sábado, 21 de enero de 2012

Música (sin revisar)


Cuando era pequeño siempre salía a correr debajo de la lluvia. Me encantaba sentir las gotas chocar contra mi cara. Mi madre decía, después cuando me metía en la cama que la lluvia eran los recuerdos de la gente que había ido al cielo, que cada gota de lluvia era un beso perdido, un brindis con los amigos, un abrazo necesario… una canción…
Bajo la lluvia me compré mi primera guitarra. Tenía 14 años, el pelo enmarañado y pegado por el agua a mi cabeza, una chupa de cuero que había vivido mucho mas que yo y los ojos febriles del que tiene un plan.
Mi padre fue músico, un artista. Mi madre su mayor fan. Lástima que no hubiera más.
Como madre que una vez siguió un sueño, y que ahora tiene que luchar por conseguir un empleo de mierda para alimentar a su hijo, lo único que no quería era que yo siguiera los pasos de mi padre.
Probablemente porque sus pasos acabaron en muerte.
El mundo del arte es un lugar donde los principios no son bien vistos. Y menos si debes dinero. Nunca se investigó.
Mi madre vendió sus guitarras y cualquier objeto que tuviera el poder de hacerme pensar que la música era mi vida. Pero supongo que está en los genes. Me pasaba el día escuchando música, aprendí a tocar la guitarra solo con mi imaginacióniba de garito en garito, fingiendo tener 6 años más para poder escuchar un poco de blues de los grandes. Beatles, rolling, pink Floyd, howling Wolf, Eric clapton, Little Walter. Todos eran bienvenidos en mi cabeza. Yo sería como ellos. Como mi padre.
Trabajé durante tres meses limpiando casas y arreglando desperfectos hasta reunir el dinero. La compré en un día lluvioso. Al llegar a casa empapado, con los ojos de la victoria y con el mástil de la guitarra en mi mano mi madre lloró, me gritó, y me pegó. Nunca lo había hecho, pero la furia salía de cada poro de su piel, le dolía demasiado pensar que había fallado en lo único que se había propuesto como madre.
“Es lo que habría querido papá”. Me miró como sino me hubiera visto en toda su vida. Cogió la guitarra y se metió en su habitación a llorar durante tres días, tres días lloviendo. Al tercero, salió y me devolvió la guitarra. Me miró y me dijo; “Haz lo que quierás”. Y cogí la guitarra sintiéndome increíblemente culpable.
Ya sabía tocar la guitarra, aprendí en mi imaginación, y no es difícil adaptar tu imaginación a la realidad cuando tienes pasión. Tocaba todo el día en mi habitación y mi madre me miraba desde el dintel de la puerta pensando en las gotas de lluvia.
A los 17 hice mi primera audición, a los dos meses tuve mi primer concierto.
Fue glorioso, estábamos nosotros en un escenario de madera de cuatro metros cuadrados que crujía con cada movimiento. Enfrente, 20 borrachos que no tenían ni idea de quienes eramos y que tenían muchas ganas de arrojar cervezas al primer tipo que vieran. Y joder si lo hicieron, salimos sangrando, n i dos canciones habíamos tocado. Pero mientras los enfermeros me llevaban al hospital yo sabía que este sería mi futuro.
Después de esa noche la cantante lo dejó y empezaron las audiciones para encontrar a esa persona que conseguiría evitar los botellazos en mi cabeza. Durante dos horas aguantamos a niñatas que querían ser estrellas mañana, estábamos a punto de rendirnos, pero como en una película mala, llegando tarde y nerviosa llegó ella.
Lo primero en que me fijé era en su baja estatura. Me hizo gracia, parecía una pequeña muñeca , pero en sus ojos había inteligencia y sobre todo, pasión. De sonrisa extraña y nerviosa, insegura pero con una belleza impulsiva .
Y al cantar, parecía que cantaba para ti, todo el universo se diluía y solo quedabais tú y ella. Mirándote fijamente con esos ojos llenos de vida y haciendo que cada fibra de tu piel vibre con cada nota de su voz. Ya sabía 2 cosas, que mi vida sería la música, y que pasara lo que pasara sería con ella.
Obviamente la elegimos. No podía sacármela de la cabeza.Cada vez que hablaba con ella me sentía completamente estúpido, como si pudiera leer mi mente. No sabía si estaba jugando conmigo o era todo real. Me torturaba por las noches y por el día sufría el orgullo de los enanos, de los que no tienen nada. Hablando con ella como si le hiciera un favor y sintiéndome un idiota por ello.
Lastima que no fuera el único que estaba enamorado de ella.
Al mes de conocerla me estaba volviendo loco, y comencé a soltar todo lo que sentía en una canción. Cinco minutos para escribir todo un mes de inseguridades y dolor. Tenia 17 años y estaba enamorado de la cosa mas linda que había pisado el planeta. Y quería que el planeta entero lo supiese.
Trabaje febrilmente en esa canción, tres días soleados encerrado en una habitación con mi guitarra escribiendo lo hermoso que era la vida desde que estaba en ella. Y lo conseguí.
Fui a su casa esa misma noche para cantársela, mi alegría era máxima, porque sabía que esa era nuestra canción. La canción que marcaría el comienzo de una nueva vida. Juntos. Al llamar a su puerta, me abrió el bajista.
Y se abrió la puerta del infierno. Me fui corriendo por las oscuras calles. El sol se había ido y las nubes comenzaban a tronar mientras los recuerdos azotaban mi cara, pero no los recuerdos de lo que había vivido, sino los recuerdos de lo que podría haber vivido. Los besos, las caricias, los abrazos, que hubiera podido tener si todo hubiera sido un poco distinto.
Corrí hasta mi casa bajo la lluvia como sino hubiera un mañana, porque para mí no lo había. Mi madre me vio llegar, con le rostro surcado por los recuerdos y el alma destrozada. Y por primera vez desde que cogí mi guitarra, me abrazó.
Había pasado tres días componiendo una canción de amor, y ahora me encerraba escribiendo una canción de dolor y recuerdos.
La adolescencia es la época en la que nos convertimos en lo que fingimos ser. Y a mí me toco el rol de artista atormentando. Un mes conociéndola, y un año para olvidarla. Me fui del grupo, me alejé de todo y de todos. Y escribí, escribí como nunca había escrito, compuse como había compuesto. Tocando mi guitarra con las palomas como único público. Las notas se convirtieron en mis amantes, las letras en mis suspiros de enamorado, la guitarra era su cuerpo y mis manos el sexo.
Y después de un año, volví al escenario. Era un bar de mala muerte. Sin micrófono ni ninguna ayuda. Yo, mi guitarra y una silla que parecía que parecía que se iba a romper. Y como primera canción, mi canción de dolor. Todo el mundo calló y miro ensimiasmado mis dedos acariciando las cuerdas. Conte entre versos toda mi vida y toda mi historia.
Y entonces la ví, tan ensimismado estaba en mi mundo que no me di cuenta de que en primera fila, mirándome fijamente, haciéndome creer que solo yo existía en el mundo, estaba ella.
Durante el resto del concierto canté solo para ella, cantando en cada canción un recuerdo y un momento de mi terrible año de soledad pensando en ella. Al acabar el concierto me levante, me acerqué a ella y la besé. No hubo preguntas, no hubo explicaciones, mientras nuestros cuerpos corrian a algún lugar apartado. Nos besamos, nos acariciamos, nos amamos como sino hubiera un mañana. Su piel lucho por pegarse a mi piel, mis manos buscar el tacto de su cuerpo, descubriendo sus pechos, sus hombros, sus pezones, su ombligo y finalmente sus calientes labios mientras mi lengua peleaba con la suya. Estabamos en la oscura esquina de una calle, pero para nosotros era un palacio, nada nos importaba. La pared fue nuestra cama, y su espalda desnuda contra mi pecho desnudo nuestro climax. Y así terminamos, jadeando y besándonos, y corriendo hacia un taxi para entrar en el primer hotel que viéramos. Perdí la cuenta de los besos, los arañazos y los orgasmos. Bese cada parte de su cuerpo y ella beso cada cm del mío, haciendo gritar a nuestros sexos una y otra vez. Y llego el sol, y el sol desapareció y aun seguíamos en la cama, haciendo lo que siempre debimos hacer.
Y así empezó de nuevo nuestra vida, yo tocaba, ella cantaba. Componíamos juntos. Primero vino un año, después otro y al final llegaron 8 y ni nos dimos cuenta. Eramos felices.
Pero yo me había condenado a ser un artista atormentado, y nada es eterno. Mi madre murió, joven, pero contenta de que su hijo hubiera conseguido ser feliz. Ella me consoló como solo una mujer sabe hacerlo. Volvimos al hotel donde todo empezó y volvimos a hacer lo que mejor se nos daba.
Se quedo embarazada esa noche. Me lo dijo un mes mas tarde mientras desayunaba y mi tostada hizo un doble tirabuzón mientras yo me levantaba y la abrazaba comiéndola a besos. Un hijo, o una hija. Alguien a quien enseñarle porque la música lo es todo. Tendríamos que trabajar mucho, quizás debería dejar la música, pero valdría le pena, por ella, y por el niño. Era feliz.
Durante los siguientes meses estuve preparando la vieja casa de mi madre para nosotros, pintándola y arreglándola. Para el final deje la habitación de mi futuro hijo, pintándola con la partitura de la canción que escribí cuando me enamore de su madre. Era precioso, la casa de mis sueños. Grite para que ella viniera, pude ver su sonrisa mientras bajaba las escaleras recién arregladas, mirando como su hijo viviría en una canción.
Entonces resbaló, entonces cayó. El sonido que hizo al caer me heló. Un sonido que me acompañará hasta el dia de mi muerte. La maldición del artista atormentado. La ambulacia llego lo mas rápido que pudo. En el hospital dijeron que había abortado y que ella estaba muy grave, que no pasaría de esta noche.
Permanecí con ella, y le cante todas y cada una de sus canciones.
Hoy he vuelvo a casa. Y ella esta fría y enterrada. Sus ojos perdieron la alegría que antes guardaba y ahora sirve de alimento a los gusanos. Cojo mi guitarra y entro en lo que iba a ser la habitación de mi hijo. Me rodeó de los papeles de todas mis canciones, de mi primera guitarra, de los muebles de mi habitación donde escribí cada canción, de las fotos de nuestro amor, me rodeo de toda mi vida. Cojo un mechero y hago que todo arda, mientras toco nuestra canción. Todos mis recuerdos, toda mi vida, arde. Quiero ver arder el mundo, mientras toco mi guitarra. A lo lejos, ella afuera de esta habitación comienza a llover. Mi madre decía que cada gota de lluvia era un recuerdo de los que están en el cielo. Yo mientras toco la canción de los muertos.

