miércoles, 18 de agosto de 2010

Un buen hombre


¿Cómo comenzar a narra la historia de tu vida? Sinceramente, es un quebradero de cabeza para mi persona comentar en unas líneas quien soy. Pero prometo querido lector hacerlo lo mas claramente posible.
He de recalcar que mi infancia fue esplendida. Mi padre, taxista de profesion e iluso de vocación siempre conseguía que no nos faltase nada ahogando poco a poco sus sueño de ser un poeta moderno con una guitarra. Mi madre era una de esas mujeres que nacieron, crecieron y murieron siendo siempre una señora. Una dama con los pies en la tierra y capaz de hacer una comida para 6 con una lechuga y dos zapatos.
Nací en uno de esos pueblos absorvidos hace decadas por la ciudad pero que nunca perdieron ese extraño ambiente familiar por el cual todos se conocen por el nombre y al andar por la calle los caballeros se tocan el sombrero para saludar a todo el mundo.
Si, una infancia esplendida. Tuve buenos amigos, risas infantiles, sueños de jovenzuelo y amores adolescentes. He de destacar tambien que socialmente siempre he sido muy popular y que los amores eran para mi solo un juego más.
Pero todo cambio un día a la atrevida edad de los 17 años. Sinceramente, nada había ocurrido en las fechas cercanas. Mi vida era igual de placida que siempre. Pero, estando sentado junto mis camaradas de aventuras juveniles se nos acerco un dulce niño de pelo sucio despeinado y sonrisa inocente de feliz para pedirnos un par de duros para chucherías. Oh que bella estampa pensaron mis amigas, que desvergonzado y simpatico truhán pensaron mis amigos, pero por una extraña razon mis puños se apretaron, mis venas se incharon y un súbito deseo de borrar esa sonrisa para siempre de los labios de niños para convertirlo en una mueca de horror y muerte se colo en mi mente. Oh tragedia entre tragedias, fatídica fatalidad. Era un ser malvado, y se me había mostrado así de improviso. Había descubierto que era un monstruoso lobo entre tiernos corderos.
Por supuesto ofrecí la mayor de mis sonrisas, e hice aparecer 100 pesestas de detras de la oreja del chiquillo para deleite de todos. Pero ya era tarde, había descubierto quien era realmente.
Sería mentira si dijera que no luche contra el monstruo. Luche contra mi mismo de forma incansable esa es la verdad. Pero al pasear por las calles de mi barrio descubría que odiaba a todo ser humano que veía, odiaba sus sonrisas hipocritas, odiaba sus amores efimeros y mentirosos, odiaba todo lo que representaba.
Cuando veía a una pareja de acaramelados amantes solo podía pensar en que pasaría si me acercara a ellos con un cuchillo y les diera a elegir entre su vida o la de su amor sabiendo de antemano que la respuesta sería salvar su pellejo.
Cuando veía a un artista me imaginaba atandolo a un palo haciendolo arder con toda sus obras para mi deleite.
Cuando veía a un padre con sus hijos sentía la necesidad de llevarmelos de su lado para siempre.
La tentación era grande, y aunque nunca he sido un verdadero creyente no hay nadie que sepa mas de la tentación que nuestro Señor. Lamentablemente no gozo de linea directa con nuestro creador así que creí conveniente acercarme a uno de sus representantes en este plano de la realidad.
Lo cierto es que nunca entendí los confesionarios. Se supone que el gran Jefe conoce todos tus pecados, conoce todos tus fallos y todas tus tentaciones no creo que sea justo pasar la humillacion de ir por ahi contandolo en público, pero yo necesitaba hablar y nada mejor que una caja de madera para hacerlo.
- Padre, no he pecado.
- Hijo, he estado muchos años sentados en esta silla y creeme que jamas había oido una entrada así de presuntuosa. Todos pecamos.
- No es cierto padre, aun no he pecado, en mi corta vida no he tenido aun ocasion de hacer algo que le concierna a nuestro señor.
- Entonces ¿Por qué estás aquí?
- Porque lo deseo padre, deseo el pecado, deseo la destruccion, deseo el mal con todas mis fuerzas. ¿Soy acaso un monstruo padre?
- No, estás confuso, te tienta el diablo, pero eres una creacion de dios, y dios no crea monstruos, todas sus obras son maravillosas.
- Pero odio a todos los seres humanos, incluso a usted, sin animo de ofender claro.
- Pues entonces mentiste hijo mio al entrar por estas puertas pues si has pecado, porque odiar a las creaciones de dios, es odiar a dios, y si te crees con el derecho de juzgarlo a él y a sus creaciones cometes el pecado soberbia, uno de los 7 pecados capitales. Nosotros solo debemos odiar al pecado y al ser que los creo que es el diablo.
- Pero Padre...
- ¿Si hijo mío?
- Si está mal odiar a las creaciones de Dios...
- Es pecado.
- Si, es pecado... Entonces.. ¿Quién creó a Satán?
No esperé a que respondiera, tampoco creo que fuera capaz. Me levanté rapidamente de mi asiento de madera y salí a la calle. Llovía suavemente mientras mis brazos se alzaban y mi risa volaba con el viento. El parroco me había enseñado mucho mas de lo que el quería, tenía razón, no era un monstruo, solo era una herramienta, era la maravillosa obra de dios.

miércoles, 4 de agosto de 2010

historia sin titulo


Se estremece como la última hoja de un arbol moribundo con la brisa de otoño. Me acerco a ella lentamente mientras sus labios se posan suavemente sobre un afortunado cigarro. Antes de que acabe el movimiento la llama de mi mechero baila sinuosamente ante sus ojos.
Le da una calada lenta y profunda y me lo pasa mientras se enciende otro para ella. Aun permanece en el pitillo el curioso sabor de mis labios, lo disfruto mientras me pregunto si esto es el cielo.
Estamos refugiados en un viejo portal mientras la lluvia cae sobre la ciudad en una orgia de ira y rayos. Su cuerpo tantea el mio por unos instantes buscando el calor de otro ser humano. Mis brazos rodean su cuerpo y mi cabeza se apoya en su cuello mientras ambos miramos la danza de las gotas con el viento.
Tiembla como un niño atemorizado, pero lucha durante breves instantes al notar el roce de la tela al ponerle mi chaqueta sobre sus hombros. Siempre ha sido una chica orgullosa, supongo que por eso la quiero.
Se gira, poco a poco, y sus ojos se clavan en los míos como solo ella sabe hacerlo. El cigarrillo vuela por los aires antes de aterrizar en un charco. Nos miramos unos segundos y mi cigarro acompaña al suyo en su destino.
Sus labios se abren un poco, solo un poco, anhelantes de un nuevo sabor. Sus ojos se entrecierran y sus manos comienzan a rodear mi espalda. Dos segundos que me parecen décadas. Cierro los ojos esperando el momento por el que mi vida va a cobrar sentido.
No llega.
Noto su cabeza en mi hombro y noto como vuelve a temblar.
No es por el frío ahora.
La abrazo mientras las lágrimas recorren sus mejillas. Mi mano acaricia su pelo suavemente para tranquilizarla. Mi boca hace preguntas a las cuales ya tengo respuesta.
- ¿Es por quien creo que es?
- Si..
- Le amas. ¿No es cierto?
- Si…
- Es un cerdo
- Lo sé
- Un cabron
- Lo sé
- Acabareis destruyéndoos mutuamente.
- Lo sé.
Y su cuerpo estalla otra vez entre llantos. Silencio solo interrumpido por sus sollozos y el repetitivo sonido de la lluvia al chocar contra la acera creando su monotona música.
- Es el encanto del demonio. Amas a quien te daña, porque asi tienes una excusa para hacerle daño. Os laméis mutuamente las heridas y pensais que ya nunca volverá a pasar. Pero vuelve a pasar. Nunca podras ser feliz buscando la felicidad a su lado. Pero supongo que así es el amor, estúpido. O quizás solo yo soy el estúpido por buscar felicidad en quien puede darmela pero no quiere. O quizás en quien quiere darmela pero no cree que pueda. Quizás solo busque una excusa para algún día poder entrar en un bar de mala muerte a emborracharme y contarle al camarero una triste historia entre whiskys que empiecen con algo así como “Yo la quería..”. Será que yo estoy loco por soñar con tu beso, o será que el mundo está loco y sus locas reglas no permiten amar a un hombre cuerdo. Es posible que no sepa amar, nadie me ha enseñado, es posible que nunca lo haya hecho. ¿Cómo enseñas a amar? ¿Leyendo sobre él en estúpidos poemas o en viejos libros escritos por viejos soñadores que vendieron sus ilusiones al mejor postor? ¿Hablando sobre ello con las princesas de las esquinas, las profesionales del amor? Solo encontraras basura, medias sonrisas, un estúpido juego del que nadie se ha molestado en explicarte las reglas, ni siquiera el objetivo del juego o lo que puedes ganar. ¿Qué se le va a hacer? Solo soy un loco, un lobo que aulla a una luna indiferente. Se feliz con tu demonio querida.
Eso era todo lo que quería decir.
- Lo entiendo cariño… lo entiendo…
Fue todo lo que dije.
Esperamos abrazados a que salga el sol entre las nubes. Por un momento temo que eso no pase jamas.