
¿Cómo comenzar a narra la historia de tu vida? Sinceramente, es un quebradero de cabeza para mi persona comentar en unas líneas quien soy. Pero prometo querido lector hacerlo lo mas claramente posible.
He de recalcar que mi infancia fue esplendida. Mi padre, taxista de profesion e iluso de vocación siempre conseguía que no nos faltase nada ahogando poco a poco sus sueño de ser un poeta moderno con una guitarra. Mi madre era una de esas mujeres que nacieron, crecieron y murieron siendo siempre una señora. Una dama con los pies en la tierra y capaz de hacer una comida para 6 con una lechuga y dos zapatos.
Nací en uno de esos pueblos absorvidos hace decadas por la ciudad pero que nunca perdieron ese extraño ambiente familiar por el cual todos se conocen por el nombre y al andar por la calle los caballeros se tocan el sombrero para saludar a todo el mundo.
Si, una infancia esplendida. Tuve buenos amigos, risas infantiles, sueños de jovenzuelo y amores adolescentes. He de destacar tambien que socialmente siempre he sido muy popular y que los amores eran para mi solo un juego más.
Pero todo cambio un día a la atrevida edad de los 17 años. Sinceramente, nada había ocurrido en las fechas cercanas. Mi vida era igual de placida que siempre. Pero, estando sentado junto mis camaradas de aventuras juveniles se nos acerco un dulce niño de pelo sucio despeinado y sonrisa inocente de feliz para pedirnos un par de duros para chucherías. Oh que bella estampa pensaron mis amigas, que desvergonzado y simpatico truhán pensaron mis amigos, pero por una extraña razon mis puños se apretaron, mis venas se incharon y un súbito deseo de borrar esa sonrisa para siempre de los labios de niños para convertirlo en una mueca de horror y muerte se colo en mi mente. Oh tragedia entre tragedias, fatídica fatalidad. Era un ser malvado, y se me había mostrado así de improviso. Había descubierto que era un monstruoso lobo entre tiernos corderos.
Por supuesto ofrecí la mayor de mis sonrisas, e hice aparecer 100 pesestas de detras de la oreja del chiquillo para deleite de todos. Pero ya era tarde, había descubierto quien era realmente.
Sería mentira si dijera que no luche contra el monstruo. Luche contra mi mismo de forma incansable esa es la verdad. Pero al pasear por las calles de mi barrio descubría que odiaba a todo ser humano que veía, odiaba sus sonrisas hipocritas, odiaba sus amores efimeros y mentirosos, odiaba todo lo que representaba.
Cuando veía a una pareja de acaramelados amantes solo podía pensar en que pasaría si me acercara a ellos con un cuchillo y les diera a elegir entre su vida o la de su amor sabiendo de antemano que la respuesta sería salvar su pellejo.
Cuando veía a un artista me imaginaba atandolo a un palo haciendolo arder con toda sus obras para mi deleite.
Cuando veía a un padre con sus hijos sentía la necesidad de llevarmelos de su lado para siempre.
La tentación era grande, y aunque nunca he sido un verdadero creyente no hay nadie que sepa mas de la tentación que nuestro Señor. Lamentablemente no gozo de linea directa con nuestro creador así que creí conveniente acercarme a uno de sus representantes en este plano de la realidad.
Lo cierto es que nunca entendí los confesionarios. Se supone que el gran Jefe conoce todos tus pecados, conoce todos tus fallos y todas tus tentaciones no creo que sea justo pasar la humillacion de ir por ahi contandolo en público, pero yo necesitaba hablar y nada mejor que una caja de madera para hacerlo.
- Padre, no he pecado.
- Hijo, he estado muchos años sentados en esta silla y creeme que jamas había oido una entrada así de presuntuosa. Todos pecamos.
- No es cierto padre, aun no he pecado, en mi corta vida no he tenido aun ocasion de hacer algo que le concierna a nuestro señor.
- Entonces ¿Por qué estás aquí?
- Porque lo deseo padre, deseo el pecado, deseo la destruccion, deseo el mal con todas mis fuerzas. ¿Soy acaso un monstruo padre?
- No, estás confuso, te tienta el diablo, pero eres una creacion de dios, y dios no crea monstruos, todas sus obras son maravillosas.
- Pero odio a todos los seres humanos, incluso a usted, sin animo de ofender claro.
- Pues entonces mentiste hijo mio al entrar por estas puertas pues si has pecado, porque odiar a las creaciones de dios, es odiar a dios, y si te crees con el derecho de juzgarlo a él y a sus creaciones cometes el pecado soberbia, uno de los 7 pecados capitales. Nosotros solo debemos odiar al pecado y al ser que los creo que es el diablo.
- Pero Padre...
- ¿Si hijo mío?
- Si está mal odiar a las creaciones de Dios...
- Es pecado.
- Si, es pecado... Entonces.. ¿Quién creó a Satán?
No esperé a que respondiera, tampoco creo que fuera capaz. Me levanté rapidamente de mi asiento de madera y salí a la calle. Llovía suavemente mientras mis brazos se alzaban y mi risa volaba con el viento. El parroco me había enseñado mucho mas de lo que el quería, tenía razón, no era un monstruo, solo era una herramienta, era la maravillosa obra de dios.