lunes, 16 de enero de 2012


Sentí su aliento en mi nuca, aliento que me había robado.
Cada bocanada de aire era una lucha. Una lucha contra una bolsa de tela, vieja y apestosa que cubría mi cara. La misma bolsa que me había arrancado de la noche y llevado a un sitio mas oscuro que cualquier crepúsculo. Y ni siquiera podía ver la oscuridad, la bolsa tapaba cualquier resquicio de luz. Pero la notaba. Notaba como las tinieblas la rodeaban y la abrazaban, una negrura que parecía manar de él.
Él… era terrible él. Hablaba, no paraba de hablar, y decía cosas horribles. Pero lo malo no era lo que decía, sino como lo decía, como un niño nervioso que solo quiere complacer.
- Oh, oh dios. Eres hermosa, hermosa eres hermosa. ¿Esto es el amor verdad? Oh si, debe ser amor. Una vez embotelle el amor ¿sabías? Sí, sí, una vez.
Sus manos me tocaban, acariciabas mis hombros y se acercaba a mi. Y volvía a notar su aliento en mi nunca, mientras yo luchaba por respirar el aire fétido de mi bolsa. Contaba el tiempo con mis respiraciones. Llevaba respirando demasiado.
- Fue difícil hacerlo oh sí, sí. El amor es escurridizo. Tú no lo eres, no no, para nada. Siempre el mismo bar para desayunar, siempre el mismo pub para salir, cinco minutos antes en el bus por si acaso hoy llega antes j aja, nunca llega antes, normalmente tarde, si llega tarde, pero tu esperas y yo, si yo, yo espero contigo, cuanto he esperado.
Noto como su boca recorre mi cuello expuesto, sin cubrir por la bolsa. Mi bolsa, ya forma parte de mi, demasiado tiempo, demasiadas respiraciones. Ahora sus labios besan mi nuca. ¿Pero son sus labios? No, es la oscuridad, es la oscuridad la que recorre mi cuerpo, son las manos de la oscuridad las que agarran mi cintura y comienzan a subir poco a poco. Son las garras de la oscuridad las que se aferran a mis pechos, y es la garganta de la oscuridad la que se desgarra con un grito.
- ¡No! Chico malo, chico malo. No el amor es puro, eso es el amor si. Pureza. Pero eres hermosa, muy hermosa. Te quito la bolsa. ¿ves? No soy malo, oh jo, jo, jo. No lo ves.
La bolsa desaparece, y vuelvo a respirar, pero no veo nada. Todo es oscuro. No hay ni el mas leve resquicio de luz.
- ¡No lo ves! No lo puedes ver, como nunca me viste a mi, como nadie me vio a mi. Nunca nadie me ve, no soy importante, y tu si lo eres. Tú eres pura, si lo eres.
Noto su boca cerca de la mia, una boca que tiembla y suelta saliva. Huele a menta.
- Una vez te invite a una copa, en tu pub, ese pub de siempre. Donde siempre te espero. Y tu me miraste, que mirada, y sonreíste y dijiste gracias. Y te fuiste. JODER. Te fuiste, toda la gente se va, siempre se va. Por eso embotelle al amor, porque el amor es eterno, pero la gente se va. Sí.
Sus manos vuelven a tocarme, y comienzan a quitarme la ropa. Lucharía, pero no puedo luchar. Ya no, demasiadas respiraciones luchando por respirar.
La oscuridad abre mis piernas y noto como se acerca a mi interior. Y la garganta tenebrosa vuelve a gritar.
- ¡No! No eres pura. No eres pura, maldita sea. Zorra, una zorra. Jodida zorra.
Su mano golpea mi cara, no noto dolor. Sangro.
- Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. Lo entiendo, lo siento. Eres hermosa, y cuanto mas hermosa mas difícil ser pura. Pero tranquila, lo puedo arreglar.
Salé de la habitación, pero su oscuridad se queda.
- ¿Ves? Así se arregla. Ah no, no lo puedes ver. J aja.
Se acerca, me abre. Noto la aguja. Grito. Grito como nunca he gritado. Y al fin me desmayo.
- … era vodka sí, vodka con lima a lo que te invite. ¿Estas despierta? Fantastico.
- Dejame…
- Oh no, ya no te irás, nunca te irás. No puedes irte. Ya queda poco.
- ¿Para qué?
- Oh, para lo que te traje a aquí, déjame que te enseñe. Voy a encender la luz. Me gusta la luz, oh si si, mira la luz. ¡Ja ja!
- No la encendiste.
- Oh si, que la encendí.
Sus manos desatan las mías.
- Pero dicen que el amor es ciego ja ja.
Mis manos tocan mi cara. Vuelvo a gritar.
- No, no llores, ya no puedes llorar. Porque el amor no llora, por el amor solo ama, porque el amor es eterno.
Noto como lleva mi cuerpo en sus manos. Como si ya no pesara.
- Una vez embotelle el amor, porque el amor es eterno pero la gente se va. Y tu serás eterna.
Me dejo caer, caer en la oscuridad. La oscuridad se convierte en un liquido, un liquido denso y caliente. Un líquido apestoso. Un líquido que me rodea.
- Una vez embotelle el amor.
Noto una pared, es cristal, una cárcel de cristal.
Me muero, voy a morir.
La oscuridad líquida quiere entrar en mis pulmones, no puedo dejar que entre.
Voy a morir.
Y en la oscuridad una mano. Esperanza.
Voy a vivir.
- Una vez embotelle el amor, y el amor aun sigue ahí, eterno. Se eterna con ella.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Un buen hombre


