domingo, 2 de mayo de 2010

el humo del cigarro Final


El sol brilla con fuerza mientras atravieso las señales de no pasar puestas por los policías. Es curioso, te esperarías que en un momento así llueva, o haga niebla o incluso que haya la tormenta del siglo ¡Algo! Pero no que haga una suave brisa de verano mientras el astro rey calienta tu espalda. También esperarías cierta respuesta emocional exagerada como gritos de dolor o al menos un par de lagrimas saliendo de tus ojos al ver a unos de tus hermanos dentro de una bolsa con dos disparos en la cabeza y a otro ahogado en sus propios vómitos, probablemente muerto por sobredosis. Esperarías muchas cosas, no la extrema frialdad que atenazaba mi cuerpo y amenazaba con no irse nunca.
Me acerco al plastico negro que cubre a mi Gabriel el cual alguien parece haberse olvidado de cerrar del todo. Mis dedos apartan el pelo ensangrentado de su cara y de forma casi ociosa me pregunto donde estara la parte de craneo que le falta. Seguro que si Miguel no hubiera muerto habría dicho algo como “Colega puedo leerte la mente” y yo incluso me habría reído.
¿Por qué Gabri? ¿Qué ha pasado? ¿Has querido salvar a tu hermanito y te ha salido mal?
Cierro la bolsa y decido que es mejor no acercarme al otro cadaver. Busco al policía que maneja el cotarro. No me han hecho mucho caso al atravesar las barrera, no creo que le preocupen mucho el asesinato de dos yonkis asi que le da igual si alguien roba pruebas. Dos yonkis muertos en una cuneta, el mundo no se va a parar por eso.
Un poli de unos 50 años con un bigote que sería la envidia de una morsa parece dar mas ordenes de las que recibe así que me acerco a él. En cuanto estoy dos pasos mas cerca de él ya se había girado y me estaba ofreciendo un cigarro.
- Gracias.- Enciendo el pitillo y dejo que el alquitran entre en mis pulmones.
- ¿Luis Rojo?
- Correcto. ¿Qué ha pasado?
- ¿Son sus hermanos?
- Si.
- Mis condolencias
- Gracias
- ¿No es un hombre muy pasional verdad?
- ¿Y usted no es hombre al que le guste responder a la pregunta que ha pasado no es cierto?
- Y con sentido del humor, lo tiene todo.
- Sentido del humor, dos hermanos muertos, y piso propio. La envidia de todo hombre.
- Lo siento. Soy un insensible. Creemos que alguien disparo a Gabriel en un coche dos veces seguidas en la cabeza y después lanzo en esta cuneta a ambos. Tiempo después Miguel murió de sobredosis.
Asiento. Esto es todo lo que voy a sacar de por aquí. No hay muchas pruebas, un caso complicado, no creo que la cosa vaya para adelante. El policía me examina, soy lo mas parecido a un testigo que tiene.
- Señor Rojo. ¿Sabe donde estaban su hermanos anoche?
- No
- ¿Sabe de alguien que quisiera hacerles daño? ¿Algun enemigo?
- No
- ¿No voy a sacar mucho de usted?
- No
- Va a intentar usted encontrar el asesino comenzando una vendetta por los barrios bajos de la ciudad ¿No?
- ¿Si digo que si me detendrá?
- No. No se equivoque, no lo apruebo, pero es lo que yo haría si pensase que los policías le importa una mierda la muerte de mis dos hermanos. A mi no me da igual, e intentare detener al asesino. ¿pero sabes? Creo que tendra usted mas suerte.
- Gracias. Hasta luego. Que vaya bien la investigación.
Me marcho. Voy caminando entre las calles de Santiago. Estoy bien, tranquilo. No tiene nada que ver que en una hora haya consumido tres cajetillas en menos de una hora.
Miro mi portal, oscuro y sucio, como siempre. Lo único que noto al cruzar la puerta es una pequeña brisa que provoca un escalofrío que atraviesa toda mi columna vertebral. Subo los escalones en direccion a mi casa lentamente, uno a uno, recordando cada vez que había jugado con mis hermanos lanzandonos por el pasamanos. Abro la puerta cuidadosamente, mientras mi cuerpo cruza el marco espero oír a mi novia llamandome pero solo me responde silencio.
Me acerco a la cocina, supongo que estará sentada en la mesa y que vamos a continar la discusion de por la mañana pero lo único que encuentro en la mesa es una hoja de papel. Mis manos se acercan lentamente a la hoja, leerla es un error. Ya sabía lo que ponía. Que me dejaba, que no podía mas, que quería estar con una persona no con tres, que no intentara hablar con ella. Mis ojos confirman esa información en cuanto se posaron en el folio. Me siento en la silla y miro por la ventana.
