al ver que un chiqullo le ha humillado y el otro al comprobar que su colega no lleva habitualmente calzoncillos.. Aprovecho ese segundo para escurrirme entre los dos y lanzarme a las escaleras que estaban justo enfrente. Bajo los escalones de 4 en 4 y en cuanto tengo espacio salto de escalera en escalera por el hueco. Pierdo la cuenta de los pisos y al rato escucho cada vez mas lejos los gritos de mis perseguidores hasta que llego al sótano 2, donde esta mi coche.
Avanzo entre los automoviles escondiéndonos y escucho cerca de mí la tos de mi padre. Puedo notar como sus pulmones luchan por no salir volando de su boca. Me asomo entre los coches y veo a mi padre tumbado en el suelo temblando y unas gotas de sangre al lado de su cabeza.
Corro hacia él temiendo lo peor, y le agarro la cabeza mientras una nueva oleada de dolor y toses recorre su cuerpo. Lo aprieto contra mí unos segundos hasta que su cuerpo se relaja. Quedamos así unos segundos hasta que lentamente separa su cabeza de mis brazos y susurra con voz ronca
- ¿Monos voladores nazis?
- Fue lo primero que se me ocurrió
- Dios… ya no sé lo que os enseñan en el colegio.
Se levanta con dificultad y se acerca el coche, mira la puerta del piloto y se acerca pero a medio camino parece cambiar de idea.
- Luís ¿Sabes conducir?
- Papá, tengo 17 años
- No me jodas Luís que nos conocemos, coge mis llaves
- Tranquilo, ya tengo yo las mías.
Nos reímos como hace tiempo que no lo hacíamos. Nos subimos al coche y arranco el motor.
- ¿Dónde le llevo caballero?
- Tú conduce, yo te guio. Sigue recto y gira a la derecha en la rotonda.
- Necesito una explicacion papá. ¿Qué coño ha pasado ahí dentro?
- Ayer escuche a los medicos. Pensanban que dormía pero a mi no me pilla ningún matasanos, esos cabrones se creen mejor de lo que son, siempre tocandome los...
- ¡Papá! Al grano
- Sí, sí. Lo siento. Les escuche hablando de mí, dijeron que si pasaba de esta noche habría ocurrido un milagro.
- ¿Q-Que?- Las lagrimas surgían de mis ojos.
- Que si joder, no dramatices.
De su pijama de hospital, de alguna parte que espero no averiguar jamás saca una cajetilla de tabaco. Me pasa un cigarro y el enciende otro. Le miro con los ojos muy abiertos, sorprendido y con cierta ira.
- ¿Qué te pasa?
- Papá, tus pulmones…
- Un poco tarde para dejarlo ¿no? Anda fuma, te sentirás mejor.
- ¿Pero por qué quieres que te saque del hospital? ¡Así no tendras ninguna oportunidad!
- No quiero morir en un hospital..
Callamos. Lo entiendo. Dios, ¿Por qué todo se va a la mierda a tanta velocidad? Conducimos en completo silencio solo interrumpido por breves indicaciones de mi padre. El reloj pasa de las dos de la madrugada cuando me pide que detenga el coche. Hemos pasado hora y media conduciendo y no tengo ni idea de donde estoy. Delante de mí un viejo bar restaurante, no muy lujoso pero con buena pinta y que lleva horas cerrado. Cerca, una vieja valle de madera de un color que probablemente antes fuera blanco y ahora es desconchado protege a los transeuntes de caerse en un río que atraviesa una pradera de hierba como una caricia colandose entre las piernas.
Mi padre se apoya apoya en la cerca y enciende otro pitillo.
- Cuida de tus hermanos ¿entendido? Te necesitan, eres el único con cabeza en esa jodida casa.
- Sí papá.
- No te metas en lios. Se que no os he enseñado bien, pero siempre hay otro modo ¿entiendes? No debes golpear y destrozar a cada uno con el que se hayan metido en problemas nuestros chicos, así nunca aprenderán. La violencia, ser un tipo duro me ha llevado a acabar así. No acabes como yo.
- Sí papá.
- Luís, eres un buen chico.
El río suena como un susurro en la noche, unos segundos de silencio sirven para asimilar todo lo que está pasando.
- Papá. ¿Por qué aquí?
- Aquí conocí a tu madre.
Volvemos a callarnos. Él ya no dira nada, es un tipo duro. Me pongo a su lado y mi mano se apoya en su brazo, le respeto, es un desgraciado, un perdedor, una mala influencia, un padre horrible, pero joder, es mi padre.
Permanecemos así horas. De repente un nuevo ataque de tos hace que mi padre caiga al suelo en cuestion de segundos. Sangre sale de su boca y esputos negros manchan el suelo. Grita de dolor y agarra la hierba del suelo en un vano intento de retener la vida con sus manos. Al poco deja de temblar. Llamo a la policía. Mientras espero su llegada me permito llorar, ya no podré volver hacerlo.
Tengo 18 años
- Bien. Aquí esta tu mesa. A partir de ahora trabajaras aquí. Tu cometido será asegurarte que las cajas estan donde deben estar. Las cajas dependen de ti, la empresa depende de ti, a partir de hoy eres el dios de las cajas recuerdalo. Y para que te des cuenta de tú poder te entrego “el sello”.
Mis compañeros sonríen, alguien con un curro peor que el suyo, eso es poco habitual. ¿Le harán esto a todos los nuevos?
- Así que mi cometido será sellar papeles.
- Oh chico, tomatelo con humor, no es tan grave, es un buen trabajo. Mejor que cualquiera que podrías conseguir sin el titulo escolar. ¿Cómo se te ocurrió dejarlo?
- Lo siento tío José.
- Enterate, ahora eres un adulto. Comportate como tal.
Mis compañeros seguían sonriendo. Odio este sitio. Una fabrica de cajas, en todos mis años de adolescencia jamás pensé que acabaría sellando papeles en una fabrica de cajas. Mi tío es un hijo de puta, le encanta tenerme aquí para demostrarse a si mismo que es mejor que mi padre, que su hermano, solo por eso me contrato. Pero tiene razón, tengo que portarme como un adulto. Ahora me toca hablar a mí,
- Bueno ¿Dónde están todos esos papeles y esas cajas de las cual soy dios?
Una sonrisa se estampa en mi cara. Risas por parte de mis compañeros. ¿Así que esto es odiar la vida?
Hace seis meses
Mil cuatrocientos sesenta y cinco sellos. Mil cuatrocientos sesenta y seis sellos. Mil cuatrocientos sesenta y siete sellos. Mil cuatrocientos…
La voz de mi tío interrumpe mis pensamientos. La nave industrial donde trabajo tiembla con el ruido de las sillas al arrastrarse por el suelo.
- Las seis.
Solo esas palabras salen de su boca, no necesito mas. Me levanto, se acabo mi apasionante jornada laboral. ¿Qué haran todos esos impresos sin mí? Me dirijo a la puerta junto mis compañeros y la brisa de la ciudad golpea mi cara. Me apoyo contra la pared de la fábrica de cajas para respirar un poco cuando los veo. Miguel y Gabri. Mis hermanos, los que me quedan. Javi, el mayor después de mí, no pudo con la presión y huyó de casa poco después de empezar aquí. Solo quedabamos tres de la familia Rojo
Bueno, dos y medio.
Gabri era el tercero, el mas listo de los tres. El que puede sacarnos de toda esta mierda. Joder, esta en la puta universidad. Le ayudo lo que puedo pero gracias a todas las becas que ha conseguido por ser jodidamente listo al final el que nos ayuda esél.
Pero Miguel… está peor que nunca. De la inofensiva e incluso positiva maría se paso a la coca, y como veía que se excitaba demasiado empezo con el caballo para relajar la maquinaria. És estúpido, pero para él tenía sentido. Estaba aun mas delgado que en el instituto y con muchísima menos cabeza. Había tirado su vida porel retrete y Gabri estaba empeñado en lanzarle un salvavidas.
Gabri se adelanto hacia y me agarró del brazo.
- Lo siento, no he podido retenerlo.
- Necesito 80 pavos tío. Hoy has cobrado tío, lo necesito.
- No he cobrado una mierda, te los doy mañana.
- ¡Luís! No le dés nada. ¿No ves que solo haces que se vaya a por caballo?
- Mira Gabriel. Al menos me lo ha pedido y no me ha robado nada, eso es un logro. Tú no vives con él, no sabes lo que és. Prefiero darselo antes de que se chute con caballo de segunda y se nos quede en el sitio.
Miguel se abalanzosobre mí mientras lloraba de alegría.
- Tú si que me entiendes. Tú sí que me quieres, eres mi hermano tío.
Pude ver en la cara de Gabriel el dolor que causaban esas palabras. Él le quería muchísimo, por eso le jodía Era el que nos va a salvar, yo solo los mantenía hasta que eso ocurriera, pero no entiende la mierda en la que esta metido Miguel, no entiende lo que es una adicción.
Enciendo mi cigarro y dejo que mi hermano llore. Gabri se acerca a nosotros y nos intenta abrazar, pero antes de que lo haga Miguel me suelta y le empuja al suelo. Se rasca las muñecas contra la gravilla y en el suelo murmura. “Te salvare… algún día”
Hace 5 días.
Hoy he vuelto a discutir con mi novia. Dice que no me importa,que vivo por mis hermanos. Es cierto a medias, sin ella me habría tirado de un puente, es lo único que tengo que no es para ellos, lo único que hace que mi vida sea propia, pero no me entiende. Amo y odio a mis hermanos al mismo tiempo, los quiero porque son mis hermanos, porque lo han vivido todo conmigo, pero los odio porque mi vida es una mierda porque mi padre me dejo a cargo de ellos, odio a Gabriel por ser mas listo que yo, odio a Miguel por haber encontrado una forma de evadirse de esta mierda.
Me han ascendido, ahora tengo una mesa mas grande y unos 50 euros mas de sueldo. Mi responsabilidad tambien ha aumentado, ahora tengo dos sellos,uno para aceptar y otro para rechazar, soy un dios de el papeleo.
El telefono suena. ¡Sí, hasta tengo telefono propio! Dejo que suene un par de veces antes de dignarme a contestar.
- ¿Sí?
- ¿Luís Rojo?-era una vozfría y distante, obviamente era la policía.
- Correcto.
- Somos de policia nacional.
- Digame algo que no sepa. ¿Qué ha hecho Miguel? ¿A dónde tengo que ir a recojerlo y cuanto es la fianza?
- Señor, es por sus hermanos Gabriel y Miguel Rojo.
- Si ya ya. ¿Qué han hecho?
- Han muerto. Lo siento.
Mi mundo explota.