¿Cómo comenzar a narra la historia de tu vida? Sinceramente, es un quebradero de cabeza para mi persona comentar en unas líneas quien soy. Pero prometo querido lector hacerlo lo mas claramente posible.
He de recalcar que mi infancia fue esplendida. Mi padre, taxista de profesion e iluso de vocación siempre conseguía que no nos faltase nada ahogando poco a poco sus sueño de ser un poeta moderno con una guitarra. Mi madre era una de esas mujeres que nacieron, crecieron y murieron siendo siempre una señora. Una dama con los pies en la tierra y capaz de hacer una comida para 6 con una lechuga y dos zapatos.
Nací en uno de esos pueblos absorvidos hace decadas por la ciudad pero que nunca perdieron ese extraño ambiente familiar por el cual todos se conocen por el nombre y al andar por la calle los caballeros se tocan el sombrero para saludar a todo el mundo.
Si, una infancia esplendida. Tuve buenos amigos, risas infantiles, sueños de jovenzuelo y amores adolescentes. He de destacar tambien que socialmente siempre he sido muy popular y que los amores eran para mi solo un juego más.
Pero todo cambio un día a la atrevida edad de los 17 años. Sinceramente, nada había ocurrido en las fechas cercanas. Mi vida era igual de placida que siempre. Pero, estando sentado junto mis camaradas de aventuras juveniles se nos acerco un dulce niño de pelo sucio despeinado y sonrisa inocente de feliz para pedirnos un par de duros para chucherías. Oh que bella estampa pensaron mis amigas, que desvergonzado y simpatico truhán pensaron mis amigos, pero por una extraña razon mis puños se apretaron, mis venas se incharon y un súbito deseo de borrar esa sonrisa para siempre de los labios de niños para convertirlo en una mueca de horror y muerte se colo en mi mente. Oh tragedia entre tragedias, fatídica fatalidad. Era un ser malvado, y se me había mostrado así de improviso. Había descubierto que era un monstruoso lobo entre tiernos corderos.
Por supuesto ofrecí la mayor de mis sonrisas, e hice aparecer 100 pesestas de detras de la oreja del chiquillo para deleite de todos. Pero ya era tarde, había descubierto quien era realmente.
Sería mentira si dijera que no luche contra el monstruo. Luche contra mi mismo de forma incansable esa es la verdad. Pero al pasear por las calles de mi barrio descubría que odiaba a todo ser humano que veía, odiaba sus sonrisas hipocritas, odiaba sus amores efimeros y mentirosos, odiaba todo lo que representaba.
Cuando veía a una pareja de acaramelados amantes solo podía pensar en que pasaría si me acercara a ellos con un cuchillo y les diera a elegir entre su vida o la de su amor sabiendo de antemano que la respuesta sería salvar su pellejo.
Cuando veía a un artista me imaginaba atandolo a un palo haciendolo arder con toda sus obras para mi deleite.
Cuando veía a un padre con sus hijos sentía la necesidad de llevarmelos de su lado para siempre.
La tentación era grande, y aunque nunca he sido un verdadero creyente no hay nadie que sepa mas de la tentación que nuestro Señor. Lamentablemente no gozo de linea directa con nuestro creador así que creí conveniente acercarme a uno de sus representantes en este plano de la realidad.
Lo cierto es que nunca entendí los confesionarios. Se supone que el gran Jefe conoce todos tus pecados, conoce todos tus fallos y todas tus tentaciones no creo que sea justo pasar la humillacion de ir por ahi contandolo en público, pero yo necesitaba hablar y nada mejor que una caja de madera para hacerlo.
- Padre, no he pecado.
- Hijo, he estado muchos años sentados en esta silla y creeme que jamas había oido una entrada así de presuntuosa. Todos pecamos.
- No es cierto padre, aun no he pecado, en mi corta vida no he tenido aun ocasion de hacer algo que le concierna a nuestro señor.
- Entonces ¿Por qué estás aquí?
- Porque lo deseo padre, deseo el pecado, deseo la destruccion, deseo el mal con todas mis fuerzas. ¿Soy acaso un monstruo padre?
- No, estás confuso, te tienta el diablo, pero eres una creacion de dios, y dios no crea monstruos, todas sus obras son maravillosas.
- Pero odio a todos los seres humanos, incluso a usted, sin animo de ofender claro.
- Pues entonces mentiste hijo mio al entrar por estas puertas pues si has pecado, porque odiar a las creaciones de dios, es odiar a dios, y si te crees con el derecho de juzgarlo a él y a sus creaciones cometes el pecado soberbia, uno de los 7 pecados capitales. Nosotros solo debemos odiar al pecado y al ser que los creo que es el diablo.
- Pero Padre...
- ¿Si hijo mío?
- Si está mal odiar a las creaciones de Dios...
- Es pecado.
- Si, es pecado... Entonces.. ¿Quién creó a Satán?
No esperé a que respondiera, tampoco creo que fuera capaz. Me levanté rapidamente de mi asiento de madera y salí a la calle. Llovía suavemente mientras mis brazos se alzaban y mi risa volaba con el viento. El parroco me había enseñado mucho mas de lo que el quería, tenía razón, no era un monstruo, solo era una herramienta, era la maravillosa obra de dios.

miércoles, 4 de agosto de 2010

historia sin titulo


Se estremece como la última hoja de un arbol moribundo con la brisa de otoño. Me acerco a ella lentamente mientras sus labios se posan suavemente sobre un afortunado cigarro. Antes de que acabe el movimiento la llama de mi mechero baila sinuosamente ante sus ojos.
Le da una calada lenta y profunda y me lo pasa mientras se enciende otro para ella. Aun permanece en el pitillo el curioso sabor de mis labios, lo disfruto mientras me pregunto si esto es el cielo.
Estamos refugiados en un viejo portal mientras la lluvia cae sobre la ciudad en una orgia de ira y rayos. Su cuerpo tantea el mio por unos instantes buscando el calor de otro ser humano. Mis brazos rodean su cuerpo y mi cabeza se apoya en su cuello mientras ambos miramos la danza de las gotas con el viento.
Tiembla como un niño atemorizado, pero lucha durante breves instantes al notar el roce de la tela al ponerle mi chaqueta sobre sus hombros. Siempre ha sido una chica orgullosa, supongo que por eso la quiero.
Se gira, poco a poco, y sus ojos se clavan en los míos como solo ella sabe hacerlo. El cigarrillo vuela por los aires antes de aterrizar en un charco. Nos miramos unos segundos y mi cigarro acompaña al suyo en su destino.
Sus labios se abren un poco, solo un poco, anhelantes de un nuevo sabor. Sus ojos se entrecierran y sus manos comienzan a rodear mi espalda. Dos segundos que me parecen décadas. Cierro los ojos esperando el momento por el que mi vida va a cobrar sentido.
No llega.
Noto su cabeza en mi hombro y noto como vuelve a temblar.
No es por el frío ahora.
La abrazo mientras las lágrimas recorren sus mejillas. Mi mano acaricia su pelo suavemente para tranquilizarla. Mi boca hace preguntas a las cuales ya tengo respuesta.
- ¿Es por quien creo que es?
- Si..
- Le amas. ¿No es cierto?
- Si…
- Es un cerdo
- Lo sé
- Un cabron
- Lo sé
- Acabareis destruyéndoos mutuamente.
- Lo sé.
Y su cuerpo estalla otra vez entre llantos. Silencio solo interrumpido por sus sollozos y el repetitivo sonido de la lluvia al chocar contra la acera creando su monotona música.
- Es el encanto del demonio. Amas a quien te daña, porque asi tienes una excusa para hacerle daño. Os laméis mutuamente las heridas y pensais que ya nunca volverá a pasar. Pero vuelve a pasar. Nunca podras ser feliz buscando la felicidad a su lado. Pero supongo que así es el amor, estúpido. O quizás solo yo soy el estúpido por buscar felicidad en quien puede darmela pero no quiere. O quizás en quien quiere darmela pero no cree que pueda. Quizás solo busque una excusa para algún día poder entrar en un bar de mala muerte a emborracharme y contarle al camarero una triste historia entre whiskys que empiecen con algo así como “Yo la quería..”. Será que yo estoy loco por soñar con tu beso, o será que el mundo está loco y sus locas reglas no permiten amar a un hombre cuerdo. Es posible que no sepa amar, nadie me ha enseñado, es posible que nunca lo haya hecho. ¿Cómo enseñas a amar? ¿Leyendo sobre él en estúpidos poemas o en viejos libros escritos por viejos soñadores que vendieron sus ilusiones al mejor postor? ¿Hablando sobre ello con las princesas de las esquinas, las profesionales del amor? Solo encontraras basura, medias sonrisas, un estúpido juego del que nadie se ha molestado en explicarte las reglas, ni siquiera el objetivo del juego o lo que puedes ganar. ¿Qué se le va a hacer? Solo soy un loco, un lobo que aulla a una luna indiferente. Se feliz con tu demonio querida.
Eso era todo lo que quería decir.
- Lo entiendo cariño… lo entiendo…
Fue todo lo que dije.
Esperamos abrazados a que salga el sol entre las nubes. Por un momento temo que eso no pase jamas.

miércoles, 28 de julio de 2010

La azotea


La ciudad está viva. Te dicen que no, pero te engañan. Dicen que cuando las personas comienzan a juntarse en un lugar por sus ventajas económicas, estratégicas, vitales o simplemente porque ahí huele mejor que alli nace una ciudad. Mentira. Las ciudades nacen como los arboles, el viento lleva la semilla de la civilización a algún lugar donde poder germinar. Cuando la polis nace comienza a alimentarse de almas humanas que atrae con colores bonitos, sueños y esperazas. Después escupe las cascaras vacías al suelo quitandole todo lo que era, convirtiendolos en monstruos, en martires, o en simples máquinas grises. Su corazon late, y con cada latido evoluciona, cambia, se convierte en un abominable arbol que lanza sus raíces al centro del mundo absorviendo su fuerza vital y pudriendolo lentamente. Pero como buen árbol, las ciudades dan sus frutos.
Historias.
****
Corro, como no he corrido en mi vida. La lluvia golpea mi cuerpo y el viento baila violentamente con mi pelo. La ropa me molesta y me atrasa. Arrojo mi chaqueta a la tormenta como un tributo de sangre al dios del trueno por un poco de tregua o quizás para que me impulse a mi destino.
Mi nombre es Sara y el hombre que amo está a punto de morir.
Me arrojo contra el primer taxi que veo, el taxista tenía intencion de quejarse, pero enmudeció al ver mi cara, o quizás al ver mi camiseta mojada y probablemente transparentada. Le doi la dirección y le prometo el doble de lo que marque el taximetro si llegamos en menos de 15 minutos. Llegamos en 10.
Los billetes aun no habían terminado su vuelo hacia el asiento y mi cuerpo ya estaba corriendo de nuevo hacia un enorme edificio de pisos.
Timbro al portal y espero un par de segundos antes de darme cuenta que va abrir. Son las 3 de la madrugada así que no creo que ningún alma caricativa me abra la puerta. Golpeo con todas mis fuerzasel cristal. Puedo escuchar el sonido de mi carne al rasgarse. Ya me vendaré. Cojo la manilla del otro lado de la puerta y abró. Vuelvo a correr.
El ascensor parece moverse a camara lenta mientras mis dedos se pelean una y otra vez con el boton con la esperanza de que baje más rápido. Son 28 pisos y el muy gilipoyas vive en el ático. Por cada segundo que pasa mi esperanza va disminuyendo.
Al llegar el ascensor abro sus puertas con las manos para apresurar y presiona la ultima tecla del mando. Subo.
Estoy en su puerta
Está abierta. Mala señal.
Avanzo lentamente por el pasillo con miedo a lo que pueda encontrarme. Las paredes estan llenas de viejas fotos, carceles de recuerdos que nos dicen quienes fuimos en tiempos pasados y sobre todo nos susurran al oido quienes ya no están con nosotros. Nos veo, que felices eramos. Por impulso cojo mi foto favorita, no se porque pero la beso.
Un rayo cae y el viento arroja al suelo un cuadro. La ventana está abierta. Busco por todo su piso y no encuentro nada, solo fotos, sus viejas guitarras y lo imprecindible para vivir.
No está. Lo ha hecho. Me siento en el suelo abrazando nuestra foto y lloro. No es un sollozo histérico, ni siquiera se puede considerar llorar. Una única lagrima cae lentamente por mi mejilla mientras todo dentro de mi comienza a morir lentamente.
Mi cuerpo, sin yo controlarlo, se va tumbando lentamente hacia un lado y cierro los ojos. Quiero dormir, dormir para siempre.
No. Escucho atentamente. Ahí arriba. Música.
Me levanto, y subo los escalones lentamente hasta llegar a la azotea. El viento me golpea y casi me hace caer. Pero ahí esta. Él, sentado al borde del abismo, apoyado en un conducto de refrigeración mientras la lluvia cae sobre su cuerpo completamente desnudo tocando su guitarra.
Me acerco, lenta, cautelosa. Admiro desde la distancia su cuerpo, sus músculos, su pelo.
- Hola cariño. –Su cabeza se gira lentamente con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro, no se como ha podido oírme.
- Hola Asel…
- Estás preciosa esta noche.
- Gracias. ¿Asel?
- Dime cariño.
- ¿Puedes dejar de estar sentado en la azotea a 28 pisos de altura y venir aquí?
- No. No puedo.
Se hace el silencio. De su guitarra salen sonidos lentos, suaves y hermosos. Toca como deben de tocar los dioses.
- ¿Sabías que mi verdadero nombre no es Asel?
- Si, lo sabía.- Comienzo a andar cautelosamente hacia él.
- Supongo que Antonio no es nombre para un rockero ¿no? Pero Asel no sé… Tiene estilo. Lo saqué de un libro.
- ¿Y quién era?
- Uno de los buenos, o eso creo. Muere al final
- Ah.
Estoy a su lado. A tan pocos centimetros que casí podría tocarlo, pero no lo hago.
- ¿Qué llevas ahí?
- Nuestra foto.
Cierra los ojos como si le acabase de decir lo mas bonito del mundo.
- La de cuando nos conocimos ¿no?
- Si
- Dios… ¿Recuerdas? Era uno de nuestros primeros conciertos, pero vosotros os sabíais todas nuestras canciones y estabais en primera fila, tu y tus amigas. En mitade mi parte favorita te agarré y te subí conmigo al escenario. Temblabas de miedo. ¡Y eso que solo seríamos unas 200 o 250 personas! Pero pronto te animaste y comenzaste a cantar conmigo en el microfono. Y yo vi tus ojos verdes. Pero no eran tus ojos ¿entiendes? Era como mirabas, era tu mirada, lo que veía en tu mirada. Miedo, libertad, sueños, esperanzas, inseguridad, pasion, fuerza, debilidad. Dios… aun lo veo ahora… Tenías que ser mía. Y te besé, dios creo que fue el beso mas romantico de mi vida. ¿Recuerdas lo que hiciste no?
- Claro
- Me empujaste y me gritaste ¿De que vas? La muy japuta de tu amiga hizo la foto justo en el momento que me comenzabas a empujar. Estaba tan avergonzado, todos tus amigos y todos los de mi grupo se estaban descojonando, joder incluso el público. Que vergüenza pasé. Terminamos a los 20 minutos de la risa.
- Pero me buscaste.
- Si para disculparme. Y en cuanto me viste te reiste y me dijiste “Para que aprendas capullo. No eres el rey del mambo”.
- Sí pero acabamos follando a lo perro en un parque a las dos horas.
Nos comenzamos como locos. Nos apoyamos el uno en el otro intentando no ahogarnos de las carcajadas. Me abrazo a él y el se abraza a mí con fuerza. Nos besamos, un beso lento y suave, como los acordes de su guitarra. Se separa y me mira a los ojos.
- También puedo tocar el violín.
- No lo sabía
- Supongo que me avergonzaba un poco. No sé, aprendí de niño. Un Antonio no puede tocar la guitarra eléctrica pero si el violín. Supongo que no lo toco el público para no recordar a Antonio.
- ¿Por qué odias a Antonio?
- No lo odio. Lo desprecio. Antonio representa todo lo aburrido de la sociedad, todo lo que hace que quiera huir de este mundo. Antonio es el hombre que mis padres quisieron que fuera. Trabajo fijo, mujer, aburrido, etc etc... Nunca pude serlo, por eso soy Asel.
- Me gustaría que tocaras el violín para mi.
Me mira y lentamente se da la vuelta, a sus pies hay una pequeña maleta y dentro de ella un viejo instrumento de madera. Asel coje el arco y comienza a rasgar las cuerdas del violín siguiendo el ritmo que le marca las gotas de lluvia al caer al suelo creando una melodía hermosa, salvaje, que remueve cada atomo de mi ser mientras sus ojos estan cerrados. En sus notas puedo ver la historia de un amor desgarrado y de una sonrisa perdida.
Para. Me mira. Y se acerca
Yo susurro
- Mi violinista en el tejado.
El violin acaba en el suelo mientras nuestros brazos se abalazan el uno contra el otro. Sus dedos desgarran mis ropas y yo con los míos busco su calor entre los pliegues de su cuerpo.
En sus ojos veo un poco de miedo
- Cariño.. tu brazo.. está sangrando.
- Lo sé.
Le callo con otro beso. Acaricio su piel mojada por la lluvia y pequeñas gotas traviesas de sudor. El agua golpea nuestras espaldas mientras me hace suya una última vez. Nuestros cuerpos se vuelven salvajes, ajenos a nuestra mente, bailamos con el viento y nuestra piel lucha por volverse una sola mientras nuestras lenguas sellan nuestro silencio.
Caemos al suelo, agotados, abrazados, mientras nuestros pulmones buscan aliento entre jadeos de extenuación.
Y llega el silencio.
No sé cuanto tiempo nos quedamos mirando al cielo tormentoso mientras nuestros cuerpos acudían a por calor el uno con el otro. Mi cabeza apoyada en mi pecho y mis brazos rodeando su torso.
Los segundos pasaban lentamente mientras su mano acariciaba mi pelo húmedo y los rayos atronaban a nuestro alrededor.
- Sara.
- ¿Sí?
- Me muero.
Durante unos segundos pudo escucharse mi corazón latiendo con fuerza.
- Lo sé.
- Cancer.
- Lo sé.
- Por eso me fui, por eso me marche de tu lado, no quería que me vieras convertido en un monton de polvo negro, una sombra de lo que fui, una cascara vacía y drogada por los medicamentos.
- Claro, no llegaste a pensar que quizás quisiera estar contigo, que sufriría mas al no saber que ha pasado de ti, porque te marchaste, que mal había hecho para dejarme sola.
- No…
- Y ahora huyes del hospital, y yo era el único número que tenían. Me lo cuentan todo. Has estado 6 jodidos meses muriendote en la cama de un hospital yde repente estas de puta madre y huyes de allí. ¿A ti que coño te pasa?
- Sara...
- ¡¿Qué?!
- Voy a morir esta noche.
- ¿Qué?
- En mi vida, todo ha sido decidido por alguien o por que no podía hacer otra cosa. Fui al conservatorio porque mis padres así lo querían. Fui a la universidad a estudiar su carrera. Forme el grupo porque no encontraba trabajo y a mis amigos les parecía divertido. Me cambie el nombre porque me lo pidió el managuer. Durante años me he sentido completamente vacio salvo cuando tocaba música. Vacio… o quizas lleno de nada. No lo sé. Lo único que realmente elegí yo fue besarte aquel día. Y esto..
- ¿y esto?
- Puedo morir mañana puedo morir pasado, dentro de un mes, o dentro de un año. Pero se que voy a morir. No hay esperanza. Al menos quiero decidir cuando morir.
- ¿Y yo que?
- ¿Y tu que?
- ¿¡No tengo nada que ver en esa decisión tuya!?
- No
- ¿Cómo?
- No, no tienes nada que ver. Es la única decisión que realmente solo me atañe a mí. Dentro de unos meses solo seré una triste caricatura de ser humano babeante incapaz de tomar decisiones, en mas tiempo moriré en una habitación. Y tu estarás sufriendo todo ese tiempo.
- Pero estarán ahí todos tus amigos. No morirás solo.
- Cariño, no te engañes, todos morimos solos.
- Pero..
- Calla
Me abraza y me besa. Lucho, pero mis lagrimas me quitan las fuerzas. Me dejo caer entre sus brazos y me dejo querer por sus manos unos momentos.
- ¿Cuándo lo haras?...
- Cariño… ya lo he hecho, hace unos tres cuartos de hora. Cuando escuché el timbre de la puerta. Sino, sabría que me arrepentiría nada mas verte y no podría hacerlo. Veneno. Muy shakesperiano ¿No crees?
- ¿Estas arrepentido?
- No.
- Te odio
- Mientes.
- ¿Qué haré yo sin ti?
- Ve a mi habitación, en el primer cajón encontrarás una caja pequeña con un lazo rojo. Subela.
- Pero ¿Por qué?
- Hazlo… Por favor.
Me levanto lentamente y cruzo la azotea como un alma en pena. Me acerco a esa habitación en la que habíamos compartido tantas cosas y abro la mesilla. Ahí está. La caja.
Vuelvo junto a él.
No hay nadie.
En el suelo, envuelto en mi ropa y encima de nuestra foto, una cinta de cassete.
Abro la caja sabiendo lo que hay dentro, una pequeña grabadora. Mete dentro la cinta y la hago sonar.
Solo escucho los primeros acordes y ya reconozco la canción.
La canción con la que empezó todo
La canción con la que tomo su primera decisión
Y tambien la última.
Miro hacia abajo y veo una mancha que era antes su cuerpo perfecto, a su lado, un hombre con portatil esta llamando a la policía, o eso creo. Está mirando fijamente hacia mí buscando el lugar desde donde cayó.
La música me envuelve. La lluvia y el viento bailan con mi pelo. Sonrio y una única lagrima cae entre las gotas hacia el vacio. Buenas noches.

sábado, 24 de julio de 2010

Lástima


Lástima, pudo haber sido emocionante, pudo haber sido bonito, pudo haber sido fascinante, pudimos haber matado de envidia las mejores historias de amor. Pudimos romper las reglas. Pudimos romper los esquemas. Pudimos escuchar los silencios y no las palabras vacias. Pudimos ser uno. Pudimos ser todoy no ser nada. Pudimos gritar al aire. Pudimos vivir nuestra pelicula. Pudimos encontrar la luz. Pudimos haber hecho que el mundo nos odiase por ser mas felices. Pudimos luchar contra el destino. Pudimos vencer a la tristeza. Pudimos ser libres.El mundo pudo haber sido nuestro.
Lástima

domingo, 2 de mayo de 2010

el humo del cigarro Final


El sol brilla con fuerza mientras atravieso las señales de no pasar puestas por los policías. Es curioso, te esperarías que en un momento así llueva, o haga niebla o incluso que haya la tormenta del siglo ¡Algo! Pero no que haga una suave brisa de verano mientras el astro rey calienta tu espalda. También esperarías cierta respuesta emocional exagerada como gritos de dolor o al menos un par de lagrimas saliendo de tus ojos al ver a unos de tus hermanos dentro de una bolsa con dos disparos en la cabeza y a otro ahogado en sus propios vómitos, probablemente muerto por sobredosis. Esperarías muchas cosas, no la extrema frialdad que atenazaba mi cuerpo y amenazaba con no irse nunca.
Me acerco al plastico negro que cubre a mi Gabriel el cual alguien parece haberse olvidado de cerrar del todo. Mis dedos apartan el pelo ensangrentado de su cara y de forma casi ociosa me pregunto donde estara la parte de craneo que le falta. Seguro que si Miguel no hubiera muerto habría dicho algo como “Colega puedo leerte la mente” y yo incluso me habría reído.
¿Por qué Gabri? ¿Qué ha pasado? ¿Has querido salvar a tu hermanito y te ha salido mal?
Cierro la bolsa y decido que es mejor no acercarme al otro cadaver. Busco al policía que maneja el cotarro. No me han hecho mucho caso al atravesar las barrera, no creo que le preocupen mucho el asesinato de dos yonkis asi que le da igual si alguien roba pruebas. Dos yonkis muertos en una cuneta, el mundo no se va a parar por eso.
Un poli de unos 50 años con un bigote que sería la envidia de una morsa parece dar mas ordenes de las que recibe así que me acerco a él. En cuanto estoy dos pasos mas cerca de él ya se había girado y me estaba ofreciendo un cigarro.
- Gracias.- Enciendo el pitillo y dejo que el alquitran entre en mis pulmones.
- ¿Luis Rojo?
- Correcto. ¿Qué ha pasado?
- ¿Son sus hermanos?
- Si.
- Mis condolencias
- Gracias
- ¿No es un hombre muy pasional verdad?
- ¿Y usted no es hombre al que le guste responder a la pregunta que ha pasado no es cierto?
- Y con sentido del humor, lo tiene todo.
- Sentido del humor, dos hermanos muertos, y piso propio. La envidia de todo hombre.
- Lo siento. Soy un insensible. Creemos que alguien disparo a Gabriel en un coche dos veces seguidas en la cabeza y después lanzo en esta cuneta a ambos. Tiempo después Miguel murió de sobredosis.
Asiento. Esto es todo lo que voy a sacar de por aquí. No hay muchas pruebas, un caso complicado, no creo que la cosa vaya para adelante. El policía me examina, soy lo mas parecido a un testigo que tiene.
- Señor Rojo. ¿Sabe donde estaban su hermanos anoche?
- No
- ¿Sabe de alguien que quisiera hacerles daño? ¿Algun enemigo?
- No
- ¿No voy a sacar mucho de usted?
- No
- Va a intentar usted encontrar el asesino comenzando una vendetta por los barrios bajos de la ciudad ¿No?
- ¿Si digo que si me detendrá?
- No. No se equivoque, no lo apruebo, pero es lo que yo haría si pensase que los policías le importa una mierda la muerte de mis dos hermanos. A mi no me da igual, e intentare detener al asesino. ¿pero sabes? Creo que tendra usted mas suerte.
- Gracias. Hasta luego. Que vaya bien la investigación.
Me marcho. Voy caminando entre las calles de Santiago. Estoy bien, tranquilo. No tiene nada que ver que en una hora haya consumido tres cajetillas en menos de una hora.
Miro mi portal, oscuro y sucio, como siempre. Lo único que noto al cruzar la puerta es una pequeña brisa que provoca un escalofrío que atraviesa toda mi columna vertebral. Subo los escalones en direccion a mi casa lentamente, uno a uno, recordando cada vez que había jugado con mis hermanos lanzandonos por el pasamanos. Abro la puerta cuidadosamente, mientras mi cuerpo cruza el marco espero oír a mi novia llamandome pero solo me responde silencio.
Me acerco a la cocina, supongo que estará sentada en la mesa y que vamos a continar la discusion de por la mañana pero lo único que encuentro en la mesa es una hoja de papel. Mis manos se acercan lentamente a la hoja, leerla es un error. Ya sabía lo que ponía. Que me dejaba, que no podía mas, que quería estar con una persona no con tres, que no intentara hablar con ella. Mis ojos confirman esa información en cuanto se posaron en el folio. Me siento en la silla y miro por la ventana.
- Bien… ¿y ahora que?
Respiro un par de veces. Mientras me levanto y agarro la mesa de madera y comienzo a dar vueltas para acabar lanzandola por el patio de luces todo parece completamente racional. Mientras la ropa de mis hermanos arde y el olor de la gasolina invade mi cuerpo sé que es lo correcto, que es lo que debo de hacer. Con un martillo destrozo muebles y con cada respiracion me siento un poco mejor, con cada golpe todo cobra sentido y con cada grito histerico de locura noto que los sentimients que me invaden se hacen mas fuertes.
Escucho golpes en la puerta y gritos de mis vecinos alertados por el humo. Lanzo un cuchillo a la puerta y despues de un grito de terror los golpes se terminan. Antes de que el incendio se extienda lanzo la ropa por la ventana y decido que va siendo hora de desmayarme. Mi cuerpo cae entre los escombros de mi vida y espero cerrar los ojos para siempre.
Lamentablemente en mi vida para siempre no debe ser mas de un par de horas.
Alguien me esta dando pataditas, probablemente para comprobar si estoy muerto. Abro los ojos. No me jodas, él no, ahora no.
- Hola Luís.
- Oh dios. El hijo pródigo ha vuelto a casa. ¿A que debemos este honor Javier?
- Me llamó la policía, sé lo de Miguel y Gabriel. Pensé que me necesitarías.
- No. Yo te necesitaba antes. Te necesitaba cuando el viejo reventó y me dejo con todos vosotros. Eras el único que podía ayudarme pero nooo. Tu nooo. Tenías que irte, vivir la vida y dejarnos al resto la mierda.
Veo en sus ojos la culpa, el arrepentimiento. Que se joda.
- Lo siento Luís… No podía aguantarlo
- ¿Y yo sí no? Espero que tengas un buen motivo para volver.
- No quería que hicieses ninguna locura…
- ¿Locura? ¿Qué locura? Suicidarme por ejemplo, sería una buena locura. Pero no, no puedo suicidarme, no tengo tiempo, tengo mucho que hacer. Han vuelto los viejos tiempos.
- ¿Viejos tiempos?
- Si, los viejos tiempos. Los buenos tiempos. Los tiempos del todo o nada, del vivir al filo de la navaja. Tiempos mas sencillos en los que el fin justifica cualquier medio. Voy a averiguar que coño ha pasado. ¿Quieres venir para que no cometa ninguna locura? ¡He estado loco todos estos años! Esto es lo único que tiene jodidamente sentido en mi vida desde hace mucho tiempo. Ahora todo es mucho más fácil. Ven, puede que aprendas algo.
Sin dejarle hablar le cojo del brazo y me dirijo a la habitación de mi padre. Está tal y como la dejo él, llena de mierda. Abro su armario y entre el polvo encuentro su vieja gabardina y su sombrero. Javier me mira extrañado, no comprende, antes de que de sus labios salga un ¿Por qué? Le respondo
- Porque esta es la ropa de hacer cosas malas.
Me pongo el sombrero. Al cerrar de un portazo el armario escucho un sonido metallico en una caja de zapatos. Vuelvo a abrirlo y cojo la caja. Oh si. Aquí está Laura. La pequeña Laura de mi padre, su única hija. Me encanta… Soy un tipo duro con pistola.
Caminamos en silencio por las viejas callejuelas. No se atreve a preguntarme a donde voy, está acojonado. No se esperaba esto para nada, pero es un Rojo, y sabe lo que tiene que hacer, la familia es la familia.
¿Le odio? No lo sé. Estoy cabreadisimo con él. Quizás si se hubiera quedado todo habría sido mas sencillo, nuestra vida mas agradable. O quizás solo hubiera sido un infierno diferente pero algo es algo joder. No puedes abandonar así a tus hermanos. Pero lo he echado de menos. Y si él nos a hechado de menos a nosotros en este tiempo durante las proximas horas se va a arrepentir de ello.
¿Qué coño estoy haciendo? ¿Quién me creo que soy? ¿Jhon wayne? Sí, soy Jhon wayne. Soy harry el sucio buscando venganza, soy terminator cambiando el pasado, soy Billy el niño, soy Rocky. Soy dios, y sabras que mi nombre es yavhé cuando mi furia caiga sobre ti. No soy nadie, no soy nada, soy un hombre hueco, vacio, un hombre vacio, o quizás, solo lleno de nada. Soy el hijo de la viuda.
Soy un hombre con un objetivo. Y mi objetivo se llama Anxo el colega de Miguel. Iban siempre juntos, empezaron en todo juntos: en las drogas, en las mujeres, en los atracos. Colegas de jeringuilla los llamaba yo y ellos se reían, yo no, hablaba muy en serio. Si alguien sabía donde había estado mi hermano aquella noche era él.
Llegamos a un viejo edificio casi en ruinas. De esos edificion que algun día fueron de colores pero ahora eran de un gris cementoso y lleno de humedades. Anxo vive en el tercer piso. Tengo dos formas de acercarme a él, la diplomatica que me llevará tiempo pero nadie saldrá herido, o sino a la antigua, mucho mas ruidoso y doloroso, pero sobre todo rápido. Bueno, lo decidiré cuando entre.
Al llegar a la puerta golpeo suavemente con los nudillos la puerta. Una voz lastimosa me pregunta por quién soy. Me paro unos segundos en hacerme la misma pregunta, después con voz queda respondo casi en un susuro.
- Luís..
Escucho el sonido de una silla arrastrarse con fuerza, como si alguien se hubiera levantado a toda velocidad y el rasgar de los dedos contra madera. ¡El hijo de puta está intentando huir por la ventana!
Antes de darme cuenta mi pie ya se dirigía a toda velocidad hacia la puerta. Las astillas volaron por los aires y algunas se clavaron en mi carne pero mi cuerpo no reacciona al dolor. Anxo sigue intentando pateticamente abrir la ventana mientras atrevieso a toda velocidad su asqueroso piso y cojo la silla de la que probablemente salió disparo. Creo que ya he decidido que no habra mucha diplomacia hoy. Él se da la vuelta justo cuando la silla se dirigía hacia su cuerpo. Javier me agarra para que no le golpee más, idiota, esto solo acaba de empezar.
Lo levanto como si fuera un muñeco y lo siento en una mesa. Espero a que sus gritos de dolor disminuyan. Mientras mi hermano les dice a los vecinos que no se alarmen que se ha caido. Nadie va a llamar a la policía, les da igual, algo habrá hecho piensa la mayoría.
- Mira Anxo, no eres un mal tipo. Eres demasiado imbecil como para ser malo, no sabrías hacerlo bien. Solo eres idiota. Pero si eres lo suficientemente listo como para saber que sino me dices lo que paso ayer quizás me piense no mandarte al hospital lo harás.
- No sé de que me estás hablando tío. No tengo ni idea de que va esto en serio.
- Respuesta equivocada.
Agarré su cuerpo y lo lanzé contra la pared, dios que poco pesan estos yonkis. Algo crujió en sus costillas, probablemente se haya roto alguna. Bien.
Gritos de dolor llenan la habitación, el pobre Javi está a punto de llorar.
- Ve al portal y vigila que no venga la poli, si oyes las sirenas pegame un grito.
- S-S-si Luís.
Sabía que no iban a venir, pero no le hace nada bien a mi hermano ver esto. Vuelvo a agarrar a Anxo mientras intenta luchar pateticamente contra mis garras. Sus zarpas pasan por mi cara y me hace una herida con sus uñas que me atraviesa toda la cara. Sin querer le suelto mientras la sangre sale rapidamente y amenaza con entrar en mis ojos. El chico aprovecha ese segundo de debilidad para intentar escapar, pero antes de que alcanze la puerta mi cuerpo se abalanza sobre el y le tiro al suelo y yo con él. Comienza a gritar. Joder esto se me está yendo de las manos. Cojo su cabeza y la golpeo contra el suelo con fuerza. Se calla, esta inconsciente de momento.
Lo levanto como un saco de patatas y lo dejo en la mesa. Voy al baño y me lavo la herida. Me va a quedar cicatriz, una cicatriz de guerra. Miro a Anxo. Busco en mi interior si me duele hacerle esto a un chico con el que me he reido tantas veces y me doy cuenta de que no. ¿En que me estoy convirtiendo?
Necesito respuestas así que lo agarro. Respira, eso es importante, dentro de poco estará consciente. Subo cada uno de los pisos de este horrible edifcio con el a cuestras hasta llegar a la azotea. 6 pisos no parece mucho, esperemos que nuestro amigo tenga miedo a las alturas. Le agarro por la ropa y coloco la mitad de su cuerpo sobre la lejana acera. Suavemente le susurro al oído.
- Despierta cariño…
Lentamente abre los ojos. Oh dios, su grito hace que valga la pena subirle aquí a cuestas.
- JODER TIO, estas como una cabra
- ¿Quién fue Anxo?
- No lo sé tío, no sé de que me hablas.
Alejo sus pies un poco mas de la segura azotea.
- Habla.
- No me hagas esto colega
- ¡Habla!
- ¡Fue Rakso!
Le devuelvo a la seguridad del suelo y con un signo le insto a continuar.
“Ayer por la tarde fuimos yo y tu hermano al local de Rakso, tiene la mierda mas barata de la ciudad y normalmente no es mala. No es de primera calidad pero sirve. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Allí queríamos comprar un par de dosis a Rakso, un tipo duro de verdad ¿Sabes? Y como no queríamos comprar el material sin comprobar que era bueno le dio una prueba gratuita pero en cuanto tu hermano se había pinchado lo suyo el muy gilipollas de Gabriel llegó para tocarnos los huevos. Estaba todo loco, dijo que nos había seguido desde que salímos de su casa. ¿Qué que coño nos creíamos que estabamos haciendo? Como si pudiera meterse él en nuestra vida ¿Sabes lo que te quiero decir tío? Entonces empezo con Rakso, que como se atrevía vendernos esa mierda y todo eso. Entonces Migui se levantó y le empujó y Gabri le respondió con otro empujon el muy cerdo. Entonces Migui se cayó, pero no se levantó ¿Sabes? Empezó a temblar, es como si la emoción le hiciera una reacción en el cuerpo y le estuviese dando un chungo. Empezo a vomitar blanco, tío blanco, fue asqueroso. Gabri se puso supernervioso y quiso llamar a la ambulancia. Rakso le paró, dijo que así sería peor para todos, que ya los llevaba a ambos al hospital en el coche. Gabriel gritaba como un idiota pero acabó aceptando, el muy gilipollas le dijo a Rakso que le iba a denunciar, no entiendo como coño aceptó entrar en el coche. Yo estaba flipando en el suelo, te juro que fue alucinante toda la escena. Después vi como el coche se alejaba en dirección contraria al hospital y decidí quedarme allí a esperar. No se cuanto tiempo despues aparecieron unos colegas de Rakso por el piso y al preguntarles que había pasado me agarraron como hiciste tu antes y me dijeron que si decía que había estado allí me matarían. ¿Entiendes lo que quiero decir? ¡Me matarían!”
En mi cabeza las cosas empezaron a conectarse. Rakso mató a mis dos hermanos porque si llevaban a Migui al hospital por la sobredosis le preguntarían de donde había sacado las drogas y entonces Gabriel lo confesaría. Su negocio se iría a la mierda y él a la carcel, así que les convenció para llevarles al hospital en coche. Les dijo que por el otro camino se iba mas rápido, y en cuanto llegaron a una cuneta solitaria disparó dos veces a quemarropa en la cabeza de Gabriel y lo lanzo a la carretera junto a Miguel esperando su muerte por la mierda que se había inyectado, el otro yonki no hablaría por miedo y todo volvería a la normalidad. Dos idiotas menos en el mundo.
- ¿Dónde vive Rakso?
Me dice la dirección con la seguridad del que piensa que ya está a salvo.
- ¿Por qué no me llamaste cuando viste que se iba en dirección contraria al hospital para decirme lo de la sobredosis?
- No tenía movil.
Una risita de inocencia sale de su boca.
Una sonrisa paternal aparece en mi cara.
- ¿No tenías movil? Muy mal, eso tiene que arreglarse.
- ¿C-cómo?
Cojo mi movil de dentro de la gabardina, y se lo enseño.
- ¿Te gusta?
- Si, es bonito y tal. ¿Sabes lo que te digo no?
Con todas mis fuerzas golpeo su cabeza con el movil, piezas de este salen volando por todas partes.
- ¡IMBECIL!
Los golpes le llovían uno detrás de otros, yo ya no estaba allí, yo era un testigo ajeno de aquella brutal paliza.
- ¿Cómo se te ocurre? ¡Era tu amigo joder! Podría haberles salvado. Pero no, eras demasiado estúpido como para llamar a la poli o a mí cobarde de los cojones.
Mis puños ardían y la sangre resbalaba entre mis dedos, su cara no era mas que una caricatura de un ser humano. Me alejo de él, yo tampoco soy ya un ser humano. Ni siquiera paro a comprobar si respira. Bajo las escaleras tranquilamente y al llegar a la puerta mi hermano me para.
- ¿Qué ha pasado Luís? ¿Qué te ha dicho?
- ¡¿Qué coño te importa? ¿En que jodido momento te ha importado a ti una mierda tu familia?!
- ¿Qué estás diciendo?
Un puñetazo aterriza en su cara haciendole caer al suelo.
- Vete a la mieda. Renunciaste a tu familia en cuanto te fuiste de casa y pasaste de nosotros. No eres nada para mí, nada. Si vuelvo a verte te mato. ¿Entiendes?
- P-pero.
- ¿ENTIENDES?
Se levanta y sale corriendo. Lo siento Javi, no podrías aguantar en tu conciencia lo que voy a hacer. Olvidate de nosotros, será lo mejor.
Me voy a casa. A lo lejos escucho los cohes de policía y pronto descubro que mi casa está rodeada de pitufos. Alguien debió de llamarlos. Me miro a un cristal y me alegro al notar que estoy irreconocible, mi cara, mis ojos, mi cuerpo es el de otra persona que se cuida mucho menos de lo que yo hacía antes. De repente me acuerdo que hace mucho que no fumo, así que me enciendo otro cigarro. Me voy a un parque, me tumbo en un banco y decido dormirme un rato.
Me despierto con el sonido de unos niños jugando. Miro mi reloj y descubro que he dormido todo un día. He tenido suerte de que no me detuvieran. Me levanto, es hora de ponerse a trabajar. Me dirijo a la dirección que el pobre Anxo me dijo. Tardo un par de horas andando en llegar, es un barrio de mala muerte me siento como en casa. Timbro un par de veces en el portal de su casa, nadie responde. No está en casa, normal. Debe estar celebrando que no le hayan pillado.
Hay un bar a pocos metros de ahí. Decido meterme dentro, desde la ventana puedo vigilar si entra o no y estoy sediento. Me siento en la barra y se acerca un camarero joven y con cara de insolente.
- ¿Qué va a querer cabalero?
- Un whisky sin hielo. Rápido.
Y en cuanto el veneno alcoholico atravesó mi garganta todo se volvió oscuro en mi cabeza.

Ahora
Recuerdo, joder si recuerdo. El jodido asesino de mis hermanos acaba de entrar por la puerta de su casa y yo he estado demasiado borracho como para recordar porque estaba ahí. No puedo entrar por la puerta principal, probablemente esté armado y así se irá todo el factor sorpresa a la mierda, voy hacia el callejón al lado del edificio y ahí encuentro una escalera de incendios. Salto hacia ella y en pocos segundos ya estoy encaramado a la ventana de su piso. Escucho la llave luchando por entrar en la cerradura, el muy imbecil está borracho. Abro la ventana silenciosamente y me pongo al lado del marco de la puerta del salón. Finalmente consigue abrir la puerta y avanza hacia mí. Sin atreverme a respirar saco la pistola. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. Ha pasado. No he disparado. Me escucha respirar y se gira. Le veo los ojos, mierda está colocado, sus manos se acercan su bolsillo donde veo un reflejo metálico, tiene un arma. No sé porque no he disparado, y ahora el muy cabrón va a rematar la familia Rojo.
Le da tiempo a sacarla antes de que yo le dispere. Dos veces. Cae al suelo como una marioneta al que se le acaban de cortar todos los hilos. Respira, está vivo. No puedo, no puedo hacerlo. No puedo matarlo a sangre fría Cojo su telefono mientras noto como su cuerpo va perdiendo color. Aprieto los números y escucho una voz robótica que me dice.
- Urgencias ¿Cuál es el problema?
Miro por la ventana y veo como unas gotas empiezan a caer del cielo. Gotas que pronto se convierten en tormenta. Me acerco hacia el cristal mientras el asesino de mi familia agoniza y desde el telefono escucho a la operadora decir ¿Hola? Al otro lado de la calle veo a un hombre sentado en la acera, parece que no le molesta la lluvia mientras escribe en un viejo portatil. Levanta la cara y me mira fijamente mientras una sonrisa se forma en su cara. Me alejo de la ventana y un miedo irracional atraviesa mi cuerpo. Me apoyo contra la pared y cierro los ojos. Vuelvo a mirar por la ventana y allí no hay nadie, fuera quien fuera me ha despertado.
Cuelgo el telefono
Me acerco al hombre
Debería decir algo.
No lo hago.
4 disparos atraviesan su cabeza.
Escucho sirenas, alguien debe haber oído los dos primeros disparos y ha llamado a la policía. Vuelvo a la ventana. ¿Qué hago? Nada, ahora estoy vacio… o quizás lleno de nada. Abro la ventana y la lluvia choca contra mi cuerpo. Escucho golpes en la puerta y mientras subo a la vieja Laura hacia mi cabeza veo a lo lejos entre las nubes una naranja caer. Lo último que pienso antes de apretar el gatillo es “Que extraño”.
Buenas noches hermanitos.