- Bien… ¿y ahora que?
Respiro un par de veces. Mientras me levanto y agarro la mesa de madera y comienzo a dar vueltas para acabar lanzandola por el patio de luces todo parece completamente racional. Mientras la ropa de mis hermanos arde y el olor de la gasolina invade mi cuerpo sé que es lo correcto, que es lo que debo de hacer. Con un martillo destrozo muebles y con cada respiracion me siento un poco mejor, con cada golpe todo cobra sentido y con cada grito histerico de locura noto que los sentimients que me invaden se hacen mas fuertes.
Escucho golpes en la puerta y gritos de mis vecinos alertados por el humo. Lanzo un cuchillo a la puerta y despues de un grito de terror los golpes se terminan. Antes de que el incendio se extienda lanzo la ropa por la ventana y decido que va siendo hora de desmayarme. Mi cuerpo cae entre los escombros de mi vida y espero cerrar los ojos para siempre.
Lamentablemente en mi vida para siempre no debe ser mas de un par de horas.
Alguien me esta dando pataditas, probablemente para comprobar si estoy muerto. Abro los ojos. No me jodas, él no, ahora no.
- Hola Luís.
- Oh dios. El hijo pródigo ha vuelto a casa. ¿A que debemos este honor Javier?
- Me llamó la policía, sé lo de Miguel y Gabriel. Pensé que me necesitarías.
- No. Yo te necesitaba antes. Te necesitaba cuando el viejo reventó y me dejo con todos vosotros. Eras el único que podía ayudarme pero nooo. Tu nooo. Tenías que irte, vivir la vida y dejarnos al resto la mierda.
Veo en sus ojos la culpa, el arrepentimiento. Que se joda.
- Lo siento Luís… No podía aguantarlo
- ¿Y yo sí no? Espero que tengas un buen motivo para volver.
- No quería que hicieses ninguna locura…
- ¿Locura? ¿Qué locura? Suicidarme por ejemplo, sería una buena locura. Pero no, no puedo suicidarme, no tengo tiempo, tengo mucho que hacer. Han vuelto los viejos tiempos.
- ¿Viejos tiempos?
- Si, los viejos tiempos. Los buenos tiempos. Los tiempos del todo o nada, del vivir al filo de la navaja. Tiempos mas sencillos en los que el fin justifica cualquier medio. Voy a averiguar que coño ha pasado. ¿Quieres venir para que no cometa ninguna locura? ¡He estado loco todos estos años! Esto es lo único que tiene jodidamente sentido en mi vida desde hace mucho tiempo. Ahora todo es mucho más fácil. Ven, puede que aprendas algo.
Sin dejarle hablar le cojo del brazo y me dirijo a la habitación de mi padre. Está tal y como la dejo él, llena de mierda. Abro su armario y entre el polvo encuentro su vieja gabardina y su sombrero. Javier me mira extrañado, no comprende, antes de que de sus labios salga un ¿Por qué? Le respondo
- Porque esta es la ropa de hacer cosas malas.
Me pongo el sombrero. Al cerrar de un portazo el armario escucho un sonido metallico en una caja de zapatos. Vuelvo a abrirlo y cojo la caja. Oh si. Aquí está Laura. La pequeña Laura de mi padre, su única hija. Me encanta… Soy un tipo duro con pistola.
Caminamos en silencio por las viejas callejuelas. No se atreve a preguntarme a donde voy, está acojonado. No se esperaba esto para nada, pero es un Rojo, y sabe lo que tiene que hacer, la familia es la familia.
¿Le odio? No lo sé. Estoy cabreadisimo con él. Quizás si se hubiera quedado todo habría sido mas sencillo, nuestra vida mas agradable. O quizás solo hubiera sido un infierno diferente pero algo es algo joder. No puedes abandonar así a tus hermanos. Pero lo he echado de menos. Y si él nos a hechado de menos a nosotros en este tiempo durante las proximas horas se va a arrepentir de ello.
¿Qué coño estoy haciendo? ¿Quién me creo que soy? ¿Jhon wayne? Sí, soy Jhon wayne. Soy harry el sucio buscando venganza, soy terminator cambiando el pasado, soy Billy el niño, soy Rocky. Soy dios, y sabras que mi nombre es yavhé cuando mi furia caiga sobre ti. No soy nadie, no soy nada, soy un hombre hueco, vacio, un hombre vacio, o quizás, solo lleno de nada. Soy el hijo de la viuda.
Soy un hombre con un objetivo. Y mi objetivo se llama Anxo el colega de Miguel. Iban siempre juntos, empezaron en todo juntos: en las drogas, en las mujeres, en los atracos. Colegas de jeringuilla los llamaba yo y ellos se reían, yo no, hablaba muy en serio. Si alguien sabía donde había estado mi hermano aquella noche era él.
Llegamos a un viejo edificio casi en ruinas. De esos edificion que algun día fueron de colores pero ahora eran de un gris cementoso y lleno de humedades. Anxo vive en el tercer piso. Tengo dos formas de acercarme a él, la diplomatica que me llevará tiempo pero nadie saldrá herido, o sino a la antigua, mucho mas ruidoso y doloroso, pero sobre todo rápido. Bueno, lo decidiré cuando entre.
Al llegar a la puerta golpeo suavemente con los nudillos la puerta. Una voz lastimosa me pregunta por quién soy. Me paro unos segundos en hacerme la misma pregunta, después con voz queda respondo casi en un susuro.
- Luís..
Escucho el sonido de una silla arrastrarse con fuerza, como si alguien se hubiera levantado a toda velocidad y el rasgar de los dedos contra madera. ¡El hijo de puta está intentando huir por la ventana!
Antes de darme cuenta mi pie ya se dirigía a toda velocidad hacia la puerta. Las astillas volaron por los aires y algunas se clavaron en mi carne pero mi cuerpo no reacciona al dolor. Anxo sigue intentando pateticamente abrir la ventana mientras atrevieso a toda velocidad su asqueroso piso y cojo la silla de la que probablemente salió disparo. Creo que ya he decidido que no habra mucha diplomacia hoy. Él se da la vuelta justo cuando la silla se dirigía hacia su cuerpo. Javier me agarra para que no le golpee más, idiota, esto solo acaba de empezar.
Lo levanto como si fuera un muñeco y lo siento en una mesa. Espero a que sus gritos de dolor disminuyan. Mientras mi hermano les dice a los vecinos que no se alarmen que se ha caido. Nadie va a llamar a la policía, les da igual, algo habrá hecho piensa la mayoría.
- Mira Anxo, no eres un mal tipo. Eres demasiado imbecil como para ser malo, no sabrías hacerlo bien. Solo eres idiota. Pero si eres lo suficientemente listo como para saber que sino me dices lo que paso ayer quizás me piense no mandarte al hospital lo harás.
- No sé de que me estás hablando tío. No tengo ni idea de que va esto en serio.
- Respuesta equivocada.
Agarré su cuerpo y lo lanzé contra la pared, dios que poco pesan estos yonkis. Algo crujió en sus costillas, probablemente se haya roto alguna. Bien.
Gritos de dolor llenan la habitación, el pobre Javi está a punto de llorar.
- Ve al portal y vigila que no venga la poli, si oyes las sirenas pegame un grito.
- S-S-si Luís.
Sabía que no iban a venir, pero no le hace nada bien a mi hermano ver esto. Vuelvo a agarrar a Anxo mientras intenta luchar pateticamente contra mis garras. Sus zarpas pasan por mi cara y me hace una herida con sus uñas que me atraviesa toda la cara. Sin querer le suelto mientras la sangre sale rapidamente y amenaza con entrar en mis ojos. El chico aprovecha ese segundo de debilidad para intentar escapar, pero antes de que alcanze la puerta mi cuerpo se abalanza sobre el y le tiro al suelo y yo con él. Comienza a gritar. Joder esto se me está yendo de las manos. Cojo su cabeza y la golpeo contra el suelo con fuerza. Se calla, esta inconsciente de momento.
Lo levanto como un saco de patatas y lo dejo en la mesa. Voy al baño y me lavo la herida. Me va a quedar cicatriz, una cicatriz de guerra. Miro a Anxo. Busco en mi interior si me duele hacerle esto a un chico con el que me he reido tantas veces y me doy cuenta de que no. ¿En que me estoy convirtiendo?
Necesito respuestas así que lo agarro. Respira, eso es importante, dentro de poco estará consciente. Subo cada uno de los pisos de este horrible edifcio con el a cuestras hasta llegar a la azotea. 6 pisos no parece mucho, esperemos que nuestro amigo tenga miedo a las alturas. Le agarro por la ropa y coloco la mitad de su cuerpo sobre la lejana acera. Suavemente le susurro al oído.
- Despierta cariño…
Lentamente abre los ojos. Oh dios, su grito hace que valga la pena subirle aquí a cuestas.
- JODER TIO, estas como una cabra
- ¿Quién fue Anxo?
- No lo sé tío, no sé de que me hablas.
Alejo sus pies un poco mas de la segura azotea.
- Habla.
- No me hagas esto colega
- ¡Habla!
- ¡Fue Rakso!
Le devuelvo a la seguridad del suelo y con un signo le insto a continuar.
“Ayer por la tarde fuimos yo y tu hermano al local de Rakso, tiene la mierda mas barata de la ciudad y normalmente no es mala. No es de primera calidad pero sirve. ¿Entiendes lo que te quiero decir? Allí queríamos comprar un par de dosis a Rakso, un tipo duro de verdad ¿Sabes? Y como no queríamos comprar el material sin comprobar que era bueno le dio una prueba gratuita pero en cuanto tu hermano se había pinchado lo suyo el muy gilipollas de Gabriel llegó para tocarnos los huevos. Estaba todo loco, dijo que nos había seguido desde que salímos de su casa. ¿Qué que coño nos creíamos que estabamos haciendo? Como si pudiera meterse él en nuestra vida ¿Sabes lo que te quiero decir tío? Entonces empezo con Rakso, que como se atrevía vendernos esa mierda y todo eso. Entonces Migui se levantó y le empujó y Gabri le respondió con otro empujon el muy cerdo. Entonces Migui se cayó, pero no se levantó ¿Sabes? Empezó a temblar, es como si la emoción le hiciera una reacción en el cuerpo y le estuviese dando un chungo. Empezo a vomitar blanco, tío blanco, fue asqueroso. Gabri se puso supernervioso y quiso llamar a la ambulancia. Rakso le paró, dijo que así sería peor para todos, que ya los llevaba a ambos al hospital en el coche. Gabriel gritaba como un idiota pero acabó aceptando, el muy gilipollas le dijo a Rakso que le iba a denunciar, no entiendo como coño aceptó entrar en el coche. Yo estaba flipando en el suelo, te juro que fue alucinante toda la escena. Después vi como el coche se alejaba en dirección contraria al hospital y decidí quedarme allí a esperar. No se cuanto tiempo despues aparecieron unos colegas de Rakso por el piso y al preguntarles que había pasado me agarraron como hiciste tu antes y me dijeron que si decía que había estado allí me matarían. ¿Entiendes lo que quiero decir? ¡Me matarían!”
En mi cabeza las cosas empezaron a conectarse. Rakso mató a mis dos hermanos porque si llevaban a Migui al hospital por la sobredosis le preguntarían de donde había sacado las drogas y entonces Gabriel lo confesaría. Su negocio se iría a la mierda y él a la carcel, así que les convenció para llevarles al hospital en coche. Les dijo que por el otro camino se iba mas rápido, y en cuanto llegaron a una cuneta solitaria disparó dos veces a quemarropa en la cabeza de Gabriel y lo lanzo a la carretera junto a Miguel esperando su muerte por la mierda que se había inyectado, el otro yonki no hablaría por miedo y todo volvería a la normalidad. Dos idiotas menos en el mundo.
- ¿Dónde vive Rakso?
Me dice la dirección con la seguridad del que piensa que ya está a salvo.
- ¿Por qué no me llamaste cuando viste que se iba en dirección contraria al hospital para decirme lo de la sobredosis?
- No tenía movil.
Una risita de inocencia sale de su boca.
Una sonrisa paternal aparece en mi cara.
- ¿No tenías movil? Muy mal, eso tiene que arreglarse.
- ¿C-cómo?
Cojo mi movil de dentro de la gabardina, y se lo enseño.
- ¿Te gusta?
- Si, es bonito y tal. ¿Sabes lo que te digo no?
Con todas mis fuerzas golpeo su cabeza con el movil, piezas de este salen volando por todas partes.
- ¡IMBECIL!
Los golpes le llovían uno detrás de otros, yo ya no estaba allí, yo era un testigo ajeno de aquella brutal paliza.
- ¿Cómo se te ocurre? ¡Era tu amigo joder! Podría haberles salvado. Pero no, eras demasiado estúpido como para llamar a la poli o a mí cobarde de los cojones.
Mis puños ardían y la sangre resbalaba entre mis dedos, su cara no era mas que una caricatura de un ser humano. Me alejo de él, yo tampoco soy ya un ser humano. Ni siquiera paro a comprobar si respira. Bajo las escaleras tranquilamente y al llegar a la puerta mi hermano me para.
- ¿Qué ha pasado Luís? ¿Qué te ha dicho?
- ¡¿Qué coño te importa? ¿En que jodido momento te ha importado a ti una mierda tu familia?!
- ¿Qué estás diciendo?
Un puñetazo aterriza en su cara haciendole caer al suelo.
- Vete a la mieda. Renunciaste a tu familia en cuanto te fuiste de casa y pasaste de nosotros. No eres nada para mí, nada. Si vuelvo a verte te mato. ¿Entiendes?
- P-pero.
- ¿ENTIENDES?
Se levanta y sale corriendo. Lo siento Javi, no podrías aguantar en tu conciencia lo que voy a hacer. Olvidate de nosotros, será lo mejor.
Me voy a casa. A lo lejos escucho los cohes de policía y pronto descubro que mi casa está rodeada de pitufos. Alguien debió de llamarlos. Me miro a un cristal y me alegro al notar que estoy irreconocible, mi cara, mis ojos, mi cuerpo es el de otra persona que se cuida mucho menos de lo que yo hacía antes. De repente me acuerdo que hace mucho que no fumo, así que me enciendo otro cigarro. Me voy a un parque, me tumbo en un banco y decido dormirme un rato.
Me despierto con el sonido de unos niños jugando. Miro mi reloj y descubro que he dormido todo un día. He tenido suerte de que no me detuvieran. Me levanto, es hora de ponerse a trabajar. Me dirijo a la dirección que el pobre Anxo me dijo. Tardo un par de horas andando en llegar, es un barrio de mala muerte me siento como en casa. Timbro un par de veces en el portal de su casa, nadie responde. No está en casa, normal. Debe estar celebrando que no le hayan pillado.
Hay un bar a pocos metros de ahí. Decido meterme dentro, desde la ventana puedo vigilar si entra o no y estoy sediento. Me siento en la barra y se acerca un camarero joven y con cara de insolente.
- ¿Qué va a querer cabalero?
- Un whisky sin hielo. Rápido.
Y en cuanto el veneno alcoholico atravesó mi garganta todo se volvió oscuro en mi cabeza.

Ahora
Recuerdo, joder si recuerdo. El jodido asesino de mis hermanos acaba de entrar por la puerta de su casa y yo he estado demasiado borracho como para recordar porque estaba ahí. No puedo entrar por la puerta principal, probablemente esté armado y así se irá todo el factor sorpresa a la mierda, voy hacia el callejón al lado del edificio y ahí encuentro una escalera de incendios. Salto hacia ella y en pocos segundos ya estoy encaramado a la ventana de su piso. Escucho la llave luchando por entrar en la cerradura, el muy imbecil está borracho. Abro la ventana silenciosamente y me pongo al lado del marco de la puerta del salón. Finalmente consigue abrir la puerta y avanza hacia mí. Sin atreverme a respirar saco la pistola. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. En cuanto pase disparo. Ha pasado. No he disparado. Me escucha respirar y se gira. Le veo los ojos, mierda está colocado, sus manos se acercan su bolsillo donde veo un reflejo metálico, tiene un arma. No sé porque no he disparado, y ahora el muy cabrón va a rematar la familia Rojo.
Le da tiempo a sacarla antes de que yo le dispere. Dos veces. Cae al suelo como una marioneta al que se le acaban de cortar todos los hilos. Respira, está vivo. No puedo, no puedo hacerlo. No puedo matarlo a sangre fría Cojo su telefono mientras noto como su cuerpo va perdiendo color. Aprieto los números y escucho una voz robótica que me dice.
- Urgencias ¿Cuál es el problema?
Miro por la ventana y veo como unas gotas empiezan a caer del cielo. Gotas que pronto se convierten en tormenta. Me acerco hacia el cristal mientras el asesino de mi familia agoniza y desde el telefono escucho a la operadora decir ¿Hola? Al otro lado de la calle veo a un hombre sentado en la acera, parece que no le molesta la lluvia mientras escribe en un viejo portatil. Levanta la cara y me mira fijamente mientras una sonrisa se forma en su cara. Me alejo de la ventana y un miedo irracional atraviesa mi cuerpo. Me apoyo contra la pared y cierro los ojos. Vuelvo a mirar por la ventana y allí no hay nadie, fuera quien fuera me ha despertado.
Cuelgo el telefono
Me acerco al hombre
Debería decir algo.
No lo hago.
4 disparos atraviesan su cabeza.
Escucho sirenas, alguien debe haber oído los dos primeros disparos y ha llamado a la policía. Vuelvo a la ventana. ¿Qué hago? Nada, ahora estoy vacio… o quizás lleno de nada. Abro la ventana y la lluvia choca contra mi cuerpo. Escucho golpes en la puerta y mientras subo a la vieja Laura hacia mi cabeza veo a lo lejos entre las nubes una naranja caer. Lo último que pienso antes de apretar el gatillo es “Que extraño”.
Buenas noches hermanitos